Hoy comienza el juicio a Luz Aimé Díaz, la joven trans estudiante del bachillerato Mocha Celis, acusada de “homicidio triplemente agravado en grado de tentativa”.

Luz está casi ciega. A los 13 años perdió la visión de un ojo cuando un camionero le dio una feroz golpiza en la ruta. Y luego sufrió una disminución en el otro, que llega al 75%.

El 19 de agosto de 2018, dos individuos la hicieron subir a un departamento de la calle Güemes (Palermo, CABA) con el objetivo de que les hiciera un servicio sexual. El departamento estaba a oscuras. Luz Aimé no advirtió que en una habitación contigua había un hombre gay atado, al que estos individuos golpearon brutalmente para robarle. La policía observó a una chica trans en la cámara de seguridad del edificio y le endosaron el delito sin más a ella. Dos de los jueces a cargo de la causa fueron recusados por negarle –contra toda legalidad- la identidad de género a Luz. Por resolución del tribunal de Casación, fueron reemplazados por dos magistrados con perspectiva de género.

Luego de este antecedente y de la larga tradición homolesbotransfóbica de la Justicia argentina, cabe preguntarse si esta vez el Poder Judicial estará a la altura de la causa que le toca juzgar. En esta causa hay dos víctimas lgbt+. Una es Luz Aimé. Y la otra es el varón gay salvajemente golpeado.

Luz esperó dos años este juicio. Desde abril de 2019 está en prisión domiciliaria con tobillera electrónica en el Gondolín, el histórico hotel tomado por travestis y trans y convertido en una asociación civil en defensa de los derechos humanos.

“Espero el juicio tranquilamente nomás. Con oración y basta. Le rezo a Dios y también tengo santos, el Gauchito Gil. Si el juicio tiene que ser ya, bien para mí. Y las audiencias van a ser virtuales, por zoom. Mejor, porque así no me sentiré tan nerviosa. Las chicas del Gondolín van a estar apoyándome”, dice Luz, a horas de comenzar el juicio.

¿Cómo atravesaste la cuarentena?

Me dolió mucho el fallecimiento de dos de mis hermanos. Estoy lejos de mi pueblo, pero los llevo en mi corazón. Tengo que cumplir el duelo.

Cuando te vimos en febrero, te costaba mucho dormir.

Con la medicación duermo temprano. Pero cuando se me acaba, recién me duermo a las cinco de la mañana.

¿Qué hiciste en estos meses?

Estoy cursando el secundario, todo por teléfono. (Luz no tiene celular, le prestan uno). Me cuesta ver la pantalla, pero me ayuda Tamara, una chica peruana compañera del bachillerato. Estudio historia, lengua y política. Matemática no me gusta. Las chicas del Gondolín festejan el cupo laboral trans. Yo no sé. Quiero quedarme en Buenos Aires para encontrar mi futuro. Y conseguir un trabajo de cualquier cosa.

¿Cómo vas a asistir al juicio?

Voy a estar en una habitación. Me pondré un poco de labial. Las chicas me preguntan si pueden estar. A mi lado va a estar Mayra, que es de un pueblito cercano al mío.

¿Qué les vas a decir a los jueces?

No pensé qué les voy a decir. Les pido que me escuchen.

¿Cómo controlaste la ansiedad todo este tiempo?

Cuando no hay empanadas, preparo dulce de leche casero. Hago el acaramelado en una ollita y le tiro una lata de leche condensada. Una vez que hierve hay que bajar el fuego para que no se pegue. Una hora de cocción lleva. No sé qué más hacer.

ANTES SANTAS, HOY PUTAS

Martín Engelman es el psicólogo clínico del Gondolín. Atiende a Luz desde que salió del penal con tobillera.

“Luz no la pasó bien en pandemia. Perdió a sus hermanos gemelos en mayo y luego a su tía, en Embarcación, el pueblo salteño de donde es oriunda. Luz se encuentra con un trastorno en el estado de ánimo (distimia) por todo lo que le está pasando, sobre todo por el duelo de sus familiares. Aunque estén lejos, su familia es muy unida. Además sufre de insomnio. Nunca me pasó que una paciente tarde tanto en recuperar el sueño”, dice Martín Engelman.

¿Qué impresión te dio Luz cuando la conociste?

Conozco muy bien a las chicas del Gondolín, porque durante mucho tiempo fui psicólogo comunitario en la asociación. Luz llegó en marzo de 2018 porque quería estudiar en el bachillerato Mocha Celis y sabía que en el Gondolín la iban a conectar con la escuela. En el Gondolín, la aceptaron de una porque se dieron cuenta de que es una chica buena, tranquila. En el Gondo tenemos un sistema de convivencia. Nos damos cuenta enseguida de cómo es cada una. Cuando Luz cayó presa por esta causa, se la acompañó inmediatamente. Cuando empiezo a atenderla, la encuentro con una vivencia de maltrato institucional y carcelario por ser trans. Sufrió bullying en la cárcel.

¿Cómo llega Luz a este juicio?

Acompañada. El Gondo la está conteniendo. Pero hay que ver cómo se dieron los hechos y cómo quedó atrapada en esta situación injusta. Si ella fuera culpable, ¿habría vuelto a la parada donde comenzaron los hechos? Ni se acordaba del servicio que les había hecho a esos dos tipos. Justo fue a trabajar a un departamento donde estaba el pobre hombre al que golpearon. Si ella lo hubiera visto, también la habrían reducido. Eran dos pintas a lo matoncito, estaba todo oscuro, se murió de miedo en ese lugar. Hizo un servicio bucal. Ella estuvo en el mismo peligro que el hombre gay al que estos tipos atacaron. La sacó barata. Después se olvidó de todo. Cuando los policías le dicen que tenían un video que la incrimina, Luz creyó que sería un video porno. Mirá si les iba a decir eso a los policías de saberse involucrada en un hecho así. Espero que Luz sea absuelta y pueda continuar con su vida y su sueño de estudiar psicología. Con el tiempo ella se va a convertir en una de “las tías”, las trans de más edad que ayudan a las demás. Antes de la llegada de los españoles a nuestro continente, las trans eran santas.

¿Cómo era eso?

En la cultura incaica las trans cumplían funciones religiosas. Después de la conquista pasaron a ser putas. Muchas de ellas vienen de Salta, Jujuy y Tucumán, conservan mucho de la tradición previa a la conquista. El Gondo logró que Luz viviera en una organización de derechos humanos. Aquí viven autogestivamente, lograron tener wifi, hacen una olla popular. La semana pasada Alberto Fernández consideró que había que instituirles un cupo laboral. Vamos a ver qué decide la Justicia respecto de Luz. Hay que destacar la decisión de permitir que Luz cumpla arresto domiciliario en una organización de derechos humanos, en un lugar digno. Es la primera chica trans que recibió ese trato.

LAS VÍCTIMAS PERFECTAS

La pandemia llevó a la creación de La Mocha Online y permitió que Luz Aimé pudiera continuar estudiando. Francisco Quiñones Cuartas es el director de la Mocha Celis y conoce a Luz desde el día que llegó al Gondolín.

¿Qué pasó con los estudios de Luz cuando cayó presa?

Luz vio interrumpido su proceso educativo. No la dejaron salir para estudiar. Ya tendría que estar cursando su último año de secundario. Es muy triste la situación, porque ella vino a Buenos Aires para estudiar, ya que en Salta no tenía oportunidad de hacerlo.

¿Pudo seguir estudiando virtualmente en pandemia?

Paradójicamente la cuarentena la puso en igualdad de condiciones con las demás chicas. Estaba muy deprimida por no poder avanzar en la escuela y ahora con La Mocha online puede avanzar en contenidos. En el Gondo no tienen todas las condiciones, pero ahora tienen internet, y pueden estudiar usando el celular, aunque hay que trabajar en el uso de esas herramientas.

¿Qué expectativas tenés sobre este juicio?

Es un juicio virtual. No podremos estar amontonados siguiéndolo, pero estaremos acompañando. La situación de Luz es una más entre las injusticias que sufren las travestis y las trans, a quienes solo por serlo las consideran delincuentes. Son las víctimas perfectas para enviar a la cárcel, porque nadie reclama por ellas. Hemos visto jueces condenándolas solo por su manera de vestir. Pero esta no es la situación de Luz, porque estamos acá para que no se cometa una injusticia. A esta compañera se la acusa de ser jefa de una banda cuando es súper tímida, casi ciega por un palizón que le dieron cuando era una niña en prostitución. Vino con un montón de sueños que hasta ahora están truncados. Para ella siempre es empezar de nuevo. Cuando la conocimos estaba con fiebre, frío, hizo un viaje muy largo para tener un lugar donde estudiar. Enseguida se hizo querer. Le tienen mucho afecto, le dicen “Marcianita”, los apodos son una manera de mostrarse afecto entre ellas. Luz quiere que esto termine pronto y confía en que los jueces la escuchen.