El 8 de agosto de 2018, en la puerta del Hotel Castelar, bunker de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, Analía Mas, junto con sus compañerxs de Cael, instalaron una pequeña mesa para hacer apostasía colectiva. En cuestión de minutos, una multitud les preguntaba dónde había que firmar. “No dimos abasto”, recuerda Analía, que llegó a contabilizar unas 2mil personas. “Abuelas con sus nietas, señores súper católicos, maestras de escuelas confesionales”, enumera emocionada. Dos semanas después instalaron otra mesa en Callao y Corrientes, y la imagen dio la vuelta al mundo: en el país del papa, miles de personas querían romper públicamente con la fe católica. Nora Cortiñas abrazaba a la gente con pañuelos verde-naranjas. Y la apostasía se convirtió en bandera transversal rebelde contra las opresiones patriarcales. “Estado laico es un estado ideal en el cual todas las personas podemos vivir con nuestros diferentes planes de vida y convivir pacíficamente”, define. “Y no debe ser una neutralidad pasiva, sino un Estado activo que defienda de modo igualitario a quienes profesan una religión y a quienes no creemos.”

¿Qué significa separar la Iglesia del Estado?

-Es la separación de pecados y derechos. No estoy diciendo que no tengan voz en un Estado democrático, pero que no sean voces que opriman, porque la realidad es que pudimos sacar tantas leyes y logramos avances en género recientes gracias a las batallas que dimos en estos años. Y ese protagonismo que ha tenido la Iglesia en todo lo que tiene que ver con formas de familia, con sexualidad y en educación, son los campos donde se está disputando cuál va a ser el discurso cultural que va a primar. Creo que ésa es la lucha, y lo que se está viendo en la región viene de la mano de gobiernos neoliberales y conservadores. Esto no es un Estado laico, es la alianza entre la iglesia católica, las pentecostales y demás, que quieren seguir conservando sus privilegios y sus sus sistemas opresivos.