“El objetivo es parar el trabajo corrosivo del olvido”, plantea Elio Kapszuk, responsable del área de Arte y Producción de la AMIA. Este jueves la entidad de la comundad judía publicará junto a Página/12 un Abecedario de la memoria, que la institución trabajó junto al ilustrador y humorista gráfico del diario Patti. Un proyecto de largo aliento que, cuentan sus promotores, no sólo se enfoca en el atentado que sufrió su edificio hace 26 años, sino en el constante ejercico de memoria que se debe una sociedad. Además, se trata de la primera acción del año vinculada a esa efeméride, que tendrá lugar exactamente un mes después de la publicación del suplemento especial.

“El arte no tiene por qué ser temático, pero cuando lo es, es potente y eficaz”, ahonda Kapszuk. No es la primera vez que la AMIA trabaja con el humor gráfico o la ilustración para abordar temas de derechos humanos, e incluso el atentado que sufrió en su propio edificio. El caso más conocido es la intervención en la estación Pasteur del subte B de la ciudad de Buenos Aires, que aun conserva gigantografías de viñetas de decenas de autores. “El humor no es sólo reírnos. El humor no es sólo el chiste, también es esa daga simbólica que puede herir en forma muy eficaz para cuestionarnos, para enfrentarnos a una situación”, asegura. “El absurdo no es sólo una herramienta del humor, es parte de la realidad que vivimos, y el humor nos interpela porque, insisto, el arte no tiene por qué ser temático, pero cuando lo es, es potente y eficaz porque va a las entrañas”.

Justamente trabajando en torno al humor es que los responsables de la entidad conocieron a Patti. El dibujante cuenta al respecto que fue un trabajo intenso y de varios meses. “Él me tiraba letra con todos los temas y después veíamos si cambiábamos algo, porque son temas jodidos”, reflexiona el dibujante. “Por ejemplo, el Holocausto al llegar a la ‘H’, ¡es un tema muy jodido! Más con un dibujo como el mío”.

El resultado, explica Patti, está más cerca de la ilustración que del tradicional humor gráfico de chiste con remate, que es su plano de trabajo habitual. “Está bueno que te saquen de tu lugar un poco”, celebra. A la hora de plasmar en el papel, Patti eludió lo que se espera de él. “El monito mío clásico en algunos lo hago, en otros no; a veces dibujo cosas más simbólicas”, señala. “Como en ‘Holocausto’, que es la estrella de David un alambre de puas, o el de la AMIA es una nenita frente a los escombros, y no tiene intención humorística más allá del estilo de dibujo. En el dibujo de (José Luis) Cabezas hice una caricatura de él y en el fondo una situación de secuestro. Si bien es caricatura, es muy respetuosa, porque es un tema de mierda para hacer un dibujo humorístico”, recuerda a propósito del asesinato del fotógrafo.

El desplegable que llegará a los kioscos mañana propone un “tema de memoria” por cada letra del abecedario. “Para nosotros lo más importante de este abecedario está sugerido en la viñeta de tapa: queremos que sea una herramienta pedagógica que sirve de disparador para que docentes y alumnos puedan trabajar, que sea un disparador entre padres, y que esta doble página pueda ser un póster y que cada letra tenga su explicación de qué fue lo que pasó”, propone.

“Muchos tienen que ver con AMIA, pero otros sirven para todos. Porque no se puede estar a favor de la memoria de un lado y no del otro. Valen para Cromañón o cualquier otro crimen impune. Me parece que no hay límites en la posibilidad de abordar los temas. Por supuesto, luego los abordajes tienen que ser pertinentes. El humor como apelación vinculada a la memoria y la búsqueda de justicia es sumamente eficaz”, agrega.

“Entendemos que la memoria es una sola. La lucha por la memoria incluye el atentado a la AMIA, pero no solamente eso. La memoria es inclusiva. Están aquellos que creen que recordar el pasado es una mochila pesada que te tira al fondo del mar y no te permite ir al futuro. Nosotros creemos lo contrario, que la memoria permite construir futuro desde el presente. Es la raíz y una decisión de qué tenemos que recordar los argentinos. La recordación es parte de la identidad”, sintetiza. El alfabeto, reconoce, no alcanza para cubrir todos los temas que deben recordarse, pero lo señala como “una base importante” que busca responder la pregunta “¿De qué no nos tenemos que olvidar como argentinos?” Es que, advierte, el olvido es automático pero recordar exige trabajo. “Por eso, es importante la creación de lugares físicos y simbólicos, el cumplimiento de las efemérides. Sin ese aparato de producción, el olvido barrería lo que sucedió en forma muy rápida. Lo que hacemos justamente es generar acciones que permitan traer al presente aquello que sucedió y hacerlo presente”. En ocasiones, apunta Kapszuk, esa memoria debe transmitirse de una generación a la siguiente.