La relevancia simbólica de este aniversario es incluso más grande que la del anterior, cuando se cumplieron los 40 años. Para quienes entonces no estaban avisados, hoy debería ser obvio de toda obviedad que las líneas rectoras de este Gobierno son, en esencia, las mismas que inspiraron a los patrones civiles del golpe. Un endeudamiento externo feroz; el alineamiento a rajatabla con los intereses del mundo financierizado;  el salario como variable de ajuste; el progresivo desmantelamiento industrial; la corrupción de los hombres de negocios con el Estado, son sólo algunos de los datos incontrastables que dan testimonio de esa continuidad histórica.

Sin embargo, las experiencias que desde el recupero democrático lograron hacer frente a la secuencia oligárquica no fueron en vano. Ahora, sectores muy significativos de la sociedad se muestran alertas y movilizados. Estos días son testigo de una reacción, aún dispersa en su representatividad política, que llegó mucho antes de lo esperado. Son reservas activas que siembran de obstáculos el camino macrista.

En esa resistencia, que en definitiva expresa la nunca resuelta dicotomía pueblo-antipueblo de toda nuestra historia, se refleja también una acumulación de memoria por la cual queda reivindicada la memoria de los 30 mil. Nuevamente. Es un orgullo argentino que se envidia en el mundo. Esa parte medio llena del vaso debe ser tenida en cuenta a la hora de verlo completamente vacío.