Era difícil de definir, porque éramos pibes y no entendíamos muy bien qué pasaba. Es un recuerdo algo difuso pero potente: en nuestros modestos televisores blanco y negro aparecía Emma Peel tirando patadas de karate y nos pasaban cosas. Un calorcito por dentro. Algo parecido a lo que por ahí nos sucedía con una maestra, pero claramente Mrs. Peel tenía mucha más onda que las maestras. Tampoco le decíamos “onda”. No podíamos ponerle nombre.

Me consta que a las niñas también las fascinaba. La compañera de John Steed rompía todos los moldes y era un modelo a seguir, con su actitud guerrera y un vestuario encantador: si en nuestros juegos infantiles un palo cualquiera podía ser el paraguas con florete del señor del bombín, ellas querían salir a la aventura con esa combinación de letalidad y fresco encanto que irradiaba Diana Rigg.

Rigg solo estuvo dos años en Los Vengadores, pero le bastaron para dejar una fuerte impronta en una serie irrepetible. Colaboró que los mismos productores ensayaran un giro en el clima del programa, que era una cosa muy diferente en los inicios (ni siquiera Patrick Macnee era protagonista) y tenía un aire más "serio" con la gran Honor Blackman -otra Chica Bond, y no es casualidad- como Cathy Gale. Llegaron a probar a ¡80! actrices hasta que una prueba de cámara demostró que en la dupla Rigg & Macnee estaba todo, las dosis necesarias de flirteo, humor y compañerismo para encarnar a esa dupla que nunca se sabía bien para qué organismo trabajaba y encontraba el mensaje de que "se los necesita" en los lugares más insólitos.

Emma Peel es contraseña esencial de una época de grandes series británicas, en las que cuestiones de la alta política y el espionaje aparecían sazonadas con un humor sutil y algo desencajado, y en su caso hasta elementos sobrenaturales y de ciencia ficción. Entre tantos protagonistas masculinos y partners femeninas puestas casi con el único propósito de embellecer la pantalla, Rigg se negó a ser una muñequita decorativa, montó en cólera cuando descubrió que ganaba menos que el camarógrafo, peleó por mejorar su salario (y lo consiguió) y supo siempre dejar claro que era tan inteligente y corajuda como su coprotagonista masculino. No son logros menores para la época, aunque fuera una época en la que los roles ya entraban en discusión.

¿Por qué lo consiguió? Por la sencilla y contundente razón de su talento y su gracia. Diana Rigg hizo todo lo que hizo en Los Vengadores -y otro día, el espacio es tirano, habrá que hablar de su Olenna Tyrell en Game of Thrones- porque fue una actriz extraordinaria. Por eso, y no solo por su indiscutible belleza, el público la amaba. La amábamos. Aunque algunos fuéramos demasiado pequeños para ponerlo en esas palabras.