Un punto en el espacio que contiene todos los puntos. Una esfera diminuta en la que se encapsula el espacio cósmico. Eso que Borges imaginó escondido en un sótano porteño: un Aleph. Pero bordado con los colores de la ayahuasca y humedecido con una suave dosis de ácido lisérgico. Así podría comenzar la carta de invitación a las ilustraciones alucinadas de Nicolás Rosenfeld, que ya se convirtieron en una marca de estilo del mundillo cannábico luego de su trabajo de casi una década entre los bastidores de la Revista THC.

Las imágenes de Rosenfeld funcionan con las mismas reglas que aquel microcosmos borgeano: como un viaje al infinito… y más allá. Se trate de retratar al inefable indio yaqui Don Juan, de volarse en el fuego de Jimi Hendrix, de sumergirse en los universos inestables que se proyectan en los sueños o de diseñar un Sol carnavalesco y de ojos achinados el día que Uruguay legalizó la marihuana.

 

“Si pensamos en la psicodelia como la manifestación del alma, todas las temáticas quedan abarcadas. Mi puerta de entrada fueron los hongos sagrados. Desde que los ingerí, sentí que había que documentarlo, que era imposible no comunicarlo”, escribe Rosenfeld vía mail, desde su casa en Santa Fe.

Para el dibujante e ilustrador, en aquella toma ”se rompió” el lenguaje: ”Fueron sensaciones de una naturaleza indescriptible. Uno se va... y vuelve diferente, más tierno, más humilde. Con una nueva atención sobre los sentidos corporales y un profundo agradecimiento de estar vivo. Pero siento que muy poco se ve reflejado en las ilustraciones”, asegura. “Seguramente la geometría sea lo que finalmente atraviesa todo lo dicho.”

Cannabis, mate y magia

Hace unas semanas, Rosenfeld se subió al podio de la competencia internacional High Art, organizado por la empresa californiana Natural Cannabis Company. Su ilustración El alquimista le valió el segundo puesto frente a competidores que enviaban sus trabajos desde Canadá, Marruecos o Islas Filipinas, en torno al eje de Magia y cannabis. Podría decirse que a su juego lo llamaron.

En ese cruce de caminos se suele parar él para buscarles el tono y el universo simbólico a personajes tan disímiles como el revolucionario Pancho Villa, el músico Bob Marley o el científico israelí Raphael Mechoulam, descubridor de la molécula de THC. A todos los reinventó en las portadas de la THC, en cuyas páginas también retrató los usos represivos del electroshock, el encuentro cannábico entre Dylan y Los Beatles o los efectos sanadores del veneno de la rana Kambó. Mundos que alteró y sintetizó, armado con ese binomio de elementos ancestrales: la magia y el cannabis.

 

“Al momento de trabajar, mate y cannabis. Son dos hierbas compañeras”, señala Rosenfeld, quien reconoce sus primeras influencias en el Art Nouveau, la corriente artística nacida a fines del siglo XIX en la que empezaron a entreverarse la pintura y la arquitectura, bajo el lema el futuro ya ha comenzado.

Esa suerte de presagio ricotero se entrelaza, en sus trabajos, con los colores saturados y las formas fractales del pintor peruano Pablo Amaringo, quizás el hombre que más se acercó a las visiones de la ayahuasca en sus óleos. “La simetría es una gran herramienta compositiva”, dice Rosenfeld. “Una puerta que, en las imágenes, puede llevarte hasta la armonía y el equilibrio”.

Australes truchos y mapas oníricos

El primer chispazo artístico en la vida de Nicolás Rosenfeld se produjo con una fechoría. “En segundo grado de la escuela falsificaba billetes de mil australes y se los regalaba a mis compañeros. Todos estábamos de acuerdo en que parecían de verdad. Nunca supe si los hicieron circular, pero fue la primera vez que sentí que tenía un vínculo especial con el dibujo”, recuerda. “Desde los tres años que no paso un día sin dibujar. Seguro que lo traje desde otro punto que no sé cómo se llama, si vida pasada, azar o destinación premeditada.”

Treinta años después de aquellos australes apócrifos, sus ilustraciones se presentan como versiones caleidoscópicas de aquello que tiene enfrente: se trate de los secretos moleculares del cannabis, la oscuridad creativa de Van Gogh o de Artaud, los hongos de María Sabina, los senderos extraviados de la Generación Beat o el linaje de los mejores cogollos del mundo.

#QuedateEnCasa como Nicolás Rosenfeld, que sigue dibujando entre mate y cannabis | Foto: Cecilia Salas

La alquimia de Nicolás Rosenfeld lo transforma todo en mapas oníricos donde pueden mezclarse el zodíaco, las simbologías religiosas, el sistema planetario, hermosas chalas de marihuana, el tarot, las estructuras celulares, el misticismo, las plantas sagradas, el rock progresivo y la filosofía oriental. Un cóctel agitado con las burbujas de la psicodelia y endulzado con el perfume de las flores recién cosechadas.

“En ciertos dibujos que hice compilé los diseños de momentos muy distantes en el tiempo y el espacio. Y verlos interactuar, tanto antiguos como actuales, mezclados, creo que revelan que habitamos una red histórica más que una línea histórica”, dice Rosenfeld. “Los sueños y la poesía son temas que todos los días me acompañan. Los símbolos, las manchas, los patrones. Herramientas usadas antes y ahora. Lo más interesante es cuando finalmente se disuelven las barreras de las disciplinas y lo que aparecen son las expresiones artísticas como un todo. Algo que siempre permanece.”