El 16 de marzo se jugó el ultimo partido de argentinos antes de la pandemia. Pasaron desde entonces 185 días, una eternidad en la que se quebraron todos los records. El mayor espacio en blanco antes de este fue en la huelga del '48-'49 que cerró las puertas de las canchas, entre noviembre del '48 y abril del '49. 

Y resulta que ahora, después de este insoportable ayuno de fútbol te sirven cinco platos calientes en continuado por la Libertadores, una maratón de ocho horas. No hay manera de resistirse.

El tipo sabe que es espantoso que esta agenda la marque la Conmebol sobre la base de que lo importante es transmitir (y recaudar), pero futbolero incorregible, el tipo se planta frente a la tele a las cinco de la tarde, dispuesto a quedarse hundido en el sillón hasta el día del juicio final. 

Pero por las dudas tiene a mano el control remoto, porque forma parte de su rutina la búsqueda de información sobre el coronavirus, y todo lo que gira en torno de la actualidad nacional. El partido de Racing lo sigue completito. Ve con agrado que uno de los banderines lo sostiene una chica, Mariana De Almeida (después se enterará que en Defensa y Justicia-Delfín hay otra jueza de línea, Daiana Milone.

"Los jueces que no figuran son Bruglia, Bertuzzi y Castelli, que vuelven a sus canchas de origen", piensa el tipo, enterado de que el hecho se publicó en el Boletín Oficial. Llaman la atención los cantos de la hinchada.

En un momento se oye "La academia, vamo la Academia”. Seguro que Leuco hijo escucharía “La pandemia, vamo la pandemia”. Es difícil acostumbrarse a esa cosa de tribunas vacías y sonidos de otros tiempos. 

El partido, discretito, lo gana el equipo uruguayo, con un gol de penal de Bergessio. “¿No es sintomático que en un partido jugado en pleno coronavirus a Racing lo vacune un muchacho al que llaman Lavandina? “, dice el tipo que no puede salirse del contexto.

Final del partido y en el balance quedan casos positivos, casos negativos, y casos en estudio. Positivos: el buen primer tiempo de Garré (el nieto del 3 de Ferro), y el jugadón de Pillud que pudo significar el empate. Negativos: cierta endeblez defensiva, caída anímica en el momento clave del gol, y la expulsión de Solari casi simultáneos. En estudio: lo que puede pasar en lo que falta. Hasta ahora Nacional tiene nueve puntos, Racing seis, Estudiantes de Mérida tres, y Alianza Lima cero. No está tan mal la cosa.

La maratón sigue en el Morumbí. River juega como si nada hubiera pasado. Es el de siempre. Gallardo desestima la idea de cinco volantes y arma un 4-3-3 clásico, el equipo se permite la circulación con los medios que le son propios, y mantiene los principios esenciales. Había empezado mal, con un gol en contra de Enzo Pérez en una curiosa carambola, pero River no muestra síntomas de perder el aire y lo empata en una triangulación de potrero. 

Lo más extraño del primer período es lo que pasa con un remolino de los 22 futbolistas, después de un bote a tierra. En torno del árbitro, empujan, se ponen cara a cara, gritan, respiran. Uno imagina que el doctor Perrone, el de la TV Pública, se desmayaría. Pero a esa altura el médico analiza alarmado que en las últimas 24 horas hubo 345 muertes y 12.701 contagios.

Al tipo se le mezclan todos los números: goles, puntos, porcentaje de posesión, porcentaje de camas ocupadas, datos del AMBA y tiros al arco, cantidad de declaraciones golpistas de Duhalde, en el mismo lodo.

Al final de los partidos de las 19 los dos equipos argentinos muestran satisfacción. Buen negocio para River el 2-2 en el Morumbí, y excelente negocio para Defensa y Justicia con el 3-0 sobre los ecuatorianos de Delfín, en un partido del que solo vio ráfagas que le alcanzaron para descubrir la fragilidad de los visitantes. 

Se verá más adelante si trajeron alguna consecuencia los abrazos de gol, los amontonamientos en las protestas, y en las jugadas de pelota detenida cerca de las áreas en las que nadie mantuvo la distancia ni mamado.

El tipo sigue firme frente a la tele cundo llega el turno de Libertad-Boca, con los relatos de Mariano Closs y los comentarios de Diego Latorre. Los paraguayos tienen mucho más rodaje que Boca, pero mucho menos jerarquía. Y se nota en un partido que después del gol de Salvio a los seis minutos, se va a amesetando hasta que Salvio recibe un pase de Cardona, engancha y define. 

Queda el partido de Tigre, pero a esa altura el tipo, empachado de fútbol, busca una serie en Netflix.