Esta semana se cumplen diez años de la sanción de la ley de matrimonio igualitario, la cual marcó el inicio de la ampliación de derechos en Argentina. Sin embargo, durante el debate del proyecto, quienes se oponían vaticinaban que la sanción de la ley sería “el fin de la familia”, un fin que nunca sucedió. “Yo celebro la ley de matrimonio igualitario, porque no sólo garantizó nuestros derechos y los que vinieron después, sino también los de nuestros hijos, que puedan elegir como papás a un matrimonio como nosotros, que en ese momento era de dos varones”, dijo a Página|12 Victoria Castro, subsecretaria de Diversidad de la provincia de Tierra del Fuego.

Para Martín Canevaro, secretario de la organización 100% Diversidad y Derechos, la sanción de matrimonio igualitario evidenció que “nuestras familias, nuestros hijos, hijas e hijes ya existían” antes de la ley. “Lo que exigíamos era el reconocimiento de las familias para proteger los derechos”, señaló. Si bien se logró el reconocimiento de las familias con la ley y con la posterior modificación del Código Civil, Canevaro sostuvo que todavía persisten dificultades en el caso de aquellas personas que deciden cambiar de género.

“Los registros civiles se niegan a reconocer los efectos de ese cambio registral principalmente en las actas de matrimonio de aquellas personas que luego de casarse cambiaron su nombre y sexo registral y en las actas de nacimiento de los hijos de las parejas donde algunos de sus integrantes optaron por el cambio de nombre y sexo registral una vez inscripto el nacimiento de sus hijes”, explicó el secretario de 100% Diversidad y Derechos.

Castro contó que aún no hizo el cambio registral. “No lo voy a hacer hasta que no se respete mi identidad autopercibida --aseguró--. Mi DNI dice Juan, pero según la ley de identidad de género puedo decir mi nombre, Victoria, y se me tiene que llamar de esa manera. Quiero trabajar para que se cumpla esta ley y quiero que esto me atraviese a mí para que ninguna otra persona tenga que pasar por esto. Quiero que mi paso como funcionaria deje algo”.

Castro y su marido, Pablo López Silva, tienen tres hijes: D., B. e Y. “Cuando adoptamos a los dos varones, se hizo la rectificación de la partida de nacimiento y se agregaron los nombres de mi marido y el mío. Pero si quisiera rectificar con mi nuevo nombre, tendría que poner un abogado. Ahí es donde tenemos este cuello de botella y no podemos avanzar”, lamentó.

La pareja se conoció a fines del 2010. “Fue amor a primera vista”, aseguró Castro. Ella vivía en Quilmes y, a los dos meses de relación, se mudó a Río Grande, Tierra del Fuego. En menos de un año ya estaban casados. “No me puede haber pasado algo más lindo que él --afirmó Castro--. Siempre me imaginé con una familia, con hijos, siempre anhelé eso. Yo sabía que me iba a casar y a tener hijos”.

En 2013, después de la muerte de la madre de López Silva, el matrimonio decidió viajar a Misiones y ahí conocieron D., quien hoy es su hijo mayor. “(En el hogar) él se acercó y nos preguntó ‘¿ustedes van a ser nuestra familia?’ y le dije que no sabía, que eso no dependía de nosotros porque lo tenía que decidir otra persona”, contó Castro. Antes de volver a Tierra del Fuego, la pareja vio nuevamente a D. en un festejo de cumpleaños en el hogar. “El viene (con una porción de torta), me toca el hombro y me dice ‘tomá, papá’. Ahí me largué a llorar porque nos adoptó él”, recordó emocionada.

Cuando volvieron a su casa, Castro y López Silva juntaron todos los papeles, se inscribieron en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos e iniciaron los trámites para adoptar a D. y su hermano menor, B., que en ese momento había sido sustraído del hogar por una abogada, hermana de una jueza local. “Cuando el juez nos dijo que se iban a quedar con nosotros, fue el día más feliz de mi vida” afirmó Castro y en 2015, obtuvieron la guarda de su hija Y. La vinculación, describió la funcionaria fueguina, “fue hermosa porque automáticamente nos empezaron a llamar papá a los dos”. “En todo momento sentí que era (una relación) de toda la vida y les decimos siempre que nosotros los vamos a elegir toda la vida”, aseguró.

Recién en 2017, Castro decidió comenzar su transición para ser Victoria. “Yo estaba con mucha depresión con este tema, no lo hablaba con mi marido porque él se había casado con un hombre de determinadas características. Mi depresión era esa: no me imaginaba la vida sin él, pero no quería ser quien era y estaba muy decidida --relató--. Finalmente lo hablamos y él me dijo ‘yo a vos te amo de cualquier manera, nunca te dejaría por eso’, que me iba a ayudar en todo. Y ahí yo nací, por eso digo que soy fueguina”.

Castro contó que momento de comunicarles la decisión a sus hijos “fue muy lindo”. “Me dijeron ‘bueno, hacelo’ y yo pensé ‘¡¿pero qué les pasa a estos pibes?! ¡Que me discriminen!’ --bromeó--. Mi hijo mayor me preguntó si iba a ser más feliz, le dije que sí y me contestó ‘entonces no lo tenés que dudar, hacelo’. Ahí empecé realmente a hacer la transición”.

Canevaro explicó que desde 100% Diversidad y Derechos se presentó “un proyecto de ley que ya tiene media sanción en el Senado de la Nación” para que se acepte el cambio del sexo registral en las libretas de matrimonio y partidas de nacimiento. “Es básicamente una adaptación de la ley de registro civil al nuevo Código (Civil). Esperamos que sea tratado y sancionado en Diputados para eliminar todos los obstáculos que garantizan el pleno ejercicio de los derechos de la diversidad”, sostuvo.

Por su parte, Castro afirmó que es necesario contar con una ley nacional de cupo laboral trans “para que no siga matándonos esta falta de derechos”. “En esta casa somos libres todos y todas y vivimos muy felices y nos pasan las mismas cosas que pasan en todas las familias, pero yo todo lo construí como varón. Si hubiera sido una mujer trans no conseguía a mis hijos ni mi trabajo --manifestó la funcionaria fueguina--. Hay que avanzar en estas cuestiones que nos siguen vulnerando”.

Ampliar el concepto de familia

La sanción de la ley de matrimonio igualitario, que este miércoles cumplirá su décimo aniversario, no sólo eliminó la discriminación jurídica hacia parejas integradas por personas del mismo sexo, sino que permitió visibilizar distintas conformaciones familiares. “Ese concepto de ‘familia’ se va ampliando en la realidad, lo que pasa es que algunos sectores que se consideran los guardianes del sentido se resisten a estas transformaciones que se dan en la realidad”, dijo María Rachid, titular del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, integrante de la Federación Argentina LGBT (FALGBT) y La Fulana y una de las activistas clave en la sanción de matrimonio igualitario.

Aunque ahora se reconocen las familias monoparentales o compuestas por parejas del mismo sexo, todavía deben judicializarse aquellos casos en los que les niñes tengan más de dos xadres. Rachid señaló que “el problema es que el Código Civil, por un error de concepción, establece que la filiación puede ser de dos personas”. “Lo habían pensado para proteger a parejas que usan técnicas de fertilización asistida. El Código entró en vigencia y ya está desactualizado, por lo que los casos de triple filiación se litigan en la justicia”, afirmó.

El primer caso conocido de triple filiación fue el de A. en la provincia de Buenos Aires. “Una pareja de mujeres había tenido un hijo con un amigo, que no era un donante, era un papá. La voluntad procreacional er de los tres, pero él no tenía reconocimiento (legal)”, relató Rachid. La FALGBT acompañó a la familia para iniciar la causa en la justicia. “Nos llamaron y nos dijeron que el Gobierno (de Daniel Scioli, en ese entonces) quería reconocer la filiación”, agregó. El Gobierno provincial organizó un acto para la entrega del documento.

“En el acto iba a hablar (Alberto) Pérez, que era el jefe de gabinete. Y fuimos intrigades pensando qué iba a decir porque la diversidad no era su tema --recordó Rachid--. Y dijo algo hermoso, que cuando se les presentó el tema lo primero que se les ocurrió fue que no los asusta el exceso de amor que iba a tener A.. Iba a tener un montón de abuelos, tíos, tías que lo iban a querer”.

En febrero de este año, la justicia tucumana reconoció la triple filiación en el caso de “Juli”. La titular del Juzgado Civil en Familia y Sucesiones de Tucumán, Mariana Rey Galindo, emitió un fallo --escrito de manera que la niña pudiera comprenderlo-- en el que se reconocía que “Juli” tenía dos padres y una madre.

“Las familias ya son diversas, ya son distintas, eso ya existe en la realidad, lo que pasa es que no hay correlato entre eso y lo que vemos en manuales o dibujos animados. Les niñes necesitan ver representadas sus realidades ahí", afirmó Rachid. La integrante de FALGBT destacó que, luego de la sanción de matrimonio igualitario, “el Ministerio de Educación de la Nación sacó un material hermoso”, aunque eso se frenó durante la presidencia de Mauricio Macri. “Los derechos están, las familias ya existen, lo que falta es mostrar la diversidad familiar en la educación porque está profundamente binarizada”, manifestó.