Las mayores restricciones cambiarias que tomó el gobierno tienen como objetivo, según los propios funcionarios gubernamentales, evitar que se sigan perdiendo reservas internacionales en un contexto nacional y mundial muy complejo

Desde la asunción del gobierno de Alberto Fernández se perdieron un total de 1271 millones de dólares en reservas internacionales. Las principales salidas de divisas se dieron, hasta julio del presente año, por la cancelación neta de deudas con el exterior (5030 millones), pago de intereses (2575 millones) y formación de activos externos (1010 millones).

El 35 por ciento de percepción impositiva –adicional al impuesto PAIS- agregada recientemente al cupo mensual de 200 dólares tiene como objetivo disminuir este último ítem, mientras que el tope del 40 por ciento de acceso al mercado de cambios oficial para pagos de deudas mayores a 1 millón de dólares tiene como finalidad reducir la salida de dólares por pagos de deuda (intereses y capital).

Cómo resulta evidente, la salida neta de dólares por servicios de deuda externa ha resultado mucho más significativa que la fuga a través de la adquisición de billetes y divisas –aunque esta última se ha venido acrecentando en los últimos meses-, en buena medida gracias al tope de 200 dólares mensuales impuesto en el final de la gestión anterior.

Regulaciones

Sin entrar en la discusión sobre la efectividad de este tipo particular de regulaciones cambiarias u otras alternativas como una formalización del desdoblamiento del mercado de cambios (con un tipo de cambio comercial y otro financiero), es importante comprender cómo se llegó a esta situación y a la necesidad de optar por medidas de este tipo, que buscan evitar una devaluación que tendría efectos directos sobre los precios internos.

Como se observa en el gráfico que acompaña la nota, antes de la corrida cambiaria de mayo de 2018 el Banco Central contaba con reservas por 61.726 millones de dólares, en buena medida sostenidas por el acelerado proceso de endeudamiento con acreedores externos privados en el que incurrió el gobierno de Macri. Tras esa corrida, el gobierno decidió acudir al FMI, acordando el préstamo más grande de su historia (por 54.000 millones de dólares). 

Aun así, la devaluación siguió profundizándose y el incumplimiento de las metas acordadas condujo rápidamente a una revisión del acuerdo con el organismo que implicó un incremento del monto (llevándolo a 56.300 millones de dólares) y, sobre todo, un adelantamiento de los desembolsos.

El primer desembolso del FMI, en junio de 2018, por 14.916 millones de dólares, permitió recomponer el nivel de reservas previo a la corrida, pero no logró detenerla, con lo cual el patrimonio del Banco Central siguió deteriorándose vertiginosamente. Como se desprende de la información presentada en el gráfico, los sucesivos desembolsos del FMI permitieron ir recomponiendo el nivel de reservas hasta mediados de 2019, cuando se inició una nueva y acelerada caída producto de una aceleración de la fuga de capitales, la cual totalizó unos 24.000 millones de dólares entre enero y octubre de dicho año (a lo que debe sumarse una salida adicional de 6000 millones por retiro de depósitos en dólares). 

Al respecto, cabe recordar que durante la gestión de Sturzenegger se eliminaron todos los límites para la adquisición de divisas en el mercado de cambios, suprimiendo incluso el tope de 2 millones de dólares mensuales que existía antes del establecimiento de las regulaciones por parte del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner a fines de 2011.


Fue recién tras las PASO de agosto de 2019 –con un resultado muy adverso para el oficialismo- que el gobierno de Macri dispuso un máximo de 10.000 dólares mensuales por persona, lo cual permitió aminorar pero no detener la fuga, que recién puso contenerse cuando se impuso el tope de 200 dólares mensuales un día después de las elecciones presidenciales (28 de octubre), en las cuales la fórmula del Frente de Todos encabezada por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner se impuso en primera vuelta. 

Fuga

Para ese entonces las reservas del Banco Central rondaban los 43.300 millones de dólares. Ello quiere decir que, a pesar de los casi 45.000 millones de dólares otorgados por el Fondo, durante el último año y medio del gobierno de Macri se perdieron reservas por 18.109 millones de dólares. Esto supone que no sólo se evaporó todo el monto desembolsado por el organismo multilateral sino que además se perdieron otros 18.000 millones de dólares adicionales.

Es evidente que el sostenimiento de un mercado de cambios desregulado entre 2016 y 2019 solo fue posible por el gigantesco proceso de endeudamiento externo en el que incurrió el gobierno de Macri y, aun así, ello no solo no evitó una profunda devaluación (la paridad cambiaria pasó de poco menos de 9 pesos en diciembre de 2015 a 63 pesos en diciembre de 2019) y una inflación récord (54 por ciento anual en 2019), sino que, contrariamente a su sesgo ideológico, el gobierno se vio obligado a introducir restricciones cambiarias mayores a las existentes antes de su asunción

En síntesis, el gobierno de Macri no solo terminó restringiendo el acceso al mercado de cambios, sino que dejó una economía en crisis y un Estado profundamente endeudado y en virtual default.

Se puede discutir qué tipo de intervención en el mercado de cambios es mejor, si tratar de limitar por precio o por cantidades y de qué forma; lo que es indiscutible es que hasta que no se logre cambiar la matriz productiva de la Argentina –menos dependiente de las importaciones y/o con mayor capacidad exportadora- y se logre recuperar la capacidad de la moneda local de actuar como reserva de valor –ofreciendo alternativas estables y consistentes de ahorro-, un mercado cambiario completamente desregulado sólo conduce a profundas y reiteradas devaluaciones que impulsan saltos inflacionarios con severas consecuencias socioeconómicas para la mayor parte de la población. 

En dichas circunstancias, el endeudamiento externo sin un horizonte reindustrializador termina conduciendo, tarde o temprano, a nuevas y profundas crisis de las que cada vez cuesta más salir.

* Investigador del Conicet y del Área de Economía y Tecnología de la Flacso.