Integrante del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH) de la Universidad Nacional San Martín (UNSAM), Juliana Cassataro encabeza un equipo científico compuesto en su mayoría por mujeres (nueve de once) que recibió un subsidio de 100 mil dólares por parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación para investigar la vacuna contra el coronavirus, el primero de estos proyectos surgidos en Latinoamérica.

“Hice todo en la escuela pública”, comenta Cassataro al Suplemento Universidad. Tras completar el secundario en su Mar del Plata natal, estudió biología en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) y luego obtuvo un doctorado en inmunología en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

La labor interdisciplinaria es uno de los ejes fundamentales del equipo, cuyos miembros se desempeñan en distintas ramas de la biología. Un ejemplo: gracias a la creación del primer test serológico hecho en el país –que mide los anticuerpos contra la COVID-19– por parte del grupo de la viróloga Andrea Gamarnik, el equipo de Cassataro logró obtener las proteínas del virus para profundizar en la investigación de la vacuna.

Esa iniciativa es la primera de este tipo que se impulsa en Latinoamérica. De esta manera, Argentina se suma a Estados Unidos, Inglaterra, China y Alemania, entre otras potencias, en la búsqueda de la vacuna contra el coronavirus.

- ¿Había un proyecto previamente diseñado o todo surgió a partir de la inversión del Estado?

- El proyecto se hizo porque hubo ese llamado y ahí lo desarrollamos. En realidad veníamos trabajando en áreas que son complementarias para esa iniciativa, pero sin financiamiento no podemos hacer nada.

- La ciencia y la tecnología sufrieron un período de estancamiento durante el gobierno anterior. ¿Qué opinión le merece la reactivación de proyectos en el área?

- Creo que la reflexión es que la ciencia tiene que ser una política de Estado para permitir que, más allá de que cambien los gobiernos, se siga financiando y continúen los proyectos. No vamos a hacer una vacuna en seis meses. Llevará años. Si otros lo pudieron hacer, es porque tuvieron una inversión en ciencia y tecnología sostenida y de altísimo nivel.

- Las universidades públicas ganan impulso también en este contexto…

- Sí; la UNSAM, por ejemplo, tiene un montón de capacidades y de instalaciones que nos permiten trabajar. Igual, tarde o temprano, la vacuna va a tener que trasladarse a un laboratorio grande. Para hacer un fármaco, después necesitás una gran inversión y una tanda de producción que en la universidad sola no podés hacer.

- ¿Se ofreció alguna empresa?

- No, todavía no.

- El equipo está conformado en su mayoría por mujeres. ¿Es un logro de esta época?

- En nuestra área, las ciencias biológicas, la mayoría de los becarios son mujeres; y después empieza a cambiar la curva y más arriba son más varones. Pero sí, en ciencias biológicas somos muchas mujeres.

- ¿Cree que este proyecto les dará más visibilidad a las mujeres en la ciencia?

- Sí, ojalá que sí.

- ¿Qué ventajas tiene el trabajo interdisciplinario?

- Trabajamos con colegas que estuvieron en el desarrollo del kit serológico y entonces todo lo que aprendieron lo vamos a usar ahora en este proyecto. Si no hubiéramos colaborado con ellos, esto no lo podríamos sacar adelante. No tendríamos experiencia en el desarrollo de esas proteínas ni nada.

- ¿Se fijan en iniciativas de otros países?

- Estamos mirando los proyectos internacionales, los que están en fase 1 y fase 2, para ver qué resultados tienen. No me interesa decir que descubrimos la pólvora, sino que el trabajo que estamos haciendo funcione.

- ¿Sienten presión ante las expectativas que se generaron?

- El problema es de comunicación. Todas las personas que trabajan en las vacunas saben que el proceso lleva un tiempo. Hasta ahora el tiempo de desarrollo son 10 años. El desarrollo de la vacuna del virus del papiloma humano llevó 15, el de la varicela 27; la vacuna del VIH todavía no se logró. Es algo que hay que intentar, pero nadie sabe qué va a suceder.

- Pareciera que se espera una vacuna milagrosa que esté en seis meses…

- Desde nuestro lado no va a poder ser, porque recién en nueve meses se termina una fase y recién después viene toda la fase para ver si hay efectos adversos. Todo eso lleva como mínimo uno o dos años. La vacuna se la das a individuos sanos. No se puede probar tan rápido ni sin evaluar la seguridad.

- ¿Cree que es irresponsable que los medios anuncien la vacuna en esta fase tan temprana?

- Si se quedan en el título, van a pensar que la vacuna está ya, pero creo que siempre he sido clara respecto a que este tipo de trabajos lleva mucho tiempo.