Desde hace unos días los medios hegemónicos hablan de un "éxodo" de argentinos, puntualmente hacia Uruguay. Los principales exponentes de esta nueva ¿moda? son Juana Viale y Oscar González Oro. Simbólicamente, Uruguay ya no aparece con el estigma del "paisito", sino como un mito de tierra prometida que garantiza la estabilidad económica que en Argentina no hay, la tranquilidad que en Argentina no hay, la seguridad que en Argentina no hay. Un paradigma de libertad frente a la infectadura. Un paraíso de pocos contagios y de medidas en absoluto restrictivas.

Página/12 consultó a uruguayos que se instalaron en este país en diferentes épocas para que cuenten cómo ven este fenómeno. ¿Moda? ¿Operación política, mediática, y por ende cultural? ¿Mito o realidad? ¿Un "éxodo" para todes o para los privilegiados de siempre? ¿Por qué el "éxodo" sería hacia Uruguay? 

Para Sebastián Calvo (37), que vive en Salta, el valorado "ritmo" de su país natal no está alejado de lo que se puede hallar en una provincia argentina. "Visto desde Buenos Aires Uruguay tiene una pica de hermano menor. Hay un reflejo de amor-odio, y el que mejor marketing haga es el que termina ganando, atado a las situaciones y medios que hay. La idea del éxodo es un golpe político", define sin rodeos. ¿Vuelve la Suiza de América? "El argentino de clase media trabajadora no se puede ir y estar mejor que acá. Falta trabajo y en Montevideo hay los mismos problemas de inseguridad. Es una cuestión de marketing que tiene mucho que ver con el gobierno que está hoy en Uruguay".

"Es una farsa, publicidad", coincide Angel Sergio, quien vive en Temperley, al sur del conurbano bonaerense, hace 37 años. "Hablo cinco veces por semana con mis hermanas y mi sobrina. La situación es tremenda. Se necesita mucho dinero para vivir", afirma, y ejemplifica: "Un chivito cuesta 2250 pesos". En cambio, Julio Burastero, metalúrgico, de la misma localidad, 58 años, piensa que el "mito" es que sólo puedan exiliarse los millonarios. "Muchos nos vinimos porque buscábamos estar mejor. Ahora se revirtió la historia. Uruguay inspira tranquilidad y seguridad. Nosotros vivimos cada vez peor. Cada diez años tenemos un problema económico".

Aunque son quienes tienen un alto poder adquisitivo los destinatarios de los beneficios impositivos lanzados por el presidente Luis Lacalle Pou --quien los invita a invertir--, se instaló la idea de una muchedumbre de argentinos desesperados por cruzar el charco en un momento de crisis socioeconómica nacional. El ministro del Interior, Wado de Pedro, la definió como una "campaña del desánimo". El embajador argentino en Montevideo, Alberto Iribarne, dijo a Infobae que el éxodo es "un mito", mientras que el embajador de Uruguay en Buenos Aires, Carlos Enciso, indicó que hay una "creciente demanda" de argentinos que piden radicarse en el país vecino. El siempre irreverente Pepe Mujica planteó a los ricos: "Quieren venir por lana, van a salir trasquilados".

En concreto, la cifra que se difundió al respecto es la del último informe de la Dirección de Migraciones: este año hubo 25.765 salidas de pasajeros nacionales argentinos con destino a Uruguay y 29.193 ingresos de argentinos a la inversa. Iribarne indicó que hay 136 mil uruguayos con residencia en Argentina y 25 mil argentinos con documentación al día para trabajar en Uruguay

"Lo que sé por lo que ha dicho el oficialismo del Uruguay es que no es que se han ido a vivir 25 mil argentinos ni muchísimo menos, sino que hay consultas en el consulado de gente que quiere saber cómo hacer para ir a radicarse porque interpreta que puede irse cualquiera", plantea Raquel Echeverría, de 65 años, instalada en Buenos Aires desde hace 45. Pero no, no cualquiera puede irse, según lo que dicen Raquel y prácticamente todos los entrevistados. Porque "Uruguay es un país caro" en cuanto a alquileres, impuestos, servicios y transporte. "Si le cuesta conseguir trabajo a un uruguayo, imaginate a un argentino", añade Raquel. "Es un país hermosísimo con muy linda gente, muy tranquilo, pero indudablemente es también un país pobre y de gente vieja, por llamarla de alguna manera", concluye la mujer oriunda de Paysandú, quien, como muchos de sus compatriotas, se exilió en plena dictadura uruguaya y terminó padeciendo la argentina.

Aquellas cifras de migraciones también podrían incluir a los que se tomaron un Buquebus --por ahora, el único medio posible-- para pasar la pandemia en un contexto más relajado, con documento uruguayo y trámite de residencia, entre algunos de los requisitos. Sobre esto puede explayarse Lilian Alfaro, a cargo del consulado hasta el 31 de julio. "Hay gente que decía que estaba invirtiendo en Uruguay pero la mayoría se va de paseo. Susana Giménez no se fue a vivir. No se van a vivir. Es una manera de ser antipatria, principalmente entre los famosos, también jugadores de fútbol y gente que está en la actividad comercial. No se dan cuenta de que hay una tragedia", cuestiona. "Van y vienen con el perro, joden una semana. Creen que el Uruguay les pertenece. Van a Punta del Este. Sienten que acá no hay libertad."

"La libertad de Uruguay la fomentan estos señores que tienen fama. Uruguay también tiene mucha gente en seguro de desempleo y en ollas populares. Pero de eso no se habla", contrasta. Mientras se construye la idea del éxodo, hay cientos de uruguayos viviendo aquí con "trabajos informales" y que se han quedado sin la posibilidad de visitar a sus familias porque "no tienen recursos" y el Estado "no se los facilita".

Hay otras bondades del país vecino, como el aborto y la marihuana legales, o la salud pública en la que se esforzó el Frente Amplio, y que destaca Analía Díaz Figueroa (44), quien piensa que el "éxodo" se conecta con una idealización: "Hay quienes deben haber ido de vacaciones y fantasean con poner un chiringuito, pero no es tan así: no te vas a vivir allá así de fácil. Es más una expresión de deseo que la realidad". En sintonía, Mónica Lacoste, actriz, 71 años, cree que se está construyendo un "oasis".

"Es una fantasía de cierta clase acomodada. Cuando hubo situaciones políticas peligrosas o problemas económicos, los argentinos rajaron al otro lado y los uruguayos hacia acá. Pero a este éxodo lo designaría como una pompa de jabón. Algunos rajarán buscando un paraíso que no sé si van a encontrar. Se van a quejar de que el Uruguay es muy caro. Los porteños no van a tener la adrenalina que necesitan para vivir", concluye. El intercambio tampoco sería favorable para los uruguayos, porque, según Calvo "los que van a emigrar son los que vacacionan en Punta del Este, que no son de su agrado".