Carlos Monsiváis, figura cimera del ensayo en mi país, ha reconocido su deuda con el New Journalism de Tom Wolfe. Publicó en 1980 una antología de la crónica en México A ustedes les consta que demuestra que la crónica que él llama “género periodístico y literario” puede emocionar más que la literatura. Carlos Fuentes va más lejos al decir que Bernal Díaz del Castillo es nuestro primer gran novelista, Monsiváis considera a la crónica como una admirable operación creativa e informativa de la cultura mexicana. En el espacio de la crónica, hay cabida para la pequeña y gran historia, la denuncia y la lucha de clases, pero sobre todo para la reflexión filosófica y social. Carlos Monsiváis nacido el 4 de mayo de 1938 y fallecido el 19 de junio de 2010 fue además de analista político un gran pensador mexicano que mucho le habría ayudado al actual gobierno de nuestro país ya que abarcaba tanto la cultura como la política nacional y fue un extraordinario asesor del candidato de izquierda a la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador. Sus libros de crónicas, crítica política, crítica literaria y asimismo crítica de la poesía se remontan a 1966 pero su presencia se hizo totalmente indispensable a partir del Movimiento Estudiantil de 1968 al que Monsiváis le dedicó conferencias, reflexiones y libros como Entrada Libre (1987) Los rituales del caos (1985) además de un sin fin de ensayos lúcidos y aleccionadores que lo convierten en uno de los pensadores más valiosos de nuestra vida política, social y literaria.

Cuando era muy joven, Monsiváis deseó ser poeta pero muy pronto se lo tragó la tremenda y absorbente realidad mexicana. Una crítica monsivaisiana podía destrozar o ensalzar tanto en el campo de la política como en el de la literatura. Aunque él consideró en uno de sus mejores libros, Lo marginal en el centro, que Salvador Novo era uno de los grandes creadores de la literatura de América Latina, se equivocó porque Monsiváis superó en mucho al maestro y abarcó campos que la mezquindad de Novo nunca llegó a alcanzar. A Monsiváis lo adoraron los jóvenes y lo consideraron su gurú; la mayoría de los acontecimientos de nuestro atribulado país no pueden explicarse sin la presencia lúcida de Monsiváis que a las siete de la mañana ya había leído todos los periódicos de México. Al final de su vida, Carlos Monsiváis se obsesionó con el Movimiento Estudiantil de 1968 en México y escribió y volvió a escribir sobre él. Incluso recorrió a México dando conferencias sobre este tema ante jóvenes entusiastas que le dieron el afecto y la admiración que merece un líder de su talla.

Todos recibimos algo de la generosidad de Monsiváis. Yo le doy las gracias todas las mañanas de mi vida.