La derrota contra Bolivia, sumada a la suspensión de Lionel Messi y las victorias de Colombia y Chile dejaron a la selección nacional en zona de riesgo, de repechaje, de histeria colectiva, de locura galopante porque se teme –con fundamentos– que el equipo se puede quedar afuera del Mundial y se asegura –erróneamente– que eso supone una herida mortal. No jugar la Copa del Mundo no debería provocar la muerte de nadie, pero ya se sabe cómo viven los dirigentes (los del futbol y los del país) estas situaciones interpretando el sentimiento de la gente. Por eso circulan con tanta fuerza los rumores que dan por seguro que Edgardo Bauza tiene los días contados en su cargo. Esta película no es nueva; ya la vimos. En el 85, antes del Mundial de México, el gobierno de Raúl Alfonsín pretendió bajarle el pulgar a Carlos Salvador Bilardo, a través del entonces Secretario de Deporte, Rodolfo O´Reilly. La férrea oposición de Julio Grondona evitó que se consumara el despido. A Alfonsín y a sus allegados les preocupaba seriamente la posibilidad de que Argentina no llegara al Mundial. Del mismo modo, Mauricio Macri y sus alcahuetes saben muy bien que si algo le faltaba al triste clima social que se vive, es la eliminación de la gran fiesta del fútbol. Bauza, que en los últimos tiempos viene sorprendiendo con sus declaraciones (“vamos a ganar el Mundial”, “la actuación contra Chile fue brillante”) habló sobre el tema en la conferencia de prensa posterior a la derrota contra los bolivianos. “Me parece bárbaro que las nuevas autoridades que asumirán en la AFA revisen todos los contratos. Pero a mí no me tuerce nadie, ni nada y menos lo que dicen. Me siento respaldado por los dirigentes y los jugadores”, dijo. Y agregó: “Siempre los técnicos dependemos de los resultados, no sé porque me preguntan tanto por eso”. Como el tema se hizo recurrente, subrayó: “Tanto los jugadores como el cuerpo técnico estamos firmes porque sabemos lo que tenemos que hacer. De la primera citación (triunfo sobre Uruguay en Mendoza y empate ante Venezuela) a esta (victoria contra Chile y derrota con Bolivia) mejoró la relación entre nosotros. Ahora tenemos que pensar en lo que viene”.

Precisamente de eso se trata: todos piensan en lo que se viene. Argentina tiene que jugar con Uruguay en el Centenario, Venezuela y Perú, de locales  y Ecuador, en Quito, otra vez la altura. No la tiene fácil y mucho menos si el equipo sigue jugando como lo viene haciendo y se siguen haciendo análisis superficiales que no incluyen ninguna autocrítica.

¿Se tiene que ir Bauza? No, no es lo más aconsejable el cambio de caballo en el medio del río, más allá de todas las críticas que se le pueden formular al entrenador. Pero lo que sí se impone es un fuerte replanteo que permita barajar y dar de nuevo, teniendo en cuenta que hay una carta, el as de espadas, que no va a estar en el mazo de lo que falta jugar. Hay que revisar cómo es el manejo con el grupo; quién es el que realmente manda allá adentro; por qué se insiste con futbolistas a quienes le pesa la camiseta de la Selección y con otros que no atraviesan por su mejor momento.

Lo grave no es que Argentina se quede afuera del Mundial; lo grave es que no se siga adentro del laberinto en el que está encerrado todo el fútbol y del que sólo se sale jugando bien. Pero eso no parece importarle a ningún dirigente.