La arquitectura financiera internacional apoya las innovaciones legales en los contratos de deuda que se implementarán para llevar adelante la reestructuración de bonos en default de Macri. Mientras los grupos de acreedores ratificaron su apoyo e instaron a los bonistas a sumarse a la propuesta. El lunes lo hicieron los comités Ad Hoc (liderado por BlackRock) y Eschange Bondholders (comandado por Monarch). Este martes se sumaron los fondos nucleados en el Comité de Acreedores de Argentina (manejado por Grantham Mayo Van Otterloo)

El grupo de países en desarrollo G24 se mostró a favor de la introducción de mejoras en las cláusulas contractuales de los títulos públicos conservando un doble objetivo. El primero es evitar la aparición de potenciales fondos buitre en canjes futuros de deudas. El segundo es mantener la cobertura legal para los inversores en el caso que en forma mayoritaria decidan no aceptar una propuesta de reestructuración.

En los últimos meses, el equipo económico de Martín Guzmán junto a los bonistas internacionales no sólo definieron un esquema adecuado en términos financieros para lograr un acuerdo justo para ambas partes, sino que revisaron los términos y condiciones de los contratos.

El pedido de los grandes fondos liderados por BlackRock fue limitar el uso de las cláusulas single limb en conjunto con el criterio de reasignación de bonos para que el gobierno de Alberto Fernández no tuvieran incentivos a forzar -en escenarios en los que una mayoría de bonistas no están dispuesto a aceptar una oferta- un canje escalonado en etapas (estrategia de Pacman).

Guzmán desde el inicio de las conversaciones con los grandes inversores planteó que respetaría el estandar de emisión de contratos impulsado por el Fondo Monetario Internacional y la asociación internacional de mercados de capitales. Pero se mostró abierta a introducir mejoras en los términos y condiciones de los contratos (es decir, en la letra chica de los bonos) si la arquitectura financiera internacional los consideraba correcto: entendiendo que se marca un antecedente para las futuras reestructuraciones de deuda que deberán realizar los países emergentes en los próximos años.

Para poder compatibilizar el interés de los países soberanos en que no aparezcan fondos buitre ante una crisis de deuda y el pedido de los bonistas de no dejar grises legales que le permitan a los deudores obligar a realizar una reestructuración se empezaron a trabajar en algunas innovaciones sobre las cláusulas de acción colectiva para los nuevos contratos de deuda.

Con el objetivo de evitar los problemas de la reasignación discrecional y la estrategia del Pacman en las cláusulas de acción colectiva se desarrollaron dos innovaciones específicas. Se definió que si las dos terceras partes de los inversores aceptan una propuesta de reestructuración futura de la Argentina, el país podrá cerrar la oferta con los que aceptaron y excluir de la votación a las series de bonos en las cuales no se alcanzaron las mayorías necesarias para avanzar en el canje. Se agrega como condición que si no se alcanza el 66 por ciento (o sea, las dos terceras partes) de las aceptación de los inversores, solo se podrá excluir series de la votación si previamente notifica a los inversionistas que la aceptaron que va a llevar adelante la exclusión y les da 5 días para revolcar su aceptación.

También se incorpora –para resolver el planteo de los inversores sobre la estrategia del Pacman- que se podrá lanzar una oferta de aplicación uniforme (o sea una oferta que contabiliza votos en el agregado de las series sin tener en cuenta los votos de cada serie de bono en particular) si en la primera oferta de canje logró más del 75 por ciento de aceptación. Con esto se resuelve el principal planteo de los inversores.

Con un ejemplo es simple de pensar que pasaría sin estas innovaciones. Puede plantearse el caso de un país que quiera reestructura 4 bonos de 100 dólares cada uno (con cláusulas de acción colectiva single limb en la que con el 75 por ciento de aceptación general se consigue reestructurar la deuda). Sin estos cambios contractuales el país deudor podía llamar a un canje y recibir en los primeros dos bonos 75 por ciento de aceptación y en los otros dos sólo un 50 por ciento.

De esta forma podría empezar reestructurando los primeros dos bonos (reasignación) y dejar para una segunda oferta los otros dos. En esa segunda oferta la participación de los primeros dos bonos reestructurados subiría al 100 por ciento y la de los otros dos bonos se mantendría en 50 por ciento. Con esto la suma de los cuatro bonos alcanza al 75 por ciento de participación y permite al deudor canjear la totalidad de su deuda (estrategia de reestructuración en etapas o Pacman).

Con la innovación introducida ahora esta situación no puede ocurrir porque inicialmente en la primera oferta no se alcanzó una participación general del 75 por ciento. El deudor tendría la posibilidad de reestructurar los primeros dos bonos pero no de llamar a un segundo canje para forzar el ingreso de los otros dos bonos a la reestructuración.