Cavallo difundió un discurso que dió décadas atrás, en el marco de un debate con el padre del desarrollismo Rogelio Frigerio. Para el ex funcionario de Bignone, Menem y De la Rúa, la industrialización por sustitución de importaciones no era una buena alternativa al deterioro de los precios de las exportaciones de bienes primarios ya que generaba una estructura productiva “poco diversificada y muy inflexible”. 

De esa manera, no logra “modificar la estructura productiva interna cuando los precios externos se tornan desfavorables” ya que “los intereses creados logran subsidios para seguir ganando aunque el país pierda, entonces los términos de intercambio se siguen deteriorando”. 

La solución pasaría por evitar una intervención importante del Estado y que sean los empresarios en la competencia de mercado los que decidan, donde y cuánto invertir.

La crítica de Cavallo al desarrollismo adolece de una serie de deficiencias teóricas que se fundan en no abordar la realidad del capitalismo desde la perspectiva de las economías subdesarrolladas. Esos países fueron insertados en el capitalismo cuando las potencias y sus grandes empresas ya dominan los mercados internacionales. Por ello, la libre iniciativa de los empresarios locales en el marco de la competencia en el mercado mundial, no tiene perspectiva de prosperar más que en algún negocio puntual que, por diversas razones, no puede ser provisto por los monopolios de las grandes potencias.

De esa manera, prescindir de la intervención del Estado a la espera de que los empresarios privados inviertan generando una estructura productiva amplia y flexible es una utopía sin posibilidad de realización. La propia experiencia de gestiones liberales, como las de Cavallo, muestra que el resultado de la apertura a las importaciones y la prescindencia del Estado es la quiebra de empresas y alza sustancial del desempleo.

A consecuencia de esa imposibilidad de competir con los que llegaron antes al desarrollo, es el mercado y no el Estado, como cree Cavallo, el que genera estructuras productivas rígidas e inflexibles en los países periféricos

La competencia internacional sólo es viable en la producción materias primas dado que los recursos naturales constituyen una fuente de riqueza que tienen que venir a explotarla a nuestros países. De esa manera, la apertura comercial genera que las inversiones nacionales e internacionales sólo se concentren en las materias primas de exportación, generando una especialización que puede derivar en drásticos deterioros de los términos de intercambio cuando cae la demanda global. Justamente, el desarrollismo es un intento de torcer esa rígida estructura primaria exportadora.

En ese mismo discurso de 1988, Cavallo usa los mismos argumentos para criticar la propuesta de Rodolfo Terragno de desarrollar la informática, la cibernética y la robótica que hubieran puesto al país a la vanguardia de la tecnología global. Una nueva muestra de la incapacidad no sólo teórica sino también práctica del economista cordobés.

@AndresAsiain