La pandemia y la cuarentena obligatoria puso de relieve la importancia de la pequeña y mediana empresa en la actividad económica. No sólo en la producción y el empleo, sino en todo el entrelazado de las relaciones sociales que se tejen en la sociedad. Este sector vital, sin embargo, siendo además el más golpeado por la emergencia dentro del universo empresarial, no suele ser convocado a las reuniones de consulta con el sector productivo que se han hecho en la Quinta de Olivos. Un sector de la dirigencia pyme admite que una parte de la responsabilidad es propia, dado el fuerte grado de atomización que padece el sector y que le resta representatividad. Dos entidades de este sector, una por la industria y otra por el comercio, están intentando resucitar la histórica Confederación General Económica, la CGE, que tuvo a José Ber Gelbard como figura emblemática, para devolverle ese lugar protagónico en el debate. Marcelo Fernández, titular de Cgera, conversó con Página 12 sobre la propuesta que lanzó esta organización junto a CAME para reunir a todo el espectro pyme en torno a una nueva CGE. “Estamos trabajando en crear un solo interlocutor, para que el gobierno sepa que todas las pymes estamos en la misma mesa, discutiendo por nuestros intereses”, explicó el entrevistado.

¿Por qué optaron por buscar ese espacio de representación en una nueva CGE y no en fortalecer y coordinar a las organizaciones ya existentes?

Necesitamos reunir en una sola organización al conjunto de las entidades  pyme de todo el país, en todas las regiones. Que le dé más fuerza a la opinión y las propuestas de este sector. Y habiendo un antecedente histórico tan importante, no podemos desecharlo. Porque así se pensó y fue planteado por Gelbard y quienes lo acompañaron, precursores de nuestra historia gremial empresaria. La firma del Acta de Catamarca, el 26 de mayo de 1950, fue el primer paso. Cuando Gelbard le llevó las conclusiones al General Perón, presidente de la Nación, éste le respondió “organícense”. Tres años después, el 16 de agosto de 1953, nacía la CGE. Cuando el peronismo volvió al poder, en 1973, Perón designó a José Ber Gelbard, de la CGE, como ministro de Economía.

¿Y qué pasos se han dado ahora para retomar ese camino?

El pasado 18 de diciembre hicimos un encuentro conjunto en Parque Norte la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, CAME, y la Confederación General Empresaria de la República Argentina, Cgera, con la idea de reflotar las ideas y el pensamiento de la vieja CGE aggiornada a los tiempos actuales. Juntos, el comercio y la industria pequeños y medianos representados por nosotros, pero la idea es sumar a todas las entidades que están en este espacio, sin mezquindades, sin especulación. Por eso ni CAME ni Cgera han pedido ponerse al frente de esta nueva CGE.

La intención es tener una sola entidad que nos contenga a todos. Estamos conversando con las diferentes confederaciones, como la Asamblea de la Pequeña y Mediana Empresa (Apyme), con representación en todo el país, una entidad histórica con más de treinta años de actividad. Buscamos sumar a la mayor cantidad de cámaras, de empresarios, para que nos acompañen a recuperar esta entidad con 70 años de historia y defender los intereses y las propuestas de las pymes. Es nuestra obligación y nuestra responsabilidad, tanto de CAME como de Cgera, sostener este principio de acuerdo que tenemos para poder llegar pronto a, por lo menos, cubrir parte de la historia que tenía la vieja CGE cuando representó, en algún momento, casi un millón de afiliados.

¿Qué es lo que reflotaría de aquella historia de Gelbard y la CGE?

Gelbard era un empresario sin preparación académica, ni había terminado la primaria, su origen empresario es el de vendedor de corbatas. Pero tenía mucha visión, una gran capacidad para entender qué economía quería. Producción y trabajo eran su prioridad. Yo creo que se podrán discutir muchas cosas, pero los 14 puntos que Gelbard plantea cuando asume de ministro hablaban de algo muy ambicioso. Por ejemplo, la ley de creación de la Corporación de la Defensa de la Pequeña y Mediana Empresa, algo tan importante que hubiéramos necesitado para defender a las pymes cuando fueron muy atacada. O la ley de defensa de la producción y el trabajo nacional, que por rara paradoja nunca fue derogada: se la fue recortando parcialmente y se la dejó con un solo artículo.

Esta ley hablaba de defender a la empresa de las agresiones externas, de fijar aranceles a productos extranjeros que llegaran con precios muy por debajo de los de producción nacional. También hablaba de defender el empleo argentino. Muchas veces lo hemos conversado con dirigentes de la CGT, ojalá pudiéramos estar a la altura de aquellos tiempos para revivir esas propuestas. Hoy no haría falta una ley antidespidos, si una empresa recibía algún tipo de protección, directamente no podía despedir. Eso es lo que hoy queremos tener. Definir un rumbo productivo y, si viene otro gobierno a tratar de cambiarlo, debería pasar por el Congreso para torcerlo, salvo que fuera una dictadura.

Hoy cuando se discute de políticas económicas o medidas de gobierno, ¿sienten que no están representados?

Estamos en un momento que requiere de un gran debate sobre el modelo de país y llegamos con una enorme responsabilidad por lo que representamos, el sector pyme en general, por la participación en la producción, la participación en el empleo. Pero llegamos a esta instancia muy atomizados en la representación. Estoy convencido que tenemos que estar en la mesa de discusión. Porque tenemos mucha práctica, “mucha crisis” encima. Formamos cadenas de valor, nos conocemos y sabemos cómo funciona el mercado interno: la producción, la venta, la financiación. Podríamos aportar muchas ideas, pero tiene que haber la voluntad política de escucharnos.

¿Les preocupa no ser convocados a las reuniones de Olivos con empresarios?

Creo que hay funcionarios que nos conocen, y mucho. Nos han ayudado todo este tiempo, y de nuestra parte teníamos firmes esperanzas de un gran cambio después de estos cuatro años que hemos pasado. Y justo cuando empezaba este cambio, nos tocó el 19 de marzo y el inicio obligado de esa primera cuarentena. Una vez superado todo esto, ojalá se piense en un comité de crisis donde la pequeña y mediana empresa pueda llevar su gimnasia, sus ideas, su capacidad de adecuación a las crisis que ha quedado demostrada. Nosotros no sólo no queríamos ni una pyme menos, sino que esperábamos que las que cerraron se recuperen y se generaran además otras nuevas. Estamos viendo una realidad muy diferente.

¿Estamos a tiempo de evitar una nueva catástrofe en el sector pyme?

Está claro que si esto se prolonga en el tiempo y el Estado retirara la ayuda, prácticamente sería imposible subsistir. Por suerte, el Estado hoy está presente con mucha vitalidad. No habría forma de seguir para una industria o un comercio, si el Estado no estuviera ayudando con los salarios, el diferimiento impositivo, todos los aportes que está haciendo. Nos sigue faltando una pata, el sector financiero, ya que los bancos tienen una gran asignatura pendiente en esta etapa. Lo que han hecho con los cheques rechazados, los cheques devueltos, los requerimientos para habilitar un crédito demandados con total frialdad y desconocimiento de la realidad actual, es una señal de alarma. Es algo que hay que resolver de forma urgente. Si esto continúa no podremos prescindir de las entidades financieras, porque con la ayuda estatal sola no alcanza. Sabemos que las entidades públicas y cooperativas van a estar. El problema es la banca privada.