Los grupos conservadores más contemplativos se apuntaron una gran victoria en la interna de poder de la Casa Blanca con el desplazamiento de Steve Bannon, el más polémico e influyente de los asesores que rodean a Donald Trump. Conocido por sus posturas de extrema derecha, tuvo que dejar su silla como Consejero de Seguridad Nacional por orden del presidente.

El responsable de la caída de Bannon fue el general Herbert McMaster, principal estratega militar de Trump. En el Consejo se dirimen las estrategias de defensa y allí había llegado McMaster en febrero tras la renuncia del general Michael Flynn por sus vínculos con Rusia y las sospechas de la injerencia del Kremlin en las elecciones de noviembre.

Recomendado por el establishment militar, McMaster chocó con el grupo más radical que rodea al presidente, dentro del cual Bannon era la cara más visible. Apenas llegó al Consejo, McMaster advirtió que no aceptaba que "se castigara a una religión entera”, en oposición al fervoroso de anti-islamismo de Bannon. Además, considera que Rusia es un adversario.

Era improbable que no chocara con McMaster, un cuadro militar, respetado por sus dotes intelectuales: fue bestseller con su doctorado, donde analizaba críticamente el desempeño del alto mando durante la guerra de Vietnam.

A partir de ahora, McMaster manejará la agenda del Consejo y recuperarán su lugar el jefe del Estado Mayor y el director de Inteligencia Nacional. A su favor jugó James Mattis, el secretario de Defensa, ex militar y también enfrentado a Bannon.