Erica Vanesa Olguín vivió sus últimos dos meses en una cama de hospital, intentando sobrevivir al ataque de su ex pareja, que le prendió fuego delante de sus hijas y la abandonó a su suerte, en la casa que él todavía habitaba a pesar de ella, en el barrio San Enrique, de Villa Gobernador Gálvez. Para mayor crueldad, el último acto de violencia que el femicida tuvo para con Vanesa ocurrió el 3 junio al mediodía, el día en que se conmemora #NiUnaMenos. Ella murió este miércoles, finalmente, en la unidad de terapia intensiva del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. Él sigue en prisión preventiva, todavía sin juicio ni condena. Quedan cinco hijos sin su mamá, y un vecindario que la quería desde que tres años atrás se había integrado a la militancia de base en el proyecto de salud colectiva del servicio de copa de leche que atiende el movimiento Barrios de Pie.

Olguín tenía 36 años, y vivía en Levalle al 2500, en barrio San Enrique. Estaba separada de Adrián B, su ex pareja de 40 años. Pero él alegaba su desempleo para continuar bajo el mismo techo que Vanesa. Sus compañeras de militancia en Barrios de Pie la habían oído relatar antes los episodios de violencia a la que el hombre la sometía. 

El 3 de junio al mediodía, Vanesa sostuvo una discusión más con su agresor, quien cerró la disputa irrumpiendo en el baño para golpearla y prenderle fuego luego de haberla rociado con alcohol. Adrián B. huyó de la casa y una de las dos hijas de Vanesa, de 7 años, corrió hasta lo de una vecina para pedir ayuda. Adentro había quedado también la pequeña Ámbar, de 3 años, la única hija que Vanesa tuvo con su asesino.

"Ya estaban varios vecinos con ella, estaba sentada, toda quemada, tenía sangre en la cabeza, en el rostro, y se le caía la piel", contó aquella vecina a la prensa ese día. En la vereda se topó con Adrián B. "Me dijo que la quiso asustar", contó la mujer, que además de vecina es amiga de la víctima.

Vanesa entró primero al hospital Anselmo Gamen, y luego fue derivada al Provincial, de Rosario. Tenía el 70% del cuerpo quemado. Esa misma tarde la policía atrapó al agresor en casa de un familiar, en el Fonavi de Callao y Gálvez. Al día siguiente lo imputaron de tentativa de femicidio, que ahora trocará en femicidio consumado. 

En las últimas semanas había evolucionado, ya en el Heca. Había superado la fase de terapia intensiva y avanzaba en la etapa de cirugías reconstructivas e injertos de tejido, según contó una de sus amigas y compañera de militancia, Rosa Flores. Pero en las últimas horas su salud volvió a empeorar, y ya no hubo retorno. Murió el miércoles,  temprano en la tarde.

"Todas la queríamos, ella había venido hace tres años, me dijo que necesitaba ayuda, así que se puso a trabajar con nosotras en la Copa de Leche, tomaba peso y talla en el proyecto de salud colectiva, y ahí le salió el ingreso social, y la Asignación Universal por Hijo. Ella la peleaba bien, se hizo querer, y cuando la amistad se hace en la militancia, es una se involucra más", lamentó Rosa, mientras ultimaba el trámite del sepelio que costeará el municipio villagalvense. "Vanesa no tenía nada, ni cobertura social. El ex marido además es el que cobra la AUH de la nena menor", señaló la mujer.

Las dos hijas que vivían con Vanesa y desde aquel día están con su abuela, todavía no sabían de la partida de su mamá.