“Ah, ahí estás”, dijo entre dientes Noel Gallagher al promediar la grabación del MTV Unplugged de Oasis. Su mirada parecía perdida en el vacío, pero acababa de identificar a su hermano Liam en uno de los palcos del Royal Festival Hall de Londres. Mientras el menor bebía cerveza y fumaba como si estuviera en una fiesta animada, el mayor se ponía el compromiso al hombro también como cantante. Imperceptible para la mayoría de los presentes, una corriente de odio fraterno alimentaba la escena. Con sus canciones vestidas para la ocasión, la banda insignia del britpop tenía la chance de entregar una noche de antología. Pero Liam ya se había mostrado desenfocado y desaliñado en la prueba de sonido. Y al filo de la hora señalada para subir al escenario, tenía tanto alcohol en sangre que, según los testigos, apenas podía mantenerse en pie. La explicación oficial fue que una repentina laringitis lo había dejado fuera de combate.

Aunque aquel 23 de agosto de 1996 Noel salió relativamente bien parado de la encrucijada, los directivos del canal musical no quedaron del todo conformes con el producto. Y decidieron ponerlo al aire recién unos meses más tarde, cuando el propio Noel se bajó en medio de una gira y los rumores de separación empezaron a tomar forma. Fue un capítulo más en la agitada y conmovedora historia de los Hermanos Macana del rock inglés. Y aunque muchos esperaban que su MTV Unplugged pudiera volar a una altura similar a la que había alcanzado Nirvana unos años atrás, el registro en cuestión nunca llegó a editarse oficialmente. Fue, de alguna manera, su disco maldito. Visto retrospectivamente, los de Manchester venían de hacer cima en su propio Everest: (What’s the Story) Morning Glory? fue una jugada magistral, repleta de melodías imbatibles y estribillos con alma de clásicos que conquistó al mundo hace casi veinticinco años.

Al calor de himnos recién estrenados como “Wonderwall” y “Don’t Look Back in Anger”, el grupo estaba subiendo por su propia escalera al cielo. Unos pocos días antes de tocar el set “desenchufado” frente a cámaras, habían convocado a un total de 250 mil personas en dos fechas consecutivas en Knebworh House . Y más de 2 millones se habían quedado afuera, básicamente porque no había más entradas disponibles. Quizás borracho por esa atmósfera de omnipotencia y gloria fue que Liam se perdió la cita en la que habían brillado Jimmy Page y Robert Plant, entre otros héroes del género. Si la performance de Noel por momentos se acercaba a la de un solista con banda propia, entonces resulta casi natural que su hermano, socio y archirrival haya accedido a dejar su propia impronta en la extensa lista de shows curados por MTV. Ninguna de las dos experiencias se acerca a lo que hubiese sido un álbum de Oasis en su esplendor, pero ambas funcionan como opuestos complementarios de una retorcida tradición familiar.

Después del punto final de la aventura compartida, Noel se lanzó al ruedo con los High Flynig Birds, mientras que Liam siguió adelante con los miembros restantes del grupo bajo el paraguas de Beady Eye. Fue su primer intento de abrirse camino en el mundo de la canción ya alejado del indudable talento de su hermano mayor. Cuando inauguró su etapa solista a secas en 2017, confesó en una entrevista publicada por Rolling Stone: “Todavía no confío en mí mismo como songwriter”. Tanto en su disco debut As You Were c omo en el posterior Why Me? Why Not , buscó aliarse con especialistas en la materia como Greg Kurstin (Celine Dion, Beck, Lilly Allen) y Andrew Wyatt (Lady Gaga, Lorde, Bruno Mars). El resultado pudo haber mejorado su autoestima en el ítem composición, pero por momentos la sobreproducción terminó por quitarle relieve y textura a su principal atributo: ese timbre nasal, a veces desprolijo y siempre sentido que funcionó durante años como sello de calidad en Oasis.

En ese sentido, lo que su demoradísimo MTV Unplugged viene a reponer es precisamente lo que en términos barthesianos se podría describir como el grano de la voz. Ese aire arrogante y canchero, mitad peleador callejero y mitad príncipe de dudosa alcurnia, que en definitiva lo pinta de cuerpo entero y le otorga su verdadera dimensión como artista: su calidad como intérprete. El recital grabado el 3 de agosto del año pasado en el Hull City Hall de Kingston upon Hull, en el condado de Yorkshire, reúne una decena de piezas que remiten en partes iguales a su pasado y a su presente. Como sea, la balanza termina inclinándose para el lado de la nostalgia. Aunque se trate de “One of Us”, un tema de su último trabajo en el que le reprocha a un interlocutor que podría o no ser imaginario: “Después de todo esto vas a descubrir/ que siempre fuiste uno de los nuestros/ Dijiste que viviríamos por siempre/ A quién pensás que estás engañando?”.

No hace falta aclarar que los puntos más altos del álbum llegan con sus relecturas de ciertas páginas doradas de la historia de Oasis. Un recorrido cargado de emociones en el que pisan fuerte dos temas del consagratorio (What’s the Story) Morning Glory?, “Cast No Shadow” y “Champagne Supernova”, la gema encargada de ponerle el broche final a la velada. El repertorio también incluye a “Some Might Say”, “Stand by Me” y un Lado B de Definitely Maybe como “Sad Song”, que originalmente interpretó Noel, con Paul Arthurs, más conocido como Bonehead, en el rol de guitarrista invitado. Ovacionado por su público, Liam hasta se permite hacer una broma en referencia al episodio fallido de 1996: le dedica “Once” a Bonehead, “que tuvo que hacer el MTV Unplugged… dos veces”. En definitiva, un cuarto de siglo más tarde el menor de los Gallagher viene a enrostrarnos que el conocido refrán que reza que ‘las segundas partes nunca fueron buenas’ puede estar pifiado.