La suerte de Vicentin, la gran cerealera santafesina que entró a fin de 2019 en proceso de convocatoria de acreedores, parece entrar en su hora clave. La disputa entre distintos grupos económicos y financieros por quedarse con el atractivo lugar que ocupaba en el mercado de granos la empresa de las familias Nardelli y Padoán adquirió, en la última semana, altos niveles de tensión. Dos nombres sonaron muy fuerte en los corrillos rosarinos en las últimas horas: José Luis Manzano y Ceibos Group. Tanto el ex diputado justicialista como el grupo inversor conformados por ex directivos de la multinacional Dreyfus intentaron alinear detrás suyo a acreedores, organizaciones de productores y a capitales interesados en este negocio, para presentar una poderosa oferta ante la asamblea de acreedores. Pero en las últimas horas creció, al menos en las especulaciones, una tercera posibilidad que sacudiría el tablero: un eventual acuerdo entre acreedores estatales de la empresa en default y un conjunto de productores que estarían dispuestos a disputarle el negocio al actual oligopolio en la comercialización de granos a partir de una sociedad mixta. 

El mendocino Manzano, hombre clave en la política de los 80, referente de la renovación peronista que ocupó un rol destacado como opositor en los años de Raúl Alfonsín, se convirtió en un audaz hombre de negocios desde hace años. Ahora intenta un desembarco en el sector cerealero buscando un acuerdo con empresas acreedoras que estén dispuestas a capitalizar sus créditos y asociarse para disputar desde ahí el control de Vicentin. Manzano, con base firme en Estados Unidos, aportaría los recursos financieros necesarios para afrontar el desafío. Quienes lo cuestionan, sospechan de en qué manos dejaría Manzano el gerenciamiento de la futura empresa. 

Por otro lado, desde las primeras semanas posteriores a la presentación en convocatoria de Vicentin, apareció en escena Ceibos Group, un fuerte grupo inversor con negocios en el agro no sólo de Argentina, sino también en países vecinos. En su constitución aparecen varios nombres muy conocidos del sector, en particular por tratarse de ex directivos de la firma Dreyfus, otro de los peso pesados entre las cerealeras. Se presenta como el aspirante que mejor conoce el negocio y, por tanto, como la propuesta más atractiva para los acreedores.

Por su parte, los actuales dueños de Vicentin, Nardelli y Padoán, trataron infructuosamente de llegar a un arreglo con sus acreedores que les permitiera seguir al frente de la firma, pero las propuestas no convencieron a nadie. Lo cual devuelve la definición al campo de la convocatoria de acreedores. 

Un muy minucioso trabajo hecho por el periodista rosarino Juan Chiummiento y publicado este fin de semana en el portal de negocios PuntoBiz, permite observar el complejo panorama que resulta de agrupar a las 2600 firmas que son acreedoras de Vicentin. El citado analista trabajó sobre los datos del expediente, de donde surge una deuda total de 99.345 millones de pesos (unos 1650 millones de dólares a la cotización de diciembre), de los cuales aproximadamente el 20% le corresponden al Banco Nación (18.182 millones de pesos), convertido así en principal acreedor individual. 

La deuda comercial de Vicentin está muy diversificada pero la financiera, no. Las seis principales entidades financieras extranjeras acreedoras suman 32.392 millones de pesos en créditos, es decir la tercera parte del total. Los siete principales acreedores financieros locales suman 21.865 millones (22% del total), pero de ese total, 20.628 millones están en manos de bancos públicos (Nación, Provincia, Ciudad y BICE). 

La posibilidad de una conjunción de intereses entre el sector público y los productores medianos federados ya está sobre la mesa de arena en el que se disputa el futuro de Vicentin. Pero una movida así requeriría de una decisión política que aún no se sabe si existe. Los grupos financieros y las corporaciones que participan de este negocio están en alerta. La pelea está planteada, aunque falta conocer quienes serán los contendientes.