Impresionante banda Naranjos. Sus letras conllevan misterios. Escapan a la fría concepción de la razón instrumental. Más bien van hacia los enigmas del hombre y se quedan allí, escarbando. Y sus músicas crudas, espesas, que visten a ellas, facilitan los vasos comunicantes entre una y otra dimensión. A Damián “el árabe” Ramil, obvio, no le queda otra que admitirlo. “Naranjos es una banda existencialista, sí”, se pronuncia el cantante y compositor como una manera de entrar por la puerta grande a El misterio y la fe. “Lo somos porque este disco refleja la duda misma de la existencia, el misterio que significa estar vivo y la fe que uno tiene que tener para sobrellevar el camino. Esto, trasladado a las canciones, se convierte en preguntas poéticas como el suspiro del verbo, como una canción que se pregunta”.

Canciones oscuritas que se preguntan, ahí va. Once en total, que el cantante y compositor explica como cuadros dentro de cuadros. Si piensa en “Dejando huellas”, elegida como corte de difusión, piensa en la frase: ´siempre buscando libertad queriendo ver un poco más´. Si se para en la que más le gusta (“Naufragio”), clava su alma en el más existencialista de los lenguajes estéticos de acá: el tango. “´La vida es como un río dispuesto desbordar, uno se hunde solo si es que no aprendió a nadar. Y yo así, por ver con quién salgo de aquí´”, transcribe y define: “Me parece que es la letra más tanguera de todo el disco, igual que la del tema homónimo. La pregunta ¿decime qué es lo que hago con todo este amor? engancha con la de ´Dónde vas´, y las dos configuran la idea de que el amor, entre todas las cosas que lo conforman también está hecho de heridas, como un guerrero. A veces el amor es un guerrero, quiero decir”.

Ramil el árabe fundó la banda en el conurbano Oeste, dos años antes del fin del siglo XX. Tras surcar fangos y bellezas del under publicó su primer disco en 2003 (el sorprendente Morirai), siguió tres años después con otra cara de la misma moneda (Vibrai), y un derrotero que acostumbró a sus huestes a pedir más: Existe (2009), Todas las horas del tiempo (2013), el en vivo de 2015, y éste, que encuentra a la banda conformada por Ignacio “Nacho” Rodríguez en guitarra, Fernando “Eche” Echevarría en batería y Bruno Badaracco en el bajo. “Siento que hoy la banda está en el medio del camino, en el medio de su vida, transitando como todo”, retoma el árabe. “Hemos vivido momentos de crisis, como éste, pero creemos que las canciones, la poesía y los artistas son algo esencial para sobrevivir. Somos protagonistas de nuestro tiempo y en las canciones también está reflejado el momento histórico que nos toca vivir”.