“Debates de hoy en una revista de los ‘70”, subtitulaba Ricardo A. Ferraro al libro publicado en 2010, que recordaba la historia los temas y los debates que se fueron editando en Ciencia Nueva (CN). Así finalizaba su introducción: “Los términos innovación, competitividad, sistema desarrollo versus crecimiento y sustentabilidad empiezan a circular abiertamente y lo científico – tecnológico atraviesa prácticamente todas las áreas de la vida humana. En este sentido el debate debe estar al alcance de sectores amplios de la población y no solo de un puñado de pensadores académicos”.

Allí recordaba que el primer número de CN apareció en abril de 1970, el papel inductor que había tenido (como siempre) Manuel Sadosky y que había escrito un artículo sobre como construir una computadora con lápiz y papel y que el artículo de fondo había sido un reportaje de quince páginas a Jorge Sábato que se tituló: “Para el prontuario del Plan Nuclear argentino”. Los otros autores de ese número y siguientes no eran de menor valor: José Babini, Rolando García, Eduardo Mari, Mario Bunge, Gregorio Klimovsky, Alfredo Lanari, Mischa Cotlar, más autores extranjeros como F. Jacob, J. M. Levy Leblond, Joel de Rosnay.

CN era leída y esperada por todos los que estábamos trabajando en los temas de Ciencia, Tecnología, Industria, Política, desde becarios del Conicet o universitarios hasta investigadores, profesores, industriales, tecnólogos. Se esperaba la aparición de cada número. Si bien fueron muchos los que hicieron posible esta exitosa aventura, fue la capacidad, las ideas y la actividad de Ricardo Ferraro, que permitió la consolidación democrática de la revista. Solía venir por los centros de investigación él mismo a vender la revista.

Sería muy largo mencionar lo realizado por Ricardo (primer presidente de la Fundación YPF, Director General del Grupo Bull en Argentina, Profesor de la UNQ y de la Maestría UBA, de Flacso), sus libros como Educando para competir, Qué es qué en Tecnología (junto a C. Lerch), La marcha de los locos, La ciencia es negocio, Presidencialismo absoluto y otras verdades incómodas. Siempre con la preocupación en la Tecnología y su desarrollo y la educación como base de todo. Fue el primero en plantear y tratar de crear un Museo de Ciencia y había conseguido ya el terreno para ello.

Por eso solo voy a mencionar de manera breve alguna “aventuras” en las que participé junto a él, en general por llamado o iniciativa de Ricardo. A fines de los ’80, pleno entusiasmo por la reciente democracia, con Alfonsín como Presidente y M. Sadosky como secretario de Ciencia, era el director de la primera empresa de biotecnología en el país dentro del sector salud. Me llama Ricardo, que en ese momento era director ejecutivo de IECSA,) y me dice que le interesaría financiar un proyecto de I y D en biotecnología, que reúna una empresa con científicos argentinos para algo innovador. Hablamos sobre dos o tres posibles proyectos, pero el que decidimos seleccionar, fue uno a realizar con científicos del CIMAE (Centro de Investigaciones Médicas Albert Einstein-Conicet) sobre Desarrollo de Sondas Moleculares para tipificación de antígenos HLA. En palabras más simples, era usar lo que hoy serían técnicas de ADN para determinar los antígenos para trasplantes de órganos entre humanos. 

Mirado a la distancia, era casi surrealista: una empresa del grupo Macri financiando este proyecto innovador, de alto riesgo y en colaboración entre Conicet y una empresa “biotech”. Duró lo que duró Ricardo en el cargo, que no lo perdió por este proyecto. Es un ejemplo que muestra, todavía, la importancia de ciertas personalidades para que nuestras instituciones (públicas o privadas) mantengan su creatividad, su compromiso, sus realizaciones.

Al asumir el gobierno de la Alianza en 1999, Ricardo que venía trabajando en el Frepaso y con Chacho Alvarez, logra que en el ámbito de la Vicepresidencia se organice, bajo su dirección, el Programa Ciencia y Sociedad dentro del marco de la Sociedad del Conocimiento (“Programa de Promoción de una economía Basada en el Conocimiento”), integrado por los tres proyectos: Desarrollo de Estudios Prospectivos; Alfabetización Científico–Tecnológica y Reconocimiento contable del valor de los conocimientos de las empresas y su gente. Colaboré, junto a otras personas, en el segundo proyecto. Así surgió, entre otras cosas, los Diálogos Ciudadanos (DC), basados en lo que se había hecho en Japón, Dinamarca, Estados Unidos. Se propició interesar al ciudadano en general, comunicar informar, difundir la realización y conclusiones de los DC.

Así realizamos dos DC. El primero fue en Avellaneda, con el título “La Genética en Debate, Doctor quiero genes buenos para mis hijos”, sobre el Proyecto Genoma Humano (tener en cuenta que el primer borrador del Genoma Humano fue a mitad del 2000). Se realizaba durante las mañanas de cuatro fines de semana, con los participantes seleccionados localmente y los disertantes eran investigadores en biología molecular, sociología, comunicación. Se discutía ampliamente, sin “verdades” preconcebidas. Al finalizar este DC, se hizo un informe al Intendente del momento y donde los ciudadanos solicitaron a las autoridades que se debería continuar con estas actividades, ya que temían (con razón) que al irnos se iba a terminar estas actividades.

El segundo se realizó en octubre del 2000 en Pergamino sobre el tema “Las semillas transgénicas y los alimentos genéticamente modificados”. Los temas de las reuniones y de los debates fueron elegidos por los ciudadanos. También acá se concluyó con un documento elaborado por todos los participantes y que se presentó en una reunión abierta al público, al Intendente y autoridades de la ciudad.

El tercer y último ejemplo está relacionado con el INTI. Desde el 2002 el presidente del INTI era Enrique Martínez y Ferraro formaba parte del directorio del Instituto. Conversando con ellos sobre la biotecnología y bioindustrias, pensamos que era necesario que el INTI contara con un centro dedicados a estos temas y fue Ricardo quien estuvo muy activo para que se fuera concretando un programa específico. Me solicitó que presentara una propuesta y actividades. Lo analizó, pidió consejos en especialistas del tema y así comenzamos a trabajar hasta llegar en lo que hoy es el Centro de Biotecnología Industrial del INTI.

Sólo esta pequeña nota para recordar a una gran persona de las que, en el sector de política tecnológica, industria y educación vamos a extrañar mucho, sobre todo por su gran iniciativa y constante creatividad. Como se puede comprobar en ricardoaferraro.com con sus pinturas y poesías en los últimos años de su vida.

* UNQ.