"Lo que me atrapó de Roto es que le fue bien", reflexiona Enrique Campos. En los papeles, él es un cantor de tangos. En la práctica tiene un camino bastante alejado de la estética típica del género –y ni hablar de sus corrientes más conservadoras–, y una búsqueda personal que lo lleva por otros lados. "Del tango me interesa la música, pero no el ambiente", señala. "Están la Fernández Fierro y otras cosas que me encantan, pero también un olor a naftalina y un lado medio facho. Yo además soy abiertamente gay, así que siento que todo eso me distancia un poco", plantea.

De a poco, el género avanza en la resolución de algunas de esas contradicciones: hay cantidad de composiciones nuevas y el movimiento feminista creció muchísimo dentro del tango, pero el circuito queer a veces es muy conservador en lo musical. Mientras tanto, Campos sigue adelante: está haciendo sesiones cuarenténicas de música en vivo (LAMC Indie Showcase, Usina del Arte y Sesiones Xirgu), y esta noche estrenará su nuevo tema con DJ Mami.

En rigor, confiesa por teléfono, Roto pretendía cerrar una etapa. Después de muchos años con La 154, una banda de tango alternativo, el grupo se disolvió y él decidió grabar ese disco para dejar registro de la experiencia. Muchos de los músicos de La 154 participaron, así que el álbum suena a un solista con una banda bien consolidada atrás.

"Hice teatro muchos años y me gustaba la cosa performática", recuerda sobre su tiempo con la banda. Años de tocar en antros rockeros que no siempre esperaban escuchar tango. Pero, al mismo tiempo, en los antros tangueros también los miraban de reojo.

"Lo que tienen los géneros tradicionales es un peso grande, y muchas veces hay una cosa muy fuerte en cómo se hace algo. Como nosotros no teníamos, ni nos interesaba, esa cercanía con el mundo del tango, tuvimos libertad para apropiarnos de esas canciones y hacer lo que quisiéramos." La cuestión, atina, es que si no te dan cabida, "podés hacer lo que se te cante el culo". Y eso hicieron.

El resultado, a la distancia, demuestra que iban por buen camino. Como observa Campos, a Roto le fue bien. Tanto como para pegar nominación a los Premios Gardel y a los Latin Grammy en la categoría, y obligarlo a plantearse seriamente qué camino quería tomar con su música. "Con el diario del lunes me doy cuenta de que tenía una conexión con el tango. No fue parte de mi infancia, pero de grande me acordé que mi abuela escuchaba algo de Gardel, un poco de Aznavour y algún otro que nada que ver; pero escuchaba todo como si fuera lo mismo, eso es genial y yo lo mantengo", recuerda.

A Enrique Campos su disco le valió una nominación a los Premios Gardel | Foto: Cecilia Salas

Un pibe buscando su identidad

Ya de adolescente, su amigo Pablo di Nardo (un notable guitarrista) lo invitó a laburar con él. "En el tango y el folklore se valora mucho al intérprete, no como en el rock y pop donde son todos cantautores o se hace sólo música propia. Así como hay standards de jazz, en el tango se mantienen las canciones mucho tiempo", analiza.

"Ahí encontré una veta muy interesante, no sólo por lo teatral, y las letras que podría transformar en propias, sino también por eso rebelde de no ser aceptado en el tango, una cosa medio provocadora. En esa época escribía mucho, y las letras del tango me parecen increíbles: algunos tienen un nivel de escritura muy fuerte."

Más allá de jugar con la estética del "roto", Campos no parece ser un tipo nostalgioso, como se le suele achacar al tango. En lugar de eso, explica, él se agarra del "enojo del momento del desamor". Y compara tango y bolero. "El bolero habla del desamor, pero como unos días después, con una nostalgia medio edulcorada; el tango te lo canta en el momento, es visceral y con el dolor a flor de piel. Eso era más interesante para mí, y más cercano a mi forma de vivir."

Pero su vida no es sólo tango y basta escuchar sus últimos singles en Spotify (uno, incluso, es una reversión de un tema que ya apareció en Roto) para advertir cómo se cruzan otros géneros musicales en su vida. "En Roto lo único que tiene futuro son Luna nueva e Indiferente, un tema que hice y que ahora regrabé como cumbia", señala.

"Ahora quiero algo más arriba, también más teatral, pero más ecléctico en el género. Acá vuelvo a mi abuela, donde me desprendo y escucho las cosas independientemente de su género, porque en general mis temas giran en torno a un imaginario, es mi paleta de pintor, y es raro estar tan relacionado a un sólo género. En la realidad, soy un pibe que está empezando y buscando su identidad."