Desde Santa Fe

El fiscal de Delitos Complejos de Rafaela, Martín Castellano, imputó ayer al ex funcionario del Frente Progresista Martín Andereggen, y a otros siete detenidos por la persecución y ataques a un kinesiólogo de 30 años, su familia y allegados, a quien le exigían la devolución de un préstamo de 200.000 dólares. En la audiencia imputativa que presidió el juez José Luis Estévez, el fiscal describió diez hechos que atribuyó a los ocho integrantes del grupo de tareas, entre el 27 de julio y el 1º de agosto. Al delegado del ex ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro en la zona oeste, le imputó dos hechos que calificó como supuestas “amenazas coactivas” –el primero- y “privación de la libertad” de una de las víctimas, “violación de domicilio”, “daño simple” y amenazas calificadas” en concurso real, en el segundo, en coautoría con sus socios. El fiscal relató que el 31 de julio, a las 14, Andereggen convocó al padre del kinesiólogo a una oficina del centro de Rafaela, lo obligó a dejar el celular afuera. Lo acusó de ser “cómplice” del hijo. Y le advirtió que “él había sido ministro” y que “tenía muchos contactos”. “Si en 48 horas, no aparecían 20.000 dólares se les venía un tsunami” a la familia del deudor. “Les va a ser imposible vivir en Rafaela”. “No voy a judicializar la deuda, la voy a arreglar de otra manera”, le advirtió.

El otro hecho que describió el fiscal, también ocurrió el 31 de julio, pero a la noche. Andereggen y sus amigos obligaron al dueño del consultorio que alquilaba el kinesiólogo a entregarle la llave y lo coparon dos veces. En el operativo hicieron un trasbordo de vehículos y se comunicaban con un “handy”, reveló el fiscal. En el segundo copamiento, intentaron abrir una caja fuerte, donde dejaron un cartel: “Estás muerto”. Andereggen y otro de los imputados se movilizaron hasta la casa del dueño del consultorio en un Volskwagen Gol nuevito que fue secuestrado en las últimas horas en una cochera de la Torre Mitre, de Rafaela, en zona céntrica. El otro auto es un Fiat Siena, que era conducido por un sujeto que aún no fue identificado.

Fuentes del Ministerio Público de la Acusación dijeron que la audiencia de medidas cautelares se realizará esta tarde. El fiscal Castellano hará su petitorio. Y el juez Estévez resolverá la situación procesal de los ocho imputados, entre ellos Andereggen, quien ayer propuso como abogados defensores al penalista santafesino Néstor Oroño y a su colega de Rafaela Carlos Farías Demaldé.

Castellano hizo un relato preciso de cómo operaba Andereggen. El 31 de julio, a las 12.22, el ex funcionario socialista se comunicó con el padre del kinesiólogo para convocarlo a una oficina, en la esquina de Aconcagua y Montes de Oca. El hombre de 60 años concurrió a la cita. Andereggen le dijo que dejara el celular afuera. Y empezó el trato “intimidatorio”, reveló el fiscal. Lo acusó de ser cómplice de su hijo y sacó chapa: “Que él había sido ministro” del gobierno socialista, que “era muy buen abogado penalista y se equivocaban en elegirlo como víctima. Que si los demás (imputados) eran perejiles, él no lo era”. “Si en el plazo de 48 horas no aparecían 20.000 dólares se les venía un tsunami” a la familia. “Va a ser imposible que sigan viviendo en Rafaela. Que él no iba a judicializar la deuda, la iba a arreglar de otra manera” porque “·tenía muchos contactos”. “Andereggen provocó el lógico temor en la víctima”, fue la conclusión del fiscal.

El segundo hecho ocurrió también el 31 de julio, pero a la noche, cuando Andereggen y otros tres imputados coparon el consultorio del kinesiólogo. El blanco era el dueño del local, a quien presionaron para que les entregara la llave. Uno de los integrantes del grupo lo conectó: “Necesitamos esa llave”. Tu amigo “cagó como a veinte personas por 200.000 dólares. Nosotros queremos entrar (al local) y ver si la plata está ahí. ¿Tenés la llave acá?”. Y cuando el hombre le dijo que no, lo apretó: “Esta noche te vamos a buscar”.

Alrededor de las 22, el ahora imputado fue a la casa del dueño del local, junto con Andereggen, a quien presentó como “nuestro abogado”. El vehículo que usaron es el Volkswagen Gol que ya fue incautado por la pesquisa.

Andereggen le dijo entonces al dueño de casa que “los tenía que acompañar” hasta el consultorio del kinesiólogo, que el “era el respaldo legal” por si aparecía la Policía en escena. Y agregó: “No vamos a hacer nada raro, ni cometer un delito. Sólo vamos a buscar lo nuestro”. La instrucción y la coartada era una supuesta mudanza, que si se cruzaba la Policía, dijera que “ellos le estaban ayudando a sacar cosas del consultorio”.

Pero en el trayecto, hicieron un trasbordo. Dejaron el Gol en el barrio Fátima y ascendieron a un Fiat Siena blanco. Al grupo se unió el chofer del Siena –que aún no fue identificado- y otro de los detenidos que piloteaba un BMW.

El destino era el local del kinesiólogo, en Lavalle al 500. Primero dieron una vuelta a la manzana y estacionaron el Fiat no muy lejos. Ingresó quien tenía la llave del dueño y se comunicaba con el grupo que quedó a bordo del auto con un “handy”, relató el fiscal. “Pueden bajar”. Andereggen fue uno de los que cumplió la orden.

Al rato, salieron, con la novedad de que en el consultorio había una caja fuerte. Y cuando se anoticiaron que “en el Siena había un elemento de hierro” para abrirla, volvieron a ingresar al local. Andereggen y los otros imputados lograron con “actos intimidatorios y coactivos” que el dueño del consultorio “les entregara la llave del inmueble de calle Lavalle, sin autorización y en contra de la voluntad” del inquilino, que era el kinesiólogo. “Ingresaron de manera ilegítima” al local, provocaron “desorden y daños” y dejaron arriba de la caja fuerte su mensaje a la víctima: “Estás muerto”.