Vivimos en una nueva époda dorada de la animación para adultos. O al menos es lo que están diciendo todos. La pegadiza frase fue meneada por primera vez alrededor de 2017, en publicaciones que apuntaban hacia la serie interminable de Los Simpson en la pantalla y la pequeña pero fervorosa base de fanáticos que estaba creciendo alrededor de Rick and Morty (emitida por Adult Swim), como una evidencia que los dibujitos dirigidos al mundo adulto estaban en camino hacia un suceso astronómico.

Han pasado tres años, y existen pocas dudas sobre el hecho de estar viviendo en ese escenario profetizado, al menos en lo que hace a los productos de animación realizados en suelo estadounidense. A medida que la guerra del streaming se intensifica, Netflix, Amazon Prime y otros como ellos están gastando millones de dólares en un formato que hasta no hace tanto tiempo estaba relegado a un bloque de tres horas en el jardín trasero de las cadenas televisivas.

Este mes, Archer, la serie producida por FX y muy celebrada por la crítica, lanzó su temporada número 11. La semana anterior, Netflix descargó en su plataforma su oferta más reciente, Hoops, la saga sobre un pueril profesor de gimnasia, a la vez que anunció el lanzamiento de la comedia de espías Q-Force. Corren tiempos en los que un dibujo animado sobre un caballo parlante y en dos patas -el gran BoJack Horseman- es considerado en el mismo escenario de comedias icónicas de culto como Peep Show y Veep. Ahora bien: ¿cómo se llegó a esta llamada "época dorada" de la animación? ¿Y qué viene después?

Archer.

Aunque el intento de producir dibujos animados para públicos por encima de los 12 años de edad no es precisamente un concepto novedoso, es sin embargo relativamente reciente. En los años noventa, Los Simpson pavimentaron el camino para el ingreso de los cartoons en el horario central de la televisión, y le dieron al formato su lugar entre personas que ya habían pasado la pubertad. Pero aunque el amado dibujo creado por Matt Groening jugueteó con doble sentidos, alusiones profundas a la cultura y algunos temas adultos, está bastante lejos de algunas bromas obscenas y humor algo vulgar que pueden asociarse con la animación para adultos que puede verse hoy.

Para evidencias de esa clase hay que introducir a la lúdicamente lasciva Beavis and Butt-Head, que se abrió camino a los gruñidos en la MTV en 1993. El crudo humor del show y su barato estilo de animación fue alentando a que tomaran forma los modos más atrevidos que la sitcom de Groening nunca quiso visitar. El final de la década vio a las cadenas televisivas apretar el gatillo de la animación para adultos, y así se lanzaron dibujos seminales que incluyeron a El rey de la colina y South Park, cuyo suceso dio coraje para iniciar toda una cadena de nuevos programas. Family Guy fue todo un hallazgo, con su escenario de familia disfuncional liderada por Peter Griffin, un padre y marido tan negligente que hace que Homero se vea como un santo.

En su mayoría, esta primera generación de dibujos realmente solo para adultos (Family Guy, South Park, King of the Hill, American Dad) presentaron algún tipo de variación sobre sus amarillos predecesores: padres perezosos, madres sobrecargadas de trabajo e hijos problemáticos embarcados en una serie de travesuras que se cerraban de manera bastante ajustada al final de sus 22 minutos de duración. Las líneas de historias nacían de comentarios sexuales, humor de slapstick, silencios serios con prolongadas líneas de remate estiradas hasta el punto del absurdo y luego directamente del sinsentido: véanse las múltiples escenas de pelea entre Peter y un pollo de tamaño humano a través de las 18 temporadas de Family Guy. Pero la forma de eso estaba tan definida, y se reproducía de manera tan prolífica, que el molde del formato empezó a alejarse de la brillantez. La animación para adultos empezó a convertirse en un sinónimo a mano para un tipo de comedia obscena que presentaba gags de vestuario y humor ramplón.

La más reciente variación de las animaciones para adultos, de todos modos, ofrece a los espectadores algo que permanece de manera más duradera que el mal gusto de un remate ofensivo. Cuando Rick y Morty debutaron en Adult Swim en 2013, no había nada que pudiera sugerir que fuera a encarnar algo diferente. La historia básica presenta a Rick Sanchez como un científico loco de la vieja escuela (Doctor Who si fuera un idiota, constantemente borracho y cruzado con Malcolm Tucker) que arrastra a su nieto, un preocupado chico llamado Morty, a través del multiverso para una serie de aventuras intergalácticas. Presentado así, el show parecía gracioso, pero también sonaba como casi cualquier otro cartoon para adultos presentado en la cinta transportadora de las cadenas de televisión.

Pero entonces sucedió algo inesperado. Mientras la gente, aun a su pesar, se secaba las lágrimas provocadas por la risa ante las bromas sobre pedos y el humor negro, también se descubrió maravillada ante el universo alternativo de Rick y Morty y sus maneras inimitables de contar su historia. Aún más extraña fue la fluidez del programa en sus emociones, con algunos episodios provocando una rara melancolía por sus protagonistas dibujados aun tiempo después de que hubieran pasado los créditos.

BoJack Horseman.

Nominada al Emmy, BoJack Horseman es una serie que resultó aplaudida por sus risas tanto como por sus aullidos de desesperación. En un episodio que hace una crónica de las memorias de la madre de BoJack, una anciana mujer caballo que padece Alzheimer, los rostros son borrados; las escenas entran y salen de la pantalla sin ninguna semblanza de orden; una serie de colores cambiantes señalan brillantes ramalazos de recuerdos, antes de ser superados por una bruma marrón. La animación cargó con el peso emocional del episodio de manera espectacular. Undone, una animación de Amazon que explora las luchas por la salud mental de una mujer joven y latina, es otra producción que ilustra cómo estos shows tan graciosos también pueden romperte el corazón.

Esta capacidad de ser conmovedoras de las animaciones para adultos es de conocimiento común entre sus fanáticos. Es muy habitual escuchar decir -y se ha vuelto insoportablemente pomposo- que Rick y Morty es en realidad un show sobre el nihilismo, o que BoJack Horseman es en realidad un show sobre la depresión. Basta empezar a decirlo para que, antes de llegar a la mitad de la frase, un fervoroso fanático señale en mayúsculas que quien lo dice es demasiado estúpido para entenderlo. Pero es cierto que una de las marcas de identificación en todas las animaciones para adultos recientes se encuentra en lo que sucede cuando no están apuntando de ninguna manera a provocar la risa. Temáticamente, programas como estos apuntan a dejar ir los gags para poder explorar lugares oscuros que sus predecesores nunca se atrevieron a investigar.

Midnight Gospel.

Algunos directamente descartaron todos los chistes. Uno de los éxitos sorprendentes de este año para Netflix fue Midnight Gospel, una serie de animación basada en grabaciones de entrevistas realizadas en podcasts de la vida real. El programa sigue a Clancy Gilroy, un "spacecaster" (realizador de podcasts de videos en el espacio) que viaja por diferentes planetas entrevistando invitados para cada emisión. En vez de frases de remate sexistas y chistes fáciles, Midnight Gospel entrega profundas reflexiones sobre el dolor, el vegetarianismo, las drogas, la religión, la autoconciencia y la muerte, todo eso empaquetado en un bella animación. La serie, que fue lanzada el 20 de abril, ostenta un rating del 93% en el sitio Rotten Tomatoes, y ha sido descripta como "un viaje tanto para drogones como para no drogones".

Dan ganas de ver más shows como Midnight Gospel, una especie de globo de ensayo para el formato más allá de la comedia, y con la ayuda de las plataformas de streaming buscando capitalizar un estilo cada vez más popular en la televisión. De acuerdo a un informe sobre la industria recientemente publicado por el sitio High Concentrate, casi la mitad de todas las series animadas para adultos que vendrán en el futuro inmediato pertenece a géneros por fuera de la comedia.

De manera práctica, también, los cartoons recientes han luchado contra los supuestos confines del formato y consiguieron triunfar. Los creadores no tienen que atenerse a los episodios de 22 minutos con una pausa para la publicidad. Pueden extender o apretar sus líneas argumentales, las cuales, separadas de sus raíces en la sitcom, pueden ser más extrañar y tristes y más introspectivas que nunca. Los personajes tienen un alto desarrollo. La reciente marea de animación para adultos también ha demostrado su habilidad (y el deseo) para liberarse de todas las convenciones del formato: un episodio de BoJack transcurrió enteramente bajo el agua y sin una sola línea de diálogo, mientras que las últimas dos temporadas de Archer consistieron en una única y larga secuencia de sueño, algo que mataría a cualquier serie de acción con actores aun antes que los fanáticos tuvieran tiempo de largar a la red un solo tuit enfurecido.

El éxito trae éxito, y donde hay dinero listo para cosechar las plataformas de streaming irán por él. En Hulu, la comedia alienígena Solar Opposites ya recibió la luz verde para dos temporadas; Crossing Swords, hecha en stop-motion por Nicholas Hoult, estrenó su primera tanda en junio y una semana después ya tenía asegurada una segunda; Big Mouth, la hilarante (aunque a veces revuelva el estómago) comedia púber de Netflix, madurará con la reciente renovación para hacer las temporadas 4, 5 y 6; los espectadores reclaman más episodios de Midnight Gospel. Central Park, la primera comedia animada de Apple TV+, debutó en julio y fue bien recibida. Incluso Tuca y Bertie, cancelada por Netflix, tiene una segunda oportunidad en Adult Swim.

Big Mouth.

La animación para adultos también está destinada a beneficiarse por el renovado sentido de nostalgia de la TV; dibujos clásicos estadounidenses como Ren and Stimpy, Daria, Clone High y Beavis and Butt-Head han sido elegidos este año para realizar reboots o spin offs, ampliando su panorama y haciendo crecer el apetito por más productos en ese estilo. En enero, Netflix firmó un revolucionario acuerdo para emitir la filmoteca entera del legendario estudio de animación japonés Ghibli

El formato además probó estar preparado para ser un puerto en la tormenta de la Covid-19. Mientras que las producciones con intérpretes humanos fueron forzadas a retrasarse y/o ajustarse a las condiciones pandémicas -EastEnders tendrá que implementar CGI en casi cada toma para respetar las regulaciones de filmación-, sus contrapartidas duibujadas no fueron casi afectadas. Los animadores y artistas de voces son capaces de trabajar en aislamiento con bastante facilidad. Chris McCarthy, presidente del grupo ViacomCBS que es propietario de Comedy Central, llamó a los cartoons "casi a prueba de pandemia", lo cual hoy en día es todo un elogio.

Con lo que las estrellas parecen haberse alineado para el género. Un público nostálgico, producción a prueba de pandemia y el éxito comercial de precursoras menos convencionales le dan forma a un futuro que puede ser tan extraño como maravilloso. Pero aunque los dibujos animados estén en un camino de crecimiento, la historia sugiere que las bromas sobre pedos seguirán persistiendo.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.