La tarea cultural continúa malherida. Y si bien hay soluciones virtuales o salidas transitorias, lo cierto es que la situación es crítica. Testimonio de ello es el pedido de ayuda al estado municipal y provincial que la Asociación de Teatros Independientes de Rosario (ATIR) moviliza. Tras seis meses de inactividad, la respuesta sigue en espera.
“Es obvio que los teatros tienen que estar cerrados y no abrir, pero desde ATIR nos llama la atención que ni siquiera nos nombran. En el comunicado de ayer (por el jueves), donde se explican cuáles actividades no se pueden realizar, figuran las enseñanzas artísticas; mientras que sí se podrá asistir a gimnasios y ceremonias religiosas. Parecería que fue un error, y que se habilitará la posibilidad de impartir clases. Como sea, la situación es muy angustiante, no solo por lo económico, sino porque parece que no existimos”, destaca Mecha Núñez de Teatro La Morada, integrante del colectivo ATIR.
Esta falta de atención hacia el sector, Núñez la señala “a nivel municipal y provincial. Apenas comenzado el aislamiento, el Instituto Nacional del Teatro lanzó un plan de ayuda muy efectivo, fue un dinero muy importante, pero que no alcanza para cubrir todos los gastos desde marzo a la fecha. Con el gobierno de la ciudad de Rosario tenemos reuniones y una comunicación bastante fluida con (el subsecretario de Industrias Culturales y Creativas) Federico Valentini, pero con muy pocos avances. Lo que pedimos es la excepción de los impuestos que estamos pagando. A nivel provincial no tenemos absolutamente nada. No nos nombran, y tampoco nos recibió el ministro (Jorge Llonch). Esa es la situación”.
Afortunadamente, ninguna de las salas que integra el circuito teatrero cerró sus puertas, y es para subrayar que el colectivo decidió “nunca hacer una movida en la calle ni tampoco ponernos de punta y abrir a la fuerza, porque lo que necesitamos es que nos escuchen, que alguien levante el teléfono y nos preste un rato de atención. Muchas salas son casas antiguas, y lo que pagamos de agua y luz es exorbitante. Necesitamos que se dé la exención de impuestos”.
Núñez también reconoce que con la Municipalidad “se está viendo de extender las excepciones que hay para asociaciones civiles, para todos los espacios donde funcionan salas independientes, aunque los responsables sean personas físicas. Pero es un trámite que iniciamos en abril, una conversación que tuvo algunos avances, pero no es efectivo. Sí tuvimos un apoyo con elementos de limpieza, que fue mínimo, pero al menos no hubo que gastar en alcohol y lavandina cuando dábamos clases. La gran ausencia es la del gobierno provincial. Tuvimos algunas conversaciones con (la directora de Programas Socioculturales) Carla Saccani, pero ella no puede resolver nada. Y a nivel nacional seguimos con el Instituto de Teatro la posibilidad de otro apoyo; la representante del Instituto en Santa Fe, Gabriela Bertazzo, siempre nos escucha y ayuda con estrategias. Pero me parece que desde la provincia no somos considerados trabajadores, y que hacemos esto porque nos sobra el dinero. A nivel provincial no hay ninguna ley que ampare o fomente al teatro, y si bien a nivel municipal hay algunas actividades, tampoco son una ordenanza ni significan un sostén en el tiempo. Rosario es siempre nombrada por su cultura, y viene bien llenarse la boca con el trabajo de los artistas independientes, pero a la hora de ayudarnos la verdad que es muy poco”.
Los sillones de Casa Brava
Como expresión significativa, uno de los espacios culturales ya emblemáticos de la ciudad, Casa Brava (Pichincha 120), propone una particular rifa por estos días. Los sillones del establecimiento, clásicos y reconocidos por los habitués, se regalan. Una manera creativa pero dolida para afrontar lo que pasa. “La idea surge de la necesidad de juntar fondos, y porque nuestra actividad fundamental está postergada. Ahora la cosa cambió un poquito con el nuevo anuncio, pero nosotros somos un bar más nocturno, con artistas en vivo. Necesitábamos hacer algo y de esta manera poner en situación lo que está sucediendo”, destaca Joaquín Arce a Rosario/12.
“Quisimos poner en perspectiva la situación de cara a la gente, para que vea que no está siendo fácil y que el rubro la está pasando mal. Lo hacemos de una forma distinta, para tratar de decirlo de nuestra manera, siendo creativos, y también con el fin de generar empatía con nuestro público”, agrega. La rifa cuesta 500 pesos y el premio mayor es el juego de sillones. Luego hay packs de bebidas en cantidad. Pero hay un factor que pesa más que cualquiera, es sentimental. “Por un lado, convocamos al público habitué, a la comunidad que viene siempre al bar, y por el otro tal vez despertemos el interés de quien nunca vino. Rifar los muebles de casa es como llevarte una parte de nuestra casa a la tuya. El juego de palabras entre ‘casa’ y ‘brava’ tratamos de utilizarlo también en esto, y acentuar una cuestión emocional antes que comercial”, distingue.
“Ya pasaron seis meses, y al mismo tiempo hay una circunstancia sanitaria muy sensible, por eso elegimos hacer esto, que es lo que nos está ocurriendo a nosotros. Lo venimos llevando de la mejor manera posible, si bien hay situaciones que son incontrolables emocionalmente, porque trabajar de esta manea es complicado y eso te va golpeando, pero nosotros apelamos a la creatividad, a nuestro público, y porque creemos que nuestro espacio está buenísimo, es particular y tenemos ganas de seguir”, expresa Arce. Un dato lo avala y no es menor: los artistas que allí se han presentado, en su mayoría rosarinos, siempre cobraron. “La entrada es gratuita y los músicos cobran”, dice Arce. Que siga así.