Se fue Rafael Kohanoff. El "Tuta", el más veterano de los dirigentes empresarios, con 94 años que por experiencia parecía que hubiera vivido el doble, pero con una vitalidad y empuje que lo hacían ver como alguien de la mitad de su edad, este sábado se despidió de la vida. Víctima quién sabe qué número del coronavirus, de la Covid 19, murió después de una internación a la que había entrado el fin de semana pasado con síntomas de neumonía, y ya sin esperanzas de recuperación desde el último jueves. 

Ingeniero químico y empresario, pero por sobre todo "inventor". Inventor de notables soluciones sencillas para problemas aparentemente complejos, desde las zapatillas Skipy para chicos hasta un bastón con apoyo de goma "para que no se le ande cayendo justo al que tiene movilidad reducida". Aplicando la técnica  y los elementos con sentido lógico. E inventor de "respuestas sociales" a problemas igualmente complejos. 

"Me dicen loco porque les digo que con voluntad política y organización, y no muchos más recursos de los que se gastan en planes sociales, se podría solucionar el problema de la pobreza para millones de personas en poco tiempo; loco es aceptar la pobreza como un hecho natural en un país como éste", sintetizaba su pensamiento el Tuta ante este periodista unos meses atrás, sentado en una mesa de café en Congreso, adonde llegaba solito después de alguna reunión de dirigentes en la que había participado, y se volvía a ir solo, en taxi, hacia su barrio de Belgrano al terminar la charla. 

Estudió ingeniería química y agropecuaria (como se llamaba la carrera entonces), "porque quería crear la forma de hacer alimentos baratos para que todos pudieran acceder; después me di cuenta que el problema del hambre venía por otro lado, pero ya me había recibido", comentó más de una vez rematando con sonrisa pícara. Frente a sus pares empresarios, y para incomodidad de muchos, solía decir "ya sabemos que el problema es el sistema capitalista, pero por el momento no estamos en condiciones de cambiarlo, asi que aboquémonos a pensar qué podemos cambiar dentro del sistema para hacerlo más justo".

Y claro. Este empresario "distinto" se había formado militando en la CGE junto a José Ber Gelbard, y estuvo junto a él cuando fue ministro de Héctor J. Cámpora en 1973 y luego de Juan Domingo Perón hasta su muerte, el 1 de julio de 1974. "Fue la época más linda, soñábamos con otro país, otra economía, y sentíamos que lo estábamos construyendo", contó recientemente con añoranza. 

Colaboró con Raúl Alfonsín en 1984, y fue parte del gabinete de Fernando de la Rúa en el Gobierno de la Ciudad. "Con Alfonsín intenté organizar a las pymes para ponerlas al lado del Presidente, para dar batalla contra las grandes corporaciones, porque ahí iba a estar el problema". Es probable que no lo hayan comprendido suficientemente de ninguno de los dos lados.

Ocupó distintos cargos y tuvo diferentes funciones en el INTI, instituto de tecnología industrial , desde donde siempre, permanentemente, buscó acercarle soluciones a las pymes para mejorar su performance. Producción y trabajo fueron sus banderas y supo cómo pelear por ambas. 

¿Y la pobreza? "No la resolvés con asistencialismo, con un plan de ayuda. Con eso al pobre le permitís estar mejor, seguro, pero sigue siendo pobre. Para él mismo, que sabe que no está  ganándose el sustento, y para el resto que lo ve como una carga para el Estado. La solución es darle trabajo. ¿No hay trabajo? Mentira. ¿No hay carencias en los hospitales, en las escuelas? ¿No hay déficit de viviendas? Lo que no hay, es quién lo pague ese trabajo, pero trabajo para hacer hay mucho. El mercado, seguro que no lo va a pagar. ¿Y entonces, por qué no organizamos esa gente desocupada, le damos capacitación y las herramientas, y ordenamos esa demanda insatisfecha para darle un lugar en la sociedad a esa producción de bienes, de servicios, que el mercado no va a pagar pero el Estado sí debe pagar?".

Así, de corrido, lo contaba. Y en una hoja de papel borroneaba unos números para demostrar que en "asistencia social" se gasta más de lo que haría falta invertir para "integrar socialmente a millones de personas que dejarían de ser pobres, para pasar a ser trabajadores productores de bienes sociales". En el último año, son varios los intendentes que lo escucharon y, cuando superaron el asombro, empezaron a poner en práctica estas ideas. 

Tuta Kohanoff murió este sábado. Ojalá que las ideas que sembró sigan brotando y crezcan. Será el mejor homenaje. Igual, lo vamos a extrañar.