“Ahora que nos enteramos que el lunes abren los shoppings, es evidente que ante la presión de ciertos sectores el gobierno responde, y en todos sus estamentos”, sintetiza Marianela Mennelli, trabajadora de Distrito Siete e integrante del Colectivo Rosarino de Espacios Culturales (CREC). En estos días, un nuevo comunicado del CREC alertó ante el dilema y paradoja en el que se encuentran los espacios culturales de la ciudad.

Irónicamente, puede asistirse a actividades vinculadas con rubros específicos, como el religioso o el de los gimnasios, pero no así en lo relativo a la enseñanza artística. ¿Cuáles son las diferencias específicas que impiden el desarrollo de esta tarea? No se especifican. Hace una semana, Rosario/12 conversó con la Asociación de Teatros Independientes de Rosario (ATIR) ante la imposibilidad de sostener económicamente las salas, y muchas de las molestias observadas coinciden: hay diálogo con el municipio pero no se toman decisiones, y una casi nula preocupación por parte de la provincia. “Somos un colectivo muy nuevo, sin legislación propia ni una organización sostenida en el tiempo como sí tienen ATIR y AATDa (Asociación Argentina de Trabajadores de la Danza de Rosario). Es difícil hacer efectivo el reclamo, pero desde el principio estuvimos en contacto tanto con el gobierno municipal como el provincial, pero entre los dos pareciera que se pasan la pelota. Siempre es el otro el que no puede o no quiere. Ayer (por el jueves) nos atendió el intendente Pablo Javkin. Lo que nos dice es que el decreto es provincial, pero que él ya elevó el pedido para que se modifique y se habilite la actividad. Todos llegamos a la misma conclusión, no hay un sentido que impida su implementación. Yo creo, por eso, que tiene que ver con que somos un sector que no genera la suficiente presión y movimiento como para que haya una respuesta. Por otro lado, no hay ninguna mesa compartida entre municipio y provincia, al menos con nosotres. Tampoco una respuesta rápida ni consensuada de parte de la provincia. (El ministro de Cultura) Jorge Llonch nunca nos atendió, (el subsecretario de Industrias Creativas) Félix Fiore tampoco. Estamos trabajando con (el subsecretario de Innovación Sociocultural) Fabián Bicciré y con (la directora de Programas Socioculturales) Carla Saccani, pero no hay una proactividad en la problemática. Básicamente, estamos sosteniendo espacios. No se pueden abrir y los gastos siguen corriendo. Además de tener que sostener sin trabajo nuestras casas y hogares, tenemos que sostener un espacio físico”, continúa Mennelli.

A partir de datos que surgen de un censo que el sector viene desarrollando de manera sistemática –éste ya es el tercero desde el comienzo de la pandemia-, los datos compartidos con Rosario/12 informan que sobre un total de 53 espacios, el 34% cerró sus puertas, el 41% se encuentra en situación de alquiler, el 50% no tiene regularizada su habilitación, el 65% manifiesta no poder continuar en estas condiciones más allá de noviembre, 35 de los espacios indican no haber recibido la “Asistencia Económica de Emergencia” del Estado provincial y 16 solicitaron algún tipo de crédito económico a partir de marzo.

Hay un dato que subrayar, los reclamos de CREC (así como los de ATIR) no tomaron por asalto la calle. En este sentido, Mennelli señala: “No somos un sector desestabilizador, trabajar en la cultura significa asumir un rol social muy importante, queremos hacer reclamos pero no desde una manifestación, porque es una locura. Sí pedimos y queremos que nos interpreten como trabajadores, que nos den respuesta como tales, como un polo productivo, que nos tengan en cuenta”.

En relación al censo, los datos son explícitos y, dice Mennelli, “necesarios dentro de la gestión cultural. La provincia hace un censo pero no sabemos qué hacen con esos números. A nosotros nos arroja una crisis importante ante lo que sucede y nos pone en alerta respecto de cómo continuar. No es casualidad que estemos tan diezmados, luego de la crisis de los últimos cuatro años, y también ante las restricciones y la imposibilidad de tener habilitaciones, con constantes cierres, clausuras y multas. No hay una comunicación desde la cual nos pregunten cómo estamos, en qué situación, y sería necesario, porque los espacios culturales son lugares de trabajo de otra gente. Ante la imposibilidad de abrir, los trabajadores de la cultura que dan clase se están yendo a los gimnasios, porque ellos sí pueden abrir. Ahí generás competencia y otros problemas. Hay que sostener los puestos de trabajo”.

Hay también otro aspecto de importancia, que Mennelli distingue: “No somos focos de contagio. No somos lugares donde se propague el virus, tal vez por el protocolo o por la forma de actividad, no lo tenemos claro, pero nadie se contagió. Y lo seguimos aclarando porque sabemos que es importante tener un registro epidemiológico y también porque es un argumento más sobre porqué abrir”.