Lorena Riquel cumplió 39 años el jueves de la semana pasada. Tenía previsto hacer una fiesta el domingo, con sus tres hijas, una niña y dos adolescentes. Era una buscavida: vendía ropa en una feria popular de la llamada Quinta Luciani, en el Parque Oeste de la ciudad de Rosario, vendía pañuelos de papel en la zona de la terminal de Ómnibus con su hija más chica y, ocasionalmente, era trabajadora sexual. Aunque eso a la familia no le consta, y sus compañeras de militancia de la Corriente Clasista y Combativa lo niegan. Vanina Otero es de la CCC. Conocía muy bien a Lorena, con ella organizaba el comedor comunitario del barrio Bella Vista con ella. "No era trabajadora sexual, su familia pide que lo desmintamos", asegura. El sábado a la madrugada, los vecinos de un barrio alejado del oeste de Rosario escucharon gritos, y después golpes. El piso les vibraba a quienes estaban más cerca. Un hombre escapó con las zapatillas de Lorena. Pocos minutos después llegó la policía y la encontraron asesinada a golpes con un bloque de cemento. El martes a la mañana fue detenido un hombre de 32 años, luego reconocido por testigos. Según algunos relatos, es alguien que cobra por “seguridad” a las trabajadoras de la parada de Godoy y Liniers, en esa zona de Rosario.

"Nuestra familia nunca nos reconoce", dice Myriam Auyeros, histórica militante de Ammar Rosario, el lunes por la mañana, frente al Centro de Justicia Penal de Rosario donde hubo movilización de distintas organizaciones para pedir justicia por Lorena. 

No es cuestión de tironeo, sino de precariedad. "La economía informal que tiene la mayoría de las compañeras de las organizaciones sociales territoriales tiene que ver con el trabajo sexual, con las cooperativas de trabajo, con vender y comprar artículos de limpieza, artículos de ropa. En ese marco de la informalidad de la economía, también está el trabajo sexual y hay que reconocerlo, que deje de ser clandestino, porque les da a las compañeras de comer todos los días. Fue discutido y debatido muchos años desde que asesinaron a Sandra Cabrera (dirigente sindical de Ammar, asesinada en Rosario en enero de 2004) y creo que hoy es el momento de sacar todo de la clandestinidad, porque la clandestinidad mata", considera Liliana Leyes, dirigente de ATE Rosario, que acompañó la movilización. 

“La clandestinidad mata”, expresaron desde Ammar y recordaron que este año, en febrero, en Rosario, fue asesinada otra compañera, Caren Peralta. Por ese femicidio, cuya investigación está a cargo de la fiscal Marisol Fabbro, no hay todavía ninguna persona detenida.