Desde Roma

La renuncia de un cardenal sospechoso de haber participado en algunos negocios no del todo transparentes ni legales en nombre del Vaticano, causó no poca sorpresa en ambientes de la Iglesia y fuera de la Santa Sede. “El Santo Padre aceptó la renuncia al cargo de Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y todos los derechos relativos al cardenalato, presentada por su Eminencia el cardenal Giovanni Angelo Becciu”, dijo un brevísimo comunicado de prensa difundido el jueves por el Vaticano. Lo que muchos se preguntan, incluso la prensa italiana, es si el cardenal renunció por su propia voluntad o fue obligado a renunciar por el papa Francisco. Según palabras del propio Becciu, en una rueda de prensa, el papa le comunicó está decisión en un breve encuentro que mantuvieron durante 20 minutos.

Apartir de esta renuncia, el cardenal Becciu no sólo deja la Congregación para la Causa de los Santos que dirigía, sino que de ahora en más, aunque seguirá siendo cardenal, no podrá participar de los conclaves para la elección del próximo papa ni tampoco ocupar cargos de relevancia dentro de la Santa Sede.

Diplomático de carrera de 72 años, originario de la isla de Cerdeña, Becciu se desempeñó en las nunciaturas (embajadas vaticanas) de varios países africanos y europeos. Pero también fue nuncio (embajador) en Angola y en Sao Tome e Principe. El papa Benedicto XVI lo nombró nuncio en Cuba en 2009. En 2011 Benedicto XVI lo nombró Sustituto para Asuntos Generales de la Secretaría de Estado Vaticana, de hecho sede del virtual primer ministro o secretario de estado vaticano. El papa Francisco, que asumió como pontífice en 2013, conoció a Becciu cuando trabajaba en la Secretaría de Estado y muchos dicen que nació una buena colaboración entre ambos. Francisco lo hizo cardenal en 2018 y lo nombró también miembro de la Congregación para la Evagelización de los Pueblos.

Pero el escándalo inmobiliario surgido en 2019 por la compra de un edificio en Londres puso por lo visto la relación entre ambos en dificultad. Al parecer a través de una cuenta bancaria que dependía de la Secretaría de Estado Vaticana donde trabajaba Becciu y donde confluían fondos del Obolo de San Pedro (donaciones para hacer obras de caridad) y del IOR (Instituto para las Obras de Religión pero en realidad el Banco Vaticano) fue comprado un edificio por más de 200 millones de euros en una muy bien cotizada zona de Londres, Sloane Avenue. La denuncia sobre este negocio surgió de fuentes vaticanas, es decir de gente que trabaja dentro de la Santa Sede, lo que fue muy bien valorado por el papa Francisco en su momento. En el retorno de su viaje de Tokio en noviembre de 2019, dijo a los periodistas en el avión: “Por primera vez la denuncia no vino de afuera sino de dentro del Vaticano. Es la primera vez que hemos destapado nosotros la olla”. Y contó que había autorizado la investigación de la justicia vaticana.

El cardenal Becciu siempre rechazó todas las acusaciones y justificó su accionar diciendo que la compra del edificio de Londres había sido una muy buena inversión para el Vaticano porque desde que se habla del Brexit, el edifició había aumentado su valor.

En la investigación desencadenada en ese momento, fueron suspendidos cinco empleados del Vaticano, luego expulsados de sus trabajos. Pero también fueron secuestradas las cuentas bancarias en Suiza de algunos financistas y dirigentes bancarios que estuvieron inmiscuidos en el asunto. Entre ellos Raffaele Mincione, hombre de las finanzas italiano que vive en Londres, quien acusa al prelado venezolano Edgar Peña Parra, que era al sustituto para asuntos generales de la Secretaría de Estado vaticana desde 2018 y que sucedió a Becciu en ese cargo, y con el que supuestamente Mincione hizo las tratativas para la compra del edificio de Londres.

Sobre el escándalo inmobiliario, en el que habría además varias personas que se hicieron pagar cifras millonarias por la compra, la justicia vaticana todavía no ha llegado a definitivas conclusiones.

Pero Becciu también está acusado de haber hecho una donación de 100.000 euros a una oficina de Caritas, fondos que en relidad luego habrían ido a parar a una cooperativa que dirigía un hermano suyo. “Me acusan de apropiación indebida de fondos y de favorecer indebidamente” a otras personas, dijo en una rueda de prensa que organizó después de su renuncia. “Pero los 100.000 euros que envié al Caritas de Ozieri, Cerdeña, están todavía allí. Ellos me lo han confirmado”, dijo. La indicación de un sospechoso movimiento financiero al parecer llegó al Vaticano de parte de la Guardia de Finanzas de Italia, que se ocupa en general de controlar ese tipo de delitos. Pero los jueces vaticanos todavía no lo han llamado a declarar a Becciu sobre este tema, contó.

En cuanto al escándalo inmobiliario de Londres, él niega tener que ver y dice no conocer a dos de los manager italianos localizados en Londres, que participaron. O de haber emprendido inversiones en paraíso financieros cuando estaba en la Secretaría de Estado.

¿Su renuncia es tal vez fruto del accionar de sus enemigos dentro del Vaticano o de una “vendetta”?, le preguntó un periodista. “No lo sé. Espero que el Santo Padre no se deje manipular. Yo renuevo mi confianza en el Santo Padre. Cuando me consagré cardenal prometí dar la vida por Cristo y por el Papa. Hoy reitero eso”, concluyó Becciu.