El trabajo con varones que ejercieron violencia de género hizo que lleguen a mi consulta privada muchos varones con un motivo común. La interpelación por su masculinidad. Motivo no siempre manifiesto, pero que viene velado de otras quejas o inhibiciones. Dificultades para acercarse a una mujer, eyaculación precoz, exigencias sexuales autoimpuestas, etc.

El género no viene dado por anticipado, ni por un orden natural, se construye desde los significantes apropiados de algún Otro. La masculinidad como mandato implica una importante cuota de padecimiento. Muchos sueñan poder llegar a ser un hombre con todas las letras, y realizan todo tipo de maniobras destinadas a concretarlo. Por supuesto (y por fortuna), fallan.

En el varón la demostración de virilidad es una exigencia para acceder al universo masculino. En algunos hombres una de las experiencias comunes eran las salidas con dos objetivos: “Levantar” a una chica, o en su defecto “cagarse a trompadas”. Si no se es viril, que no se dude de la valentía.

Es llamativo que, en esta construcción social de los géneros, el varón es definido por la negativa. Es quien no es niño ni mujer. Son muy comunes los fallidos de género. Para quien escucha es la comprobación que el sueño falló, que hay algo en la masculinidad con estatuto de mandato, de exigencia superyoica de un imperativo de goce específico.

El sueño al igual que el deseo, fracasan. Pero no es lo mismo que fracase el “deseo propio” que “el sueño de todo hombre”. En este sentido un análisis podrá permitir este pasaje.

El sueño de “hacerse hombre” es un universal, hoy interpelado, caracterizado por actos, vivencias o experiencias necesarias para acceder a la masculinidad (valentía, virilidad, fuerza, autosuficiencia, etc.) que funcionan como un determinismo o imposición. Si esto fracasa, lo hace en los mismos términos en que somos sujetos del significante. Es decir, no soñamos, somos soñados. Pensar la orientación o elección sexual desde el deseo singular implica que nuestras elecciones no estén determinadas por ese Otro que exige demostraciones constantes, sino que sean desde nuestra responsabilidad como sujetos deseantes.

 

* Psicoanalista. Instituto de Masculinidades y Cambio Social. Secretaria de Género y DDHH de la Municipalidad de Rosario.