Estábamos en el aire, yo conducía el programa de la mañana acá en la Comarca Andina. Eran las 7 de la mañana cuando nos avisan que iba a haber una cadena nacional. Nos piden que dejemos al operador y mandemos movileros a las comunidades a registrar la reacción del pueblo mapuche.

¡Una fiesta se hizo en la comunidad a la que fui! Una fiesta que duró hasta la noche, seguían todavía cuando yo volví al pueblo y ya era otro El Bolsón. Estaba empezando el reparto de semillas. Ya funcionaban las brigadas para recuperar la tierra que estaba en manos extranjeras, y al gringo aquel lo exhibían en la plaza.

Es fácil juzgar cuando pasa el tiempo, pero en ese momento estaba todo muy caliente, (silencio). Al gringo lo agarran al tomar por asalto su mansión. Lo encierran y lo dejan ahí en la plaza. Había que estar ahí para entender. Eran años y años de soportar las tropelías de los extranjeros sobre nuestra naturaleza. El pueblo estaba harto y esa chance era única.

El gringo estaba en esa jaula gigante. La gente lo escupía, le tiraba cosas. Eso fue la primera noche después del Anuncio. Fue todo muy rápido. Pasaron muchas cosas en poco tiempo. Por eso está muy bueno lo que están haciendo ustedes. Lástima que no la pensé yo antes (risas). Pero una de las cosas que aprendimos es que no hay héroes individuales, hay gestos pequeños que suman al héroe colectivo, así como dijo el presidente.

En la comunidad que fui a registrar fue donde se habló por primera vez de tomar neneo. Después con un grupo de ellos y gente del hospital de Bariloche fuimos haciendo cosechas. No sé cómo los mapuches supieron lo del neneo. Fue un hallazgo a nivel nacional.

Yo creo que sí, que tuvimos el Mal, yo mismo sentí los síntomas, y ponete a pensar que alterar semejante volumen de información es casi imposible.

Te voy a ser sincero, esa noche estaba con la que era mi compañera, habíamos fumado un poco (risas), y ella me dijo: "Ya fue, ¡vamos a Trenque Lauquen! ¿Sabés lo que va a ser eso?, una fiesta hermosa. Si nos vamos a morir todos, aprovechemos el último año".

Estábamos los dos solos, a la luz de la luna, y yo cerré los ojos y pensé "seeeeee", me voy a Trenque Lauquen, paso el mejor año de mi vida, y después… sigo el destino de todo mortal: "del polvo venimos y al polvo vamos". Pero después de (risas) justamente... (más risas). Después yo sentí que quería luchar, que quizás no fuera tan desenfrenadamente feliz pero que eso era lo que yo sentía y se lo planteé: "¡Luchemos por la salud y la libertad de nuestro pueblo, amor!".

Ella se fue a Trenque Lauquen al otro día, en los Trenes Rojos que salieron desde Bariloche.

No supe nada de ella hasta que todo pasó, Trenque Lauquen era un lugar fuera del mapa. No se sabía lo que estaba pasando ahí. Por otro lado, teníamos tanto para hacer, que te olvidabas de pensar. Fueron como veinte años en uno solo. La supervivencia es así: no hay tiempo para boludear.

Recién cuando pasaron seis meses, fue que se hizo el programa especial y vimos cuál era la situación allá, con aquel camarógrafo que había sido víctima de las hordas caníbales. Después del año, por mi profesión, accedí a las listas y vi que su nombre estaba entre los deportados a la Antártida.

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