El parlamento europeo rechazó este viernes un intento de prohibir a las empresas etiquetar productos de origen vegetal con nombres como si fuesen de origen animal, por lo que se podrán usar expresiones como "hamburguesa vegetariana" o "salchicha vegana". Si hubiera prosperado la prohibición, los Estados miembro habrían tenido que negociar entre todos la modificación de los nombres de los sucedáneos de alimentos de origen vegetal.

Se trataba de una enmienda en la postura del Parlamento Europeo sobre la reforma de la Política Agrícola Común (PAC), cuyo texto final está pronto a votarse y para el que más de un millar de enmiendas llevan revisándose desde el martes.

"La enmienda 165 ha sido rechazada, una victoria para todos los ecologistas y una gran derrota para el sector de la carne", dijo el eurodiputado Francisco Guerreiro, de los Verdes.

No obstante, la Eurocámara sí aprobó otra enmienda para impedir el uso de referencias como "del tipo", "estilo" o "alternativa" para comparar productos no lácteos a los lácteos --por ejemplo, la mantequilla de soja o la leche de almendra--, un extremo que aún debe negociarse con el Consejo (los países).

El Tribunal de Justicia de la UE ya concluyó hace unos años que no se puede hablar de leche, nata, mantequilla, queso y yogur para productos no derivados de la leche pero la enmienda va más allá y busca impedir este tipo de referencias comparativas para asemejarlos a los lácteos tradicionales.

Según activistas ambientalistas, el debate sobre el intento del lobby de la carne de limitar el uso de términos como "bistec", "hamburguesa" o "salchicha" distrajo la atención sobre un proyecto de ley agrícola más amplio que, según ellos, perjudica el clima.

Pero los grupos ecologistas se congratularon de la victoria. "No nos sorprende, pero nos complace que los eurodiputados hayan rechazado los intentos cínicos de una industria cárnica proteccionista de obstaculizar la comercialización de proteínas de origen vegetal en la UE", dijo Joanna Swabe, de Humane Society International.

En su opinión, la afirmación de los productores de carne de que los consumidores "se confundirían" fue correctamente rechazada "como una tontería desproporcionada".

Los mismos activistas, no obstante, no ocultaban su decepción ante la prohibición de los términos lácteos, aunque esa medida aún podría eliminarse del proyecto de ley cuando los negociadores del parlamento y los estados miembros de la UE finalicen el texto.

"Es una vergüenza que el lobby de la agricultura industrial no se contente con acaparar miles de millones [de euros] en subsidios para la agricultura industrial destructiva", dijo Marco Contiero, director de política agrícola de Greenpeace Europa.

"Ahora están enturbiando el debate sobre la reforma agrícola con un voto inútil sobre los nombres de los alimentos", lamentó.

El grupo que reúne a los sindicatos agrícolas europeos, Copa Cogeca, había apoyado ambas prohibiciones, argumentando que los consumidores se confundirían.

Pero los grupos de consumidores y los ambientalistas ridiculizaron esta idea después de que la prensa informara que la prohibición se había agregado a un borrador del proyecto de ley de agricultura de la UE.

"Los consumidores no se confunden de ninguna manera con un filete de soja o una salchicha a base de garbanzos, siempre que el producto esté claramente etiquetado como vegetariano o vegano", argumentó Camille Perrin, del sindicato de consumidores BEUC.

Según una encuesta realizada por la organización de consumidores BEUC en 2019 a ciudadanos de once países de la UE, la mayoría de los europeos no están preocupados por los nombres que se utilicen para designar las hamburguesas o salchichas de origen vegetal.

El 42,4 % cree que las denominaciones tradicionales (carne, salchicha, etc) deberían permitirse siempre que los productos estén claramente etiquetados como vegetarianos, el 26,2 % no ve ningún problema en utilizar esas denominaciones y el 20,4 % cree que esas denominaciones no deberían estar autorizadas.

El mercado de productos proteicos de origen vegetal se ha visto impulsado por la percepción de que son más saludables y dejan una menor huella medioambiental que las explotaciones ganaderas, grandes emisoras de CO2.