¡Qué lindo es cuando la política puede transformar la vida de las personas! Desde hace unos días nuestro país se acerca mucho más a las naciones donde todxs sus ciudadanes tienen los mismos derechos. La Argentina hace historia en toda Latinoamérica. Por decreto nacional, el presidente Alberto Fernández avanzó con una de las políticas de Estado más reclamadas y necesarias para nuestra comunidad travesti trans no binarie que le garantiza al colectivo el uno porciento en el sector público.

Nunca me voy a olvidar de ese jueves 3 de septiembre. Eran las 23:45. Y yo ya estaba en la cama con pijama, casi dormida. De pronto, llegó un mensaje a mi celular. Me sorprendió porque quienes me conocen saben que después de las 10 pm ya estoy descansando. Por alguna razón, estaba despierta. Comenzó a sonar sin parar: mucha actividad para esa hora del día. ¿Qué estaba pasando? Agarré el teléfono y descubrí una catarata de mensajes. Lo primero que leí en mi WhatsApp fue: «¡¡¡ Día histórico!!!». Pegué un manotazo para buscar mis lentes que estaban en algún lugar de la cama —me resisto a agrandar las letras del celu— y terminé de comprender: «Amiga, ¡salió el cupo! ¡Tenemos cupo laboral travesti trans!».

La emoción se apoderó de mí. Fue imposible contener las lágrimas.

Las redes sociales rápidamente se hicieron eco, replicando los mensajes de festejo. Se inundaron con imágenes de Lohana Berkins y Diana Sacayán, compañeras que ya no están en esta tierra, pero dejaron un gran legado. Su lucha hizo que hoy celebremos este avance de derechos para nuestra sociedad que es, ni más ni menos, una reparación histórica a los, las, les compañeres que perdimos.

Esta noticia generó todo tipo de reacciones en la sociedad y en nuestro colectivo.

Como siempre, no podían faltar lxs odiadores compulsives, que desde su inhumanidad y desinformación despliegan su odio con discursos machistas y discriminatorios resistiendo los avances de una sociedad más justa. Yo buscaba la palabra de mis compañeras porque comencé a leer todo tipo de mensajes.

Está claro que todes queremos una vida más digna. Me comuniqué con Luciana Viera, responsable de las relaciones públicas de Mocha Celis. Ella tiene sentimientos encontrados. En principio, con la palabra «cupo», ya que no le gusta, aunque la respeta por ser un término que trajo la compañera Diana Sacayán. Luciana es más partidaria de hablar de inclusión laboral porque la palabra «cupo» en sí misma es un limitante, pone un techo.

Creo que todes coincidimos en que es un avance. Acuerdo con Viera en que sería muy necio decir que este DNU no es un progreso. Pero, como bien ella me comentaba, seguramente haya que reformular un montón de cosas. Por ejemplo, la cuestión del límite de ingreso. ¿Por qué ponerle un límite? Por otra parte, sería bueno aclarar algo que se estuvo repitiendo en los medios y en redes: que esto es una ley. En rigor, se trata de un DNU, y la principal implicancia es que con un cambio de gobierno podría ser dado de baja o vetado. Es decir, no tiene el mismo peso o amparo que una ley.

Hoy como colectivo tenemos que defender y abrazar esto que nos costó años de luchas y compañeres muertxs. Es una base, ¡sí! Hay que defenderlo y trabajar hacia algo más macro como la ley integral trans. También hay un montón de cuestiones que hay que seguir puliendo. Para que no pase lo mismo que cuando implementaron el cupo en la provincia, que fue únicamente para el sector público. ¿Por qué nos siguen excluyendo del ámbito privado? Porque las empresas no logran concebir y ni siquiera pensar en un cuerpo travesti formando parte de ellas. Esto sigue sucediendo en el ámbito privado, hay mucho resquemor y prurito con nosotras. ¿Qué puesto puede ocupar una persona travesti en una empresa? La base principal de la discriminación hacia nosotres sigue siendo nuestra identidad.

Yo no me caso con nadie: más allá de las banderas políticas, primero están mis compañeres trans. Para mí, el ideal sería que una vez que accedamos a un trabajo formal se nos pudiera capacitar, que hubiera un seguimiento que controle, que se cumpliera con los derechos de perspectiva de género y poder ascender, como cualquier persona, a mejores puestos de trabajo. Eso es la dignidad laboral, acceso a la educación, a una salud integral, a una vivienda digna. Las necesidades básicas para alcanzar la igualdad real para la población trans.

Según la directora de ATTTA Red Nacional, Luisa Lucía Paz, nuestro colectivo tiene un promedio de vida de cuarenta años. Vive la expulsión sistemática de los hogares, de la salud, de la educación y del trabajo. Muchas personas travestis trans no terminan la secundaria, tampoco acceden a la universidad y mucho menos a un empleo registrado. También ocurre que cuando somos idónexs para un cargo, deciden no contratarnos por nuestra expresión de género o por no tener el cambio registral en nuestra documentación. Se calcula que el ochenta por ciento de las personas travestis, trans y no binaries no accedió nunca a un empleo formal, y la gran mayoría subsistimos a partir del trabajo sexual o emprendimientos autogestivos.

El primer paso ya está dado, este debe ser el puntapié para abrir nuevos caminos. Hoy celebramos esta gran victoria, aún nos quedan muchas batallas. Les politiques pasan y las leyes quedan para siempre.

¡Vamos por el cambio cultural y por la Ley Integral!