Una multitud acudió este martes al Puente de Carlos, en Praga, para celebrar “el fin de la crisis” del coronavirus en la República Checa, a pesar de que la ciudad está enfrentando una nueva ola de la enfermedad. El festejo incluyó una cena en una mesa de 500 metros de longitud que se ubicó en el famoso puente del siglo XIV.

El país, de 10,7 millones de habitantes, decidió levantar la mayoría de las restricciones implementadas por la pandemia, que, hasta la fecha, causó allí menos de 350 decesos y casi 12.000 contagios. Sin embargo, el sabado pasado República Checa registró 168 nuevos casos, la cifra más alta desde el 11 de abril.

Jarmila Razova, del Ministerio de Salud checo, señaló recientemente que el aumento ocurrió luego de que se realizaran exámenes masivos en áreas donde el virus se está propagando rápidamente, incluida una mina en el este del país y una empresa en el norte. No obstante, la celebración en Praga se realizó igual. 

“Cada uno tenía que traer algo, comida o flores. La idea era que todo el mundo se implicara”, explicó Ondrej Kobza, dueño de un café en la ciudad y organizador del evento. Kobza, de 41 años, es conocido por haber colocado pianos en las calles de la ciudad, instalado mesas de ajedrez en una plaza y haber convertido una terraza de un palacio accesible al público.

Queremos celebrar el fin de la crisis de coronavirus con la gente reuniéndose y mostrando que no tiene miedo de estar con otra gente. Que no tienen miedo de aceptar un bocado de un sándwich de otra persona”, agregó Kobza.

En tanto, Petr Hejma, alcalde del primer distrito de Praga, señaló: “Queremos mandar una señal: que aquí volvemos a vivir, y que damos la bienvenida de nuevo a todos los visitantes de Praga que saben comportarse y que desean encontrarse con las bellezas de esta ciudad”.

El perfil gótico del Puente de Carlos, uno de los lugares más emblemáticos de Praga, comenzó a configurarse hace 663 años por orden del rey Carlos IV, quien tras consultar con astrólogos buscó una fecha y hora exacta que diera lugar a un número capicúa para la colocación de la primera piedra.

Por su importancia estratégica, el puente sobre el río Moldava ha sido testigo de episodios épicos de la defensa de la ciudad durante varios de sus sitios. También es una galería de estatuas a cielo abierto, las cuales fueron añadidas a principios del siglo XVIII, durante los reinados de los Habsburgo José I y su hermano Carlos VI, para dar realce y belleza a esta vía.

Un total de treinta grupos escultóricos, quince a cada lado del puente, componen esa galería, que integran, entre otros, los santos españoles Vicente Ferrer, Francisco de Borja y Francisco Javier.