Página/12 pudo averiguar que los dos medicamentos que el ministro de Salud de la Nación, Ginés Gonzáles García, aseguró que este mes estarían a disposición de los pacientes con covid-19, y que el presidente Alberto Fernández citó en su discurso sobre las nuevas medidas contra la pandemia, son la ivermectina y el suero equino, dos alternativas que “van a tener un efecto importante” en el tratamiento contra el virus. El suero equino se produce a partir de anticuerpos de caballos, mientras que la ivermectina es un fármaco que apunta a reducir la carga viral durante los primeros días de la enfermedad. Los dos desarrollos forman parte de las investigaciones financiadas por la Agencia I+D+i, bajo la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

El ministro había afirmado que ambos tratamientos “funcionan muy bien”. Actualmente el métodos más habitual en pacientes internados por covid-19 es la transfusión de plasma proveniente de las donaciones de pacientes recuperados. Sin embargo, un estudio nacional reveló que no produce un beneficio clínico significativo en pacientes graves. “Se ha demostrado que no es mejor darlo que no darlo cuando se utiliza en fases avanzadas”, afirmó a Página/12 Omar Sued, infectólogo de la Fundación Huésped y parte del comité de expertos que asesora al presidente Alberto Fernández en la gestión de la pandemia del coronavirus. Pero ya en ese momento Sued explicó a este diario que, en cambio, “hay estudios argentinos en marcha sobre medicamentos que son más prometedores”.

Ivermectina

El estudio que llevó a cabo el Instituto de Investigaciones de Enfermedades Tropicales (IIET), de la Universidad Nacional de Salta, reveló que la ivermectina produce la eliminación del virus en etapas tempranas de la infección. “Comprobar que la droga tiene actividad contra el virus es un paso muy grande porque es un medicamento comercialmente disponible y accesible en el país”, explicó a este diario Alejandro Krolewiecki, investigador del Conicet y director del proyecto "Evaluación del efecto antiviral del fármaco ivermectina contra SARS-CoV-2”, que recibió el financiamiento de la Agencia I+D+i y el apoyo del laboratorio EleaPhoenix S.A. 

La ivermectina es una droga de venta libre, descubierta en 1970 y utilizada para tratar distintas enfermedades, habituales en comunidades vulnerables, como la sarna o la parasitosis intestinal. Si bien en Argentina es más conocida por su uso veterinario, también existe y es accesible el fármaco para uso médico en humanos. En Salta ya la prescriben como medicamento para pacientes contagiados de covid-19.

El ensayo clínico que el IIET llevó adelante en 45 pacientes, de los cuales 30 fueron tratados con el fármaco y los otros 15 con placebos, pudo confirmar que la administración de una dosis de 0,6 miligramos de ivermectina durante los primeros cinco días del curso de la enfermedad, produce una disminución más rápida en la carga viral de los pacientes. “Para alcanzar actividad antiviral es necesario que la droga llegue en grandes cantidades a la sangre”, detalló Krolewiecki y advirtió que “en base a los resultados que obtuvimos no se debería investigar ni aplicar dosis más bajas de ivermectina porque no tienen el mismo efecto”. Según el especialista, darlo en altas dosis fue “la estrategia para mejorar la eficacia, así como para buscar mecanismos nuevos para dosificar la medicación”.

En la investigación, de la que participó también el Centro de Investigación Veterinaria de Tandil (CIVETAN), fue clave la intervención del laboratorio de virología del Hospital Garrahan, donde se utilizó una herramienta desarrollada especialmente para cuantificar las copias del virus que los pacientes presentaban en cada hisopado. “Es el primer ensayo clínico en el que se utiliza la contabilización de la carga viral para poder evaluar la efectividad de la droga”, explicó a Página/12 la viróloga Andrea Mangano, jefa del laboratorio del Garrahan, y afirmó que “pudimos confirmar cómo las personas que recibieron la dosis tenían un efecto antiviral más rápido que los que recibieron el placebo”.

Si bien se encontraron efectos adversos, Krolewiecki aseguró que “ninguno estuvo fuera de lo esperable”, y remarcó que, en cuanto a la aplicación, es central que se administre durante los primeros días desde que se presentan los síntomas. “Dar un antiviral cuando el virus está en retirada no es útil”, detalló.

El suero equino

Este tratamiento, a diferencia de la ivermectina, se basa en la transfusión de anticuerpos generados por otro organismo, en este caso, los caballos. Los anticuerpos policlonales equinos, que se obtienen a través de la inyección de una proteína recombinante del SARS-CoV-2 en caballos, tienen un efecto hiperinmune, cerca de 100 veces más potente que el del plasma de recuperados. Este tratamiento apunta a bloquear la propagación del virus en el organismo. Además, por la capacidad de estos animales de producir una gran cantidad de anticuerpos -ya que su nivel de sangre es de 6 a 7 veces mayor que el de los humanos- se puede producir a mayor escala.

A diferencia de lo que sucede con una vacuna, tanto en el tratamiento con plasma como en el que se realiza a partir del suero equino, los anticuerpos son producidos en otro organismo y transfundidos al paciente que cursa la enfermedad.

Los anticuerpos policlonales equinos se vienen utilizando para la elaboración de medicamentos, atender emergencias médicas como el envenenamiento por mordedura de serpientes, intoxicaciones por toxina tetánica o picadura de alacrán, exposición al virus de la rabia y para tratar enfermedades infecciosas como la influenza aviar.

El ensayo clínico para evaluar la efectividad de este tratamiento se lleva a cabo en seis hospitales argentinos y participan más de 200 pacientes con covid-19. Se trata de un trabajo de articulación público-privada encabezado por el laboratorio Inmunova y el Instituto Biológico Argentino (BIOL), la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud "Dr. Carlos G. Malbrán" (Anlis), con la colaboración de la Fundación Instituto Leloir (FIL), el laboratorio Mabxience, el Conicet y la Universidad Nacional de San Martín (Unsam).

Informe: Lorena Bermejo