Desde hace nueve años, Dalia Gutmann bucea en el universo femenino y lo hace con el recurso que mejor domina: el humor. Cosa de minas es el espectáculo que estrenó en febrero de 2011, que fue renovando a lo largo de cada temporada y con el que vuelve al escenario en una versión especial adaptada a estos nuevos tiempos: Cosa de minas en cuarentena.

“Es un show que propone algo amigable con nosotras mismas”: así define Gutmann a los monólogos que construye para indagar en los sentimientos y deseos de las mujeres, y que esta vez se podrán ver y escuchar por streaming o en el formato de “autoteatro”, en Mandarine Park (Costanera Norte y Sarmiento), el jueves 22 a las 20.30 (entradas a la venta en www.ticketek.com.ar/dalia-gutmann/mandarine-park).

“Este año la idea era estrenar un espectáculo nuevo, pero no se pudo, entonces esta propuesta es un poco una mezcla de lo último que había hecho en 2019, con material que fui escribiendo durante el confinamiento y también con contenido de ese show nuevo que no llegué a estrenar”, anticipa la comediante, conductora y locutora, que se muestra entusiasmada con la modalidad de la presentación. “Si esto funciona bien, siento que puede ser una fuente de trabajo para mucha gente”, dice acerca de la posibilidad de actuar frente a una platea que la escuchará a través de la radio de sus autos, a la vez que adelanta que sumará otra fecha en noviembre.

Será la primera vez que pise un escenario desde el inicio del aislamiento, un tiempo que aprovechó para seguir generando risas en las redes sociales, desde las cuales comparte videos caseros y un ciclo de podcasts -Tengo algo para decir-, con entrevistas intimistas a diversas personalidades, y que puede escucharse en Spotify.

“Cuando la pandemia empezó me mentalicé en que hasta enero, como mínimo, no iba a volver al escenario”, cuenta Gutmann, una de las precursoras del stand up en el país, que prepara un streaming junto con colegas del género, como Fernanda Metilli, Malena Guinzburg, Natalia Carulias y Connie Ballarini, para el 21 de noviembre. “Como siempre tuve un laburo que dependió mucho de mi autogestión, me puse más con las redes y a armar contenido y eventos vía Zoom, pero la mayoría de los artistas está en una situación desesperante”.

-¿Cómo imaginás este reencuentro tan particular con tu público?

-Va a ser fundamental estar con la autoestima muy alta, porque no voy a escuchar ni una risa y tengo que imaginarme que la están pasando bomba adentro de los autos (risas). Quienes hacemos teatro sabemos que en cada función pasa algo distinto y siempre antes de actuar tengo ese dolor de panza que me hace preguntarme: “¿para qué corno hago esto?”. En este caso eso va a potenciarse porque es la primera vez que hago algo así. Me da miedo pero tengo ganas de hacerlo. Hay que animarse a entregarse a la incertidumbre.

-Venís desde 2011 trabajando con este espectáculo en el que indagás en el mundo femenino y esta presentación estará enmarcada en este tiempo que toca atravesar. ¿Cómo pensás que repercutió la cuarentena en las mujeres?

-Creo que muchas mujeres estamos sobrepasadas porque tenemos la capacidad de ponernos siempre cosas al hombro. Hace muchos años teníamos un rol estanco en el ámbito doméstico y después empezamos a ocupar lugares más protagónicos en los trabajos pero sin dejar lo anterior, y por eso nos fuimos sobrecargando mucho. En ese sentido, esta cuarentena es una locura. Por otro lado, también creo que nos hemos relajado un poco con algunas cosas más vinculadas al aspecto físico y ahora estamos más como queremos sin estar tan exigidas.

-¿De qué manera se fue resignificando este espectáculo y cómo influyeron los cambios sociales que introdujo el movimiento de mujeres?

-Ahora estamos inmersos en una nueva cultura, y entonces estamos aprendiendo y replanteándonos los monólogos que hacíamos diez años atrás. En algún momento, tengo muchas ganas de armar un contenido para mostrar todos mis materiales del pasado que, con los ojos de hoy, son una vergüenza. Yo creía que el mundo venía así e iba a ser así para siempre. Que la mujer iba a ser la segunda y el hombre el importante que provee el dinero. Soy cuarentona y nos han criado así. Antes hacía humor bardeando mi cuerpo, desde una posición de perdedora, y hoy cambió el lugar desde el que me paro. Las mujeres nos despertamos, empezamos a unirnos -algo que no pasaba porque nos habíamos creído eso de la competencia entre nosotras- y empezamos a escucharnos y a darnos cuenta de que nos pasaban cosas parecidas. Me parece que esa unión nos fortaleció mucho. Y lo que pasó con Cosas de minas, que a mí siempre me gustó, es que muchas mujeres que se iban del teatro, me decían: “Me voy de acá queriéndome más”.

-¿Cómo fue tu ingreso en el mundo del stand up?

-En 2000 fui de casualidad al teatro El Bululú, donde actuaba Natalia Carulias, la primera mujer que hizo stand up en la Argentina. Y cuando la vi, algo se encendió en mí. Volví a mi casa de madrugada y me puse a escribir en la computadora porque me había inspirado un montón. Yo había estudiado locución y trabajaba como periodista en un noticiero, pero estaba muy perdida vocacionalmente, y después de cuatro años me anoté a un curso de stand up de Diego Wainstein. Empezó como un hobby, pero a los pocos meses me llamaron desde Colombia para ir a un festival. Los primeros años actuaba entre tres y cinco veces por semana, y hubo un momento en el que me tomé muy en serio esto, y el stand up fue ganando protagonismo en mi vida.

-¿Qué te atrajo de este formato?

-Desde muy chica tuve mucha inquietud por los pensamientos de la gente. Y el stand up es un lugar donde le contás a los demás todos esos pensamientos que una tiene y que no tiene dónde decirlos. Hay algo de compartir mi mundo interior con el público y eso me encanta porque no hay muchos géneros donde aparezca esto. Y otra cosa que también me fascinó es que cuando ves un show de stand up, aunque hayas tenido un día espantoso, te vas divertido. Esa capacidad de cambiar tu estado anímico para bien me parece espectacular.

-¿Se puede hacer humor sobre cualquier cosa o hay límites?

-Soy re conservadora con un montón de cosas y me gustaría ser más desfachatada. No me animo a hacer humor con algunas cosas. Por ejemplo, nunca me voy a reír de algo que no me está pasando a mí o que no me haya pasado. En esto soy cero picante y no podría ser panelista nunca (risas) porque soy muy del vivir y dejar vivir. Por eso tampoco puedo censurar lo que a otros humoristas les gusta hacer. Que haga lo que quieran y si tienen público que los van a ver, adelante. Yo me concentro en lo que me gusta hacer a mí y en ir a ver a la gente que me gusta.

-En estos tiempos tan convulsionados, ¿qué lugar ocupa el humor?

-Estamos en un momento súper difícil en todos los niveles. Y cuando empezó todo esto, creo que los comediantes sentimos la responsabilidad de salir a hacer más contenido que nunca porque hay mucha gente que necesita reírse. Hay una frase que dice: “Que nadie te robe la alegría”, y creo en eso, que hay que defender nuestra alegría como sea. Hay que reírse, porque si no la pasamos bien el mundo no tiene tanto sentido.