Mientras los franceses sobre todo en París conviven con el coronavirus sin hacerle demasiado caso, el gobierno de Emmanuel Macron se prepara para anunciar nuevas restricciones. 

La mascarilla, obligatoria para todos al aire libre, las 24 horas y desde hace un mes y medio, ya parece la única advertencia visible de la epidemia, que sigue su propagación en Francia, donde se registraron 8500 casos después del fin de semana, con 96 muertos. 

París, que desde hace una semana es una "zona de máxima alerta", junto con la región de Ile-de-France, se muestra poco preocupada. El 80 por ciento de quienes trabajan lo hacen en forma presencial. En las zonas donde se reúnen los más jóvenes -los barrios XI y el XX, en el este- , los bares se presentan tan concurridos como siempre.

Las reglas dictadas para el cierre de los cafés no fueron claras y se previeron excepciones con la condición de seguir el protocolo de seguridad sanitaria de los restaurantes (nombre y dirección en la entrada, distanciamiento, cuenta en la mesa, tapabocas si se está de pie), dando como resultado una desregulación plena, con locales llenos como cuando no existía el coronavirus.

El primer ministro francés Jean Castex no descartó el lunes imponer confinamientos locales en algunas regiones de Francia para limitar la propagación del coronavirus en el país que hace frente a una "segunda ola" de covid-19. "Debemos evitar por todos los medios un reconfinamiento general" dijo Castex, pero añadió que no se pueden excluir confinamientos locales, sobre todo "cuando se mira la situación en nuestros hospitales". El miércoles por la noche, el presidente Macron dará una entrevista por televisión en la que hablará sobre la situación epidemiológica en Francia y anunciar nuevas restricciones.

Pese a las cifras cada día más elevadas de circulación del virus, los diarios principales --Le Figaro, Libération, Le Monde, Le Parisien- , le dan cada vez menos espacio a la cobertura de la pandemia.