Nació en el Bronx, en Nueva York, pasó algunos años en San Francisco y ahora vive en Atlanta, el lugar en el mundo que considera su hogar, donde vive con su perro Justice. Atlanta es la capital del estado sureño de Georgia, que está gobernado por Brian Kemp, un republicano con vínculos con el supremacismo blanco. Atlanta es también uno de los epicentros de las protestas contra el racismo desencadenadas por el asesinato de George Floyd en manos de la policía. Las violencias están entrelazadas: en su relato sobre los efectos del coronavirus en ese país, Saifa Wall menciona cómo los estragos de la pandemia se combinan con el abandono de los gobiernos que dejan a las personas más vulnerables a su suerte. Pero también habla de un tema mucho menos evidente: “El coronavirus trajo consigo una gran celebración de la figura de los médicos. Creo que hay médicos que están, como se suele decir, en la primera línea y que están haciendo un trabajo extraordinario. Pero ponerlos en un pedestal es peligroso. Cuando me quebré la muñeca en 2017, fui operado y recuperé la sensibilidad de mi mano, que creí que no iba a volver. Fue un gran trabajo pero la clave fue que yo pude dar mi aprobación para esa cirugía. Los activistas intersexuales de todo el mundo están peleando justamente por eso: el consentimiento”. 

Sean Saifa Wall es uno de los fundadores de InterACT, una organización que protege los derechos humanos de los jóvenes intersexuales, y es cofundador del Intersex Justice Project (IJP), cuya misión es terminar con las cirugías cosméticas no consentidas a lxs bebés y niñxs. Ahora es asesor del Fondo Astraea Intersex para los Derechos Humanos y uno de los creadores de Emerge, un proyecto en el que combina arte y militancia.

¿Qué dejó en evidencia la pandemia y el asesinato de Floyd?

En Estados Unidos llegamos a un punto crítico en el que tenemos que cuestionar seriamente el rol de la policía y el daño que le hacen a las comunidades negras. Con “daño” quiero decir: el uso perfiles raciales (basarse en la etnia como sustento para sospechar que alguien ha cometido algún delito), ejecuciones, detenciones arbitrarias, violaciones y abusos sexuales. Acá, la semana pasada se celebraron elecciones primarias y hubo una situación bastante caótica con horas de cola. Muchas de las máquinas (para el voto electrónico) estaban rotas y no había traductores disponibles. El Estado trataba de desalentar y quitarle poder al voto negro. Tenemos un gobernador que es un supremacista blanco. Es muy claro cuando se ve lo que ha pasado con la cuarentena. Se cerraron algunos lugares durante algunas semanas, pero Georgia reabrió velozmente. Eso es un reflejo de la falta de interés en las personas que serán las más devastadas por el coronavirus, que son por supuesto las personas negras, los trabajadores, los pobres, las personas que no tienen cobertura médica. La gente se está manifestando por el crimen de George Floyd pero también por las muertes evitables de tantas personas negras en manos de la policía como Breonna Taylor y Tony McDade, un hombre trans asesinado en Florida, por solo nombrar algunos crímenes de las últimas semanas.

Se habla de una sensación de hartazgo sí, pero considerando que estos crímenes ocurren realmente todo el tiempo... ¿por qué ahora están teniendo tanta convocatoria las protestas? 

Hay mucha gente que no está trabajando o está desempleada. Cuando la gente tiene que trabajar y pagar cuentas es mucho más difícil organizarse de manera efectiva. Nuestro presidente siempre deja muy en claro que su prioridad son las corporaciones y que no le preocupa la clase trabajadora, especialmente las personas negras. Para mí y mis amigos hoy la gran pregunta es ¿cómo sería tener un mundo sin policía? ¿qué función cumple realmente la policía? ¿qué otras formas de cuidarnos entre nosotros y protegernos podemos construir sin involucrar a instituciones como la policial? Hace unos días fui a comprar comida con una amiga que llevó su propio carrito de las compras. Entonces en la tienda creyeron que estaba robando y amenazaron con llamar a la policía. Discutimos con la persona que atendía y la hicimos entrar en razón. Pero el primer impulso fue el de llamar a la policía. ¿Por qué alguien llamaría a la policía para resolver ese tipo de conflicto justamente ahora? Nuestro sueño de crear comunidades con policía reducida o incluso sin policía va a llevar mucho tiempo. Lo interesante de este tiempo es que por lo menos nos estamos haciendo estas preguntas.

La policía también pertenece a la clase trabajadora y muchas veces también es afrodescendiente...

Yo crecí en el Bronx, en Nueva York. Era un lugar que a toda hora y en cada rincón era monitoreado por la policía. Vivías con escenas de detención y de arrestos. La gente, mis vecinos, eran golpeados por la policía todo el tiempo. Recuerdo el caso de un inmigrante de Guinea que en 1999 fue asesinado a balazos por la policía de Nueva York, Amadou Diallo. Recibió más de cuarenta balazos. La policía asesinaba gente, nuestros amigos, nuestros vecinos, todos los días pero al mismo tiempo había una sensación de que dependíamos de la policía. Son ellos los que acuden cuando se denuncia violencia machista, entre otras cuestiones cotidianas. Cuando yo me gradué de la secundaria mis opciones no eran muchas: podía unirme a la policía, al ejército, buscarme algún trabajo y muy en última instancia tratar de seguir estudiando. Creo que hay mucha gente de las clases populares, gente de color, latinos que entran a la policía porque es una salida laboral sencilla y necesitan la plata. Hay gente que se une a la policía con inocencia y porque piensan en “acabar con el crimen”. También están quienes ingresan lo ven como una forma de convertirse en autoridades, porque les interesa el poder y el control. Es muy complejo. 

¿Cómo es que un agente de origen afro de estas grandes ciudades termina ejecutando personas negras?

Eso pasa a menudo. De los dos oficiales que estaban presentes cuando George Floyd fue asesinado, uno tenía orígenes afro. Hay que trascender qué les pasa a los agentes a nivel particular, si son “buenos”, si son “malos”, y pensar que están trabajando en un marco de pensamiento que está dado por la supremacía blanca.

¿Sufriste la detención en carne propia?

No, gracias a Dios. Pero sí fue asediado por la policía muchísimas veces. Requisado, interrogado, amenazado. Mi padre murió en la cárcel del Estado de Nueva York. Estoy trabajando en un proyecto documental sobre su encarcelamiento titulado "Cartas a un hijo nonato". Por la historia de mi padre es que yo me pasé toda la vida tratando de evitar la prisión. Como sociedad nos debemos algunos cuestionamientos. Hay que ir a buscar el problema en la cultura policial del uso de los perfiles raciales.

VIOLENCIA MÉDICA E INTERSEXUALIDAD

En tu charla TED dijiste que existe un paralelo entre cómo la comunidad médica ha infringido violencia en los cuerpos intersexuales y cómo el Estado viola la integridad de las personas afrodescendientes…

Las personas negras son marcadas para su ejecución por el Estado. Cuando hablamos de violencia estatal, hablamos de la instituciones y estructuras que están diseñadas para proteger a las personas con poder. Y esta violencia impacta de forma desproporcionada sobre los afroamericanos, especialmente a causa de la historia que tiene Estados Unidos. En este país los afroamericanos representamos un 14 por ciento de la población pero representamos un 50 por ciento de la población en las cárceles. ¿Cómo se explica esta desproporción? Cuando hablamos de violencia estatal contra las personas intersexuales hablamos de cuerpos que son marcados como “anormales” por parte del Estado, cuerpos que necesitan ser “arreglados”. Estos cuerpos son dañados y ni siquiera existen estadísticas que nos permitan contabilizar el daño. Los médicos que comenten estos atropellos no tienen que dar explicaciones ni a los hospitales ni al Estado. Las personas intersexuales somos lastimadas por los médicos. Somos sometidas a cirugías no consensuadas en edades donde no podemos decidir. En algunas partes del mundo a las personas intersexuales se les niega la posibilidad de tener un documento de identidad, se les prohíbe adoptar. En casi todas las regiones del mundo somos blanco de violencia y acoso.

En sus libros, Sean Saifa Wall ha descrito cómo fue crecer en el Bronx en la década de 1980 en una familia con otros miembros intersexuales. En una entrevista con el activista Pidgeon Pagonis, describe cómo uno de sus tíos fue obligado a dormir a la intemperie, en el porche del hospital, después de una cirugía, y cómo en su caso entiende que su identidad intersexual y la negritud son cuestiones inseparables. “Cuando llegué al mundo con mi genitalidad ambigua y unos testículos que no había descendido, los doctores debatieron qué género asignarme, pero decidieron que tenía lo que entonces llamaban ‘Síndrome de Feminización Testicular’, ahora conocido como Síndrome de Insensibilidad a los Andrógeno. Al igual que mis dos hermanos mayores que también tienen AIS, me asignaron mujeres. Al igual que a mis dos hermanas mayores, que tenían el mismo síndrome, decidieron asignarme como mujer”, contó.

A los 13 años,  “esas características suaves de una niña estaban haciendo espacio para una línea de la mandíbula más angulosa, brazos y piernas peludas, hombros anchos y una voz más profunda. Al mismo tiempo que ocurrían estos cambios, sentí dolor terrible en el área inferior de la ingle. Mi madre finalmente me llevó al hospital, donde me extirparon los testículos no descendidos. Desde ese momento todos los días en la escuela secundaria, tomé unas pequeñas píldoras amarillas, que mi madre me recordó que me haría ver tan ‘hermosa’. Pero yo no quería ser ‘hermosa’”

¿Cómo es hoy la legislación en Estados Unidos para proteger a bebés y niñxs intersexuales de las cirugías no consensuadas?

Hay una resolución en California que funciona solamente como una sugerencia a los médicos. Les piden que consideren posponer las cirugías destinadas a “normalizar” cosméticamente las variaciones en los genitales de bebés intersexuales. Es apenas una sugerencia, no existe una legislación que realmente proteja a los niños intersexuales de las cirugías no consensuadas. El activismo por supuesto que sigue trabajando aun en tiempos de pandemia. Hay diferentes organizaciones haciendo distintas cosas hoy por hoy. Está la Campaña Intersex para la Igualdad que está trabajando con una propuesta de documentación no binaria para Estados Unidos. Está Interact que trabaja con cuestiones de políticas públicas para las infancias intersex y adolescentes. Está la Sociedad Intersex de Houston, que más que nada opera en Texas, y el Proyecto de Justicia Intersexual, adonde pertenezco. Estamos trabajando con campañas en hospitales dedicados a la pediatría para terminar con las cirugías no consensuadas a personas intersexuales.

¿Cómo se entrecruzan e interactúan ambos activismos en tu vida?

Desde muy joven manifesté una no conformidad con el género que me había sido asignado. Siempre fui visto como alguien “diferente” y con el tiempo empecé a ser también tratado de ese modo. Cuando “salí” del closet y empecé a salir con mujeres fui asediado, tratado con violencia. Cada vez que hablo de que soy intersexual no puedo evitar no hablar, más o menos explícitamente, también de mi existencia como persona queer y mi negritud. No son elementos de mi identidad que pueda separar. Debido al racismo la gente espera escuchar narrativas intersex que eludan la cuestión étnica. Para mí es importante poder dar cuenta de la complejidad de todas mis identidades. Mi cuerpo ha experimentado violencia por ser queer, por ser intersex y por ser negro.

Hablamos bastante de las instituciones médicas pero, ¿qué papel cumple por ejemplo la escuela en esas violencias?

 

La escuela podría hacer mucho más de lo que hace para proteger a las infancias lgbti. Durante mi infancia y mientras fui creciendo, antes de ser castrado a los 13 años, mi cuerpo se fue desarrollando de un modo distinto al que se esperaba. Empecé a desarrollarme con características masculinas aunque había sido asignada en mi nacimiento como niña. Siempre me pregunto qué podría haber hecho la escuela para que mi vida fuese un poco más fácil. Si en la escuela te molestan, por ejemplo, si sos cabezón, imagínate cómo es tener una infancia intersexual. Existen algunos datos sobre bullying de chicos y chicas trans, pero no existen índices semejantes en el caso de las personas intersexuales. Las escuelas tienen la responsabilidad de proteger explícitamente a las personas intersexuales. ¿Qué se puede hacer? Por ejemplo, brindar educación sexual que incluya información sobre los cuerpos intersexuales. Explicar a los docentes qué son los cuerpos trans y los cuerpos intersex. La corporación médica se ha encargado de erradicar las identidades y las experiencias de vida de las personas intersexuales también de la educación. Mi trabajo, como el de muchos otros activistas, es volver visibles esas experiencias y esos cuerpos.