Las Fuerzas Armadas --Ejército Argentino (EA), Armada de la República Argentina (ARA) y Fuerza Aérea Argentina (FAA)-- están empeñadas en su campaña más amplia en duración temporal y extensión territorial desde la Guerra de Malvinas. Lo hacen cumpliendo una directiva de su comandante en jefe, que es el Presidente de la República, a través del Ministerio de Defensa, y es ejecutada a través del Estado Mayor Conjunto de las FFAA (EMCO).

Ello supone una movilización de unos 40 mil de los 80 mil efectivos que suman aproximadamente las tres Fuerzas. Es una campaña peculiar porque no se ejerce a través del combate armado sino de una operación de emergencia, dirigida a contribuir a enfrentar el grave problema de salud pública que es la pandemia causada por el covid-19.

Este desarrollo supone la instalación de hospitales de campaña, la distribución de alimentos, la colaboración en el examen médico de la población por los servicios sanitarios de las instituciones armadas y el despliegue de su capacidad logística por toda la extensión del país. Aunque se plantea sin referencias sociales específicas, es lógico que los medios militares concurran en ayuda de las poblaciones de menores recursos económicos, habitacionales y laborales.

Este operativo supone utilizar, entre otro equipamiento, camiones, cocinas móviles y los cuatro aviones Hércules C-130 que, modernizados, están en plena capacidad de vuelo.

Las consecuencias de este operativo implicarán un aporte a la enorme movilización estatal y privada que es motivada por la pandemia. Al mismo tiempo, este trabajo supondrá una influencia en el interior de las FFAA porque siendo una tarea auxiliar a su cometido central --ser el instrumento militar de la Defensa Nacional-- la acción propone y ejecuta un vínculo de otro carácter entre estas instituciones complejas y la población del país.

Pensar la Defensa Nacional después de la devastación macrista ya suponía un esfuerzo significativo para el país. La pandemia lo ha potenciado. Después de aprobado en forma inmediata --e insólitamente unánime-- por la Cámara de Diputados el proyecto presentado por el entonces titular del bloque del Frente para la Victoria (FPV), Agustín Rossi --hoy ministro de Defensa-- del Fondo Nacional para la Defensa, la media sanción se encuentra en el Senado. La propuesta implica destinar una cifra específica del presupuesto nacional para el reequipamiento de las FFAA. La idea es hacer eje en la pequeña y mediana industria nacional que ha sido y será capaz de dotar de un determinado nivel de equipamiento para las FFAA. 

Además, el área empresarial de Defensa consta de tres instrumentos importantes: Fabricaciones Militares --convertida en Sociedad del Estado por el macrismo y que mantendrá ese estatus, es decir no será privatizada--, con sus varias plantas; la Fábrica Argentina de Aviones (FADEA) “Brigadier San Martín”, en Córdoba, que construye aviones (como los Pampas) y venía reparando aparatos como los de las líneas aéreas de “low cost”; y los astilleros Tandanor (instalados en la Costanera Sur), que han efectuado desde la reconstrucción y modernización del rompehielos “Almirante Irízar”, hasta la construcción de barcazas para la industria privada. Si el Centro de Investigaciones Tecnológicas para la Defensa (Citedf), logra aunar esfuerzos con las capacidades del Conicet, la Argentina podrá potencia a su capacidad tecnológica en el área. Porque la deuda externa es también un peso ominoso sobre la posibilidad de los fondos para la Defensa.

La situación internacional de la región, como es sabido, viró en amplio modo desde el giro neoliberal causado por golpes de estado duros o parlamentarios y comportamientos electorales hacia la derecha. La mirada común sobre los problemas de la Defensa se disolvió junto con la Unasur. Por ello, la realización de las acciones bilaterales con algunos de los vecinos implicó la política posible para la circunstancias. Los acuerdos con Brasil, Uruguay y Paraguay acerca de protocolos comunes para enfrentar la pandemia en las regiones fronterizas y en los intercambios de personas que regresan a sus países de origen. Del mismo modo, construir esos protocolos comunes implica su aplicación en las campañas que los países de la región emprenden en el Continente Antártico. O, también, su aplicación en el contingente de Cascos Azules de la ONU estacionado en Chipre --por el largo conflicto entre las comunidades turcas y griega en la isla del Mediterráneo oriental-- supone que ello no solo se hará con los soldados argentinos sino con los paraguayos que están integrados a esta fuerza.

¿Qué panorama y qué posibilidades se plantearán para la Defensa en la era pospandemia? Reconstruir relaciones internacionales en el marco de la Defensa en el mundo que aparecerá, todavía no se sabe cuándo, es un problema lleno de incógnitas. Por de pronto, Defensa se aprestará a reconstruir la red de agregados militares que, de 51 al finalizar el gobierno de Cristina Kirchner, fue reducido por el macrismo a solamente 28. El Ministerio de Defensa prevé reabrir la agregaduría de Defensa en la India, una potencia militar de carácter atómico, cuya industria militar convencional puede tener interés para la Argentina, siempre con el precepto de que las compras de armamentos eventuales se realicen con la posibilidad del otorgamiento de derechos para su producción local.

En el mundo de crisis del neoliberalismo, la potencia militar de los Estados Unidos se ejerce con un poderío que se expresa en la cantidad de cursos de formación tecnológica (que siempre implican una influencia ideológica) dirigidos a oficiales de FFAA de otras naciones y su capacidad superlativa de producción de armamentos, que le deja suplementariamente la posibilidad de donar armamentos de generación pasada a los países de menor poderío. 

No debe olvidarse, al mismo tiempo, que la República Popular China es aliada estratégica de la Argentina. Éste será un mundo de desafíos y equilibrios, donde la política exterior le marcará pasos a la Defensa, en un horizonte deseable de la mayor autonomía relativa posible. Entre tanto, Defensa prepara una nueva directiva sobre ciber-defensa, un aspecto clave en la preparación militar; diseña una nueva Directiva Estratégica Militar (DEMIL), norma que orienta de manera específica el comportamiento de las FFAA. 

También ha conformado un comisión para reglamentar o modificar la Ley de Reestructuración de las FFAA, dictada durante el gobierno de Alfonsín, y prepara un nuevo diseño de la Ley del Personal Militar. Se trata del estatuto que rige la promoción y las calidades de la vida militar, su real estatuto de personal. Implantado por la dictadura de Alejandro Lanusse en 1971, carece hoy de capacidad para plantear los problemas de la actualidad. Allí trabaja una comisión integrada por la exministra de Defensa del kirchnerismo, Nilda Garré, hoy también titular del Instituto de Estudios Estratégicos Manuel Belgrano, del MINDEF, y el también exministro en el área de Alfonsín, de la Rúa y Duhalde, Horacio Jaunarena. Junto a ellos, se integrarán un representante por cada Fuerza y otro por el EMCO. Se harán presentes también diputados y senadores nacionales por la mayoría y la minoría para que la norma que se proyecte tenga andamiento parlamentario consensuado.