Canciones de amor y soledad. Tal vez podría ser esta una buena combinación para empezar a deshilar la trama. Pero, claro, estarían quedando sensaciones aledañas afuera: hastío, introspección, angustia, sexo, retraimiento, afectos, encierro… Y así, con muchos sentimientos que insisten --obsesivos, invasivos, implacables-- en situaciones como esta pandemia. Por suerte, la humanidad genera antídotos y la música, en esto, juega de diez. Solo hace falta una guitarra, una voz, un piano y alguien inspirado como para trocar desesperación por esperanza. Lo que sigue, entonces, es un raid sobre varias de las canciones nacidas durante la cuarentena, desde una guitarra, un piano, o una voz, a cargo de músicos talentosos. Jorge Durietz, por caso. “El tema se llama ´Cuarendombe´. Me salió en el encierro y de un tiro… pocas veces me pasó algo así”, admite el ex Pedro y Pablo, que no tuvo mejor idea que socializar la creación. Trabó contacto con Ica Novo, Hugo Fattoruso, Nito Mestre, Kubero Díaz y Daniel Maza, entre otros y otras, para que lo ayuden en la versión final, y en el video alusivo, que pronto subirá a las redes. “Es una letra sencilla, que habla de las sensaciones que estamos atravesando: la falta de contacto real, el redescubrimiento de afectos que pensábamos que teníamos perdidos, y también la sensación de que el aire está cambiando”, cuenta Durietz, que donará a la Cruz Roja las ganancias que genere la canción para la lucha contra la Covid 19.

“Cuarendombe” es entonces la primera canción de una tentativa grilla criolla que podría seguir hasta la eternidad (imaginaria o no) con que amenaza el bichito que puso en vilo a la humanidad. La segunda, causal o casualmente, también es un candombe. Su nombre es “Mundopatio” y le bajó a Roberto Cantos -pata compositiva del Dúo Coplanacu-, a la semana de compartir el encierro con su compañera y sus tres hijos. “La sensación que me motivó a componerla es la del aislamiento”, dice a Página/12. Uno de los fragmentos le cierra la puerta a las dudas: “Las horas han convertido el silencio / tenernos ha convertido la risa / la muerte ha convertido la vida / el otro ha convertido el amor”, tararea el guitarrista y cantor santiagueño.

La lista podría seguir por un tema que aún no tiene título, pero sí una historia aledaña que amerita ser contada. Le pasó al cantautor chaqueño Coqui Ortiz, al volver de España mediando de marzo, cuando todo se estaba viniendo abajo allí. “Volví el 16 de marzo, cuatro días antes que se decidiera la cuarentena acá, y me encerré, aislado, de mi familia incluso, durante veintiocho días. Me hice el test, me dio negativo, pero sufrí en carne propia lo que a muchos recién llegados. Incluso, circuló por el barrio un mensaje de voz que decía que por mí regreso 'estaban en el horno todos'. Sentí que había gente que me estaba vigilando y, a pesar de estar aislado de mi familia, sentí temor de que alguien le haga pasar un mal momento a mi esposa o a mi hija”, cuenta Coqui, cuya sensación, al escribir la canción, fue de fragilidad. “Aprendimos de la historia / de la sangre derramada / Pesa más una derrota / que cien gestas bien ganadas”, reza el sugestivo primer verso.

El aislamiento atravesó también las vísceras compositivas de Lucas Ferrara, arreglador y guitarrista de Bombay Bs As (ex 34 Puñaladas). El tema es una milonga y se llama “Noche herida”. “En medio de este contexto, con el grupo decidimos hacer demos caseros grabando cada uno en su casa para ir armando los temas en una suerte de ensayos remotos”, detalla el violero, cuyas emociones motoras para crear la milonga fueron dos: soledad y desamor. “`Noche herida` habla de la soledad y el desamor en una noche del conurbano bonaerense, de la imposibilidad del contacto con otros seres noctámbulos, y de la deshumanización que significa estar encerrado en libertad: `Una sombra en la avenida centenaria del suburbio / solitaria va sin rumbo / Lanús Este / noche herida (...) Silenciosa y aburrida / va quemando los minutos”.

En parecido mojón están los Arbolito. De eso habla Agustín Ronconi, uno de los fundadores de la banda folk-rock. “Este tiempo da para mucha reflexión e introspección, pero a la vez no hay que descuidar el trabajo colectivo de banda. No es fácil, porque una cosa es estar en el ensayo y otra a través de un telefonito”, sostiene el multiinstrumentista, pensando en el devenir de una canción que acaba de componer en estos días: “Respira”, se titula. “Habla de cómo la naturaleza se manifiesta y todo empieza a respirar a partir de que los humanos nos quedamos un poco más quietos, contaminamos y avasallamos menos, ojalá podamos aprender algo de esto”.

Otra lúcida pluma de hoy, el Tape Rubín, se entreveró con el clímax poco gregario de la era, y le colocó perfecto el texto a una música que tenía cocinada con Fabrizio Pieroni. Una melodía dramática que calzó justo para narrar una escena de soledad. “Me decidí por narrar a alguien caminando por una ciudad repentinamente vacía… me gustaba la idea de contar la historia pero sin ser demasiados explícito… dejar sentidos abiertos, no dar tantas pistas”, cuenta el Tape, acerca de “Sueño abandonado”, canción encuarentenada que asombra por la fortaleza de una de sus frases: “Ya pasó el futuro por los barrios rotos / ha sembrado ausencias y despojos”.

Al pianista y compositor Diego Schissi, en cambio, le pintó el amor. “Escribo canciones muy de vez en cuando”, admite este cruzado del tango y el jazz. “Pero el otro día, una mañana de sol, desperté junto a Tania, mi pareja, y la vi tan hermosa y me sentí tan conmovido de que estuviera a mi lado que salí disparado al piano y salió”. El título es "Ya es mañana" y habla de un posible "hoy" después de todo esto. “Un hoy que ya es mañana”, sigue él “donde uno es capaz de ver el amor que lo rodea y sentir que el miedo y la incertidumbre no lo toman todo”. Al cantautor Marcelo Boccanera, en tanto, lo iluminó una música del japonés Kalanera que le entró al wasap al punto de instarlo a componer "Andra´ tutto benne", a principios de marzo, justo antes de suspender su gira por Europa. “Mientras la escribía, Italia comenzaba a derrumbarse en cifras espeluznantes y ahí me nació: 'Hoy el mundo está desierto / y no hay niños en las plazas /¿y cómo saber cuándo volverán?' Esta es la primera parte. La segunda habla del regreso a la vida con la fe encendida”, especifica Boccanera.

El guitarrista y compositor Juan Falú aporta tres creaciones a la lista de canciones nacidas en cuarentena. Una guarania “esencialmente romántica”; un gato instrumental llamado “Mishi en cuarentena", y una canción de cuna. “Estoy preparando un album de guitarra argentina para las academias de música. En estos tiempos me estoy sumergiendo en la guitarra, las composiciones y la escritura de sus arreglos, como hace mucho tiempo no lo hacía. Como siempre, la guitarra me acompaña como un bastón placentero y confiable”. Al “Topo” Encinar, tucumano como Falú, la cuarentena lo hizo pensar en “La Dominga”, una mujer que terminó mendigando en Nueva Baviera --localidad pegada a Famaillá— tras la desaparición de su marido. “El de Baviera fue uno de los ingenios que cerró Onganía en el 66. El marido de la Dominga, obrero del ingenio, tuvo que migrar en busca de trabajo y nunca más volvió. Es una historia real que transformamos en zamba con Néstor Soria”, detalla Encinar.

Las plumas femeninas también sueltan su profunda sensibilidad en las duras horas que tocan vivir. “La tristeza, la preocupación por el día a día, el dolor por tantos muertos alrededor del mundo, la incertidumbre de no saber cuándo se va a poder estabilizar esta situación no suelen ser buenas compañeras de los procesos creativos”, afirma Cecilia Zabala, guitarrista, compositora y cantante. “Sin embargo, se sigue luchando desde esta trinchera que es la búsqueda de la belleza a través de la música. Y la primera canción surgida en este contexto fue hace unas semanas, a través de una mirada sencilla y cotidiana, insta a quedarse en casa para cuidar al otro. También del respeto por la naturaleza, de ese ir hacia adentro para poder encontrar al otro".

La salteña Sara Mamani, cantora y heredera del “Cuchi” Leguizamón, destrabó emociones negativas a través de unas décimas agrupadas bajo el nombre de “Pedacitos”. “Me propuse hablar del ánimo de estos días pero sin nombrar ni al virus ni a la pandemia, solamente reflejar un estado de ánimo: “Si supieras lo que pienso... Que ya no puedo esperar / ni siquiera respirar / el aire de mi universo / Quisiera al menos un beso”. Por su parte, el dúo oriental que conforman Ana Preada y Pata Kramer escribió “Mecha”, mientras Flor Ruiz, atribulada por las ausencias, pensó en el extraordinario tecladista Carlos Fontana para crear “Carta para el Mono”. “Le digo que siempre estoy con él, que está en mis pensamientos de todos los días y que cuente conmigo. Es una carta cantada, cuyo estribillo dice 'no puedo dejarte, no voy a dejarte'...”, detalla la cantautora, acerca de la canción que proyecta subir a las redes en mayo.

Una tercera vía compositiva surgida en estos días covideanos es mixta y colectiva. Palabra a palabra, verso a verso, se encontraron virtualmente Marcelo Etcheverry, Pepe De Luca, Monica Carozzi, Sergio Coscia, Pablo Alonso, Mariano Fernández, Federico Sartori, Max Aguirre, Victoria Di Raimondo, Alejandra Peduzzi y Hernan “Cucuza” Castiello -entre más- para crear “El último sahumerio”, definido por “Cucuza” como el primer valsecito “cuarenteno y comunitario”. “Nació de una inquietud cotidiana, la de ir a buscar un sahumerio para prender y entender qué que solo quede 'un' sahumerio ya es un problema”, sostiene. “A mí me encantan los sahumerios, pero ahora ¿dónde mierda compro uno? De la misma manera, me encanta cantar e ir a ver música en vivo, ¿y cómo mierda hago ahora?”.

La analogía le pone un broche redondo a esta posible y tentativa lista de canciones nacidas en cuarentena.

Nebbia en pandemia

A Litto Nebbia, una máquina de ser y estar en la música, el encierro pandémico le habilita más tiempo para “hacer lo que hago habitualmente en casa cuando no estoy tocando por afuera” ¿Qué?: leer, mirar series, tocar el piano y la guitarra, todo más, mucho más, que en tiempos normales. “Estoy preparando algunos discos compilatorios exclusivos para las plataformas digitales”, cuenta a Página/12. Uno de ellos ya se lo puede disfrutar online y se llama Los archivos de Nebbia. Figuran en él, divididas en diez volúmenes, tomas de varios conciertos en diferentes partes del país y del mundo, temas inéditos y versiones “extrañas”, improvisadas sobre clásicos. También acaba de componer tres temas de los que solo tira los títulos: "Cristalino" "Tratando de explicar" y "Por un mundo mejor". “No me atrae el plan de hacer presentaciones tipo streaming, como se está estilando ahora. Me han convocado de algunos programas, pero ofrezco resistencia”, confiesa uno de los pioneros del rock argentino. “La verdad es que no me gusta que se mezclen los tantos… el gesto humanitario con el show business, quiero decir. Sin embargo, a modo de compartir el encierro con un poco de arte, trataré de realizar un micro casero con temas inéditos. Por estos días, toda mi energía está puesta en conservar la calma y la serenidad frente a esta mala película que se está viviendo internacionalmente”.

El imparable Tata Cedrón

“Tengo un listón de dos metros por cinco llenos de cosas musicales para hacer y en los ratos de ocio hago escarbadientes”. Ochenta y un años va a cumplir el “Tata” Cedrón el 20 de junio y va de suyo que ni se le ocurre frenar la marcha. No está yendo a la radio (tiene un programa en Nacional Folklórica los sábados), tampoco a esos bares telúricos en los que gusta tocar su guitarra, cantar, contar historias de esas que tiene a montones. Pero igual no para. “Ahora estoy trabajando cuatro canciones… es una serie con unas historias de Rafa Urretabizcaya, compositor y amigo patagónico. Y también con Roger Helou pasando a piano varios temas míos”, dice a Página/12. De lo segundo, se destacan revisitas a la milonga lenta “A Lola Mora”, gema del disco del Cuarteto Cedrón publicado en 1974; a “Chamarrita Porá” y a “La huella del cariño”, pieza pampeana con letra de Leopoldo Marechal, que Cedrón musicalizó y publicó en el disco Velay (2005). De lo primero, la conjunción entre el “Tata” y el poeta Urretabizcaya, que compuso cuatro relatos en base a historias que le contaba un gaucho pillo: Don Faco Nuco. “En total se llama Don Faco Nuco de Pilo Lil y es una especie de suite de cuatro piezas: un triunfo, una milonga, un estilo y una tarantela, cuyos versos están basados en la vida de ese gaucho de las orillas del río Aluminé. Son cuatro relatos que van a dar que hablar”, promete el imparable Cedrón.