En el corazón del barrio La Tablada, la Biblioteca Popular Pocho Lepratti recoge dos legados: la marca indeleble que dejó La Vigil -hoy recuperada- y la vida de Claudio Lepratti, el militante social asesinado el 19 de diciembre de 2001 en la escuela 756 de Las Flores. Hace 18 años -primero en otra sede, ahora en Chacabuco 3085- esa herencia se honra en distintas actividades. Son casi dos décadas dedicándose al trabajo socio-educativo, cultural, artístico y comunicacional. La pandemia generó, este año, desafíos mayúsculos como la asistencia alimentaria, una necesidad que se impuso. En el hacer cotidiano de la Biblioteca se encarna aquello que dijo Lohana Berkins, "el tiempo de la revolución es ahora". Y la micropolítica se hace potencia transformadora de vidas concretas. "El fuerte de la biblioteca ha sido el trabajo con niños, jóvenes y con algunos sectores de adultos. Hay algunas actividades que pudieron, no digo suplir la presencialidad, pero sí que nos volcamos mucho hacia ellas, como la radio, el trabajo en las redes sociales. Hay un área de comunicación aceitado, y eso nos ha permitido muchas estrategias para seguir manteniendo el vínculo con el público afín, con quienes tenemos contacto, en la medida de lo posible", cuenta Carlos Núñez, el impulsor de este espacio, donde se aloja FM La Hormiga, la radio comunitaria que funciona desde 2011 y durante el aislamiento cumplió un papel fundamental.

Núñez sabe que hay cuestiones irremplazables. "Lo afectivo, la contención, la alegría de producir juntos, es imposible. Hemos hecho muchas cosas, seguimos haciendo, a través de videos,  producimos lecturas grabándolas, hemos habilitado que la radio comunitaria sea un espacio no sólo para los que vienen normalmente acá, también para cinco escuelas de la zona, que hacen sus propios programas y nos los mandan enlatados. También la Orquesta Tablada tiene su espacio", cuenta Núñez el trabajo durante este año marcado por las restricciones. "Se ha mantenido cierta vinculación, y eso nos permitió hacer otras como el ciclo El beso de las letras, que ideamos como un canal donde la lectura tomase otra forma que no era la de venir a la biblioteca a retirar el libro", describe Núñez y lamenta que no pudieron sostener la bebeteca. "Es un proyecto que tiene que ver con las abuelas y las mamás en período de embarazo y cuando ya han nacido sus hijas, hijos, hijes y pueden jugar con los libros desde otra perspectiva que no sea sólo leerlo", relata para quienes no conocen ese espacio luminoso. 

Para leer, hay otras cuestiones esenciales que deben estar resueltas. Las condiciones materiales de la vida de los sectores populares muestran en estos días toda su crudeza. "En el sector donde trabajamos no son muchas las personas que tienen empleos formales, tienen otro tipo de trabajos que no entran en la categoría de empleo. En la medida en que el aislamiento se fue estirando, se hizo más complicado. Ahí hicimos campañas con apoyo de algunos gremios, como COAD o la Mutual de AMR y el Banco de Alimentos de Rosario", suma Núñez. 

La lectura es un acto vital, y desde La Biblioteca Lepratti saben que la vida adquiere sentidos con las palabras, pero también en el entramado con otrxs. "En el invierno hicimos una campaña de recolección de ropa y también de libros, que entregábamos a las personas que venían a buscar comida. También lo hicimos para el día de las infancias, donde todo el grupo se puso a trabajar en la recolección de juguetes, que entregamos junto con libros. Hubo chocolates y tortas, como se hace siempre para ese día. Tuvimos más de 350 niños y niñas", cuenta Núñez. 

Uno de los desafíos es sostener el jardín de infantes de la Biblioteca, un espacio abierto desde 2009, que cuenta con un equipo de maestras, y para eso realizan distintas actividades que les permitan afrontar los sueldos. 

Mientras tanto, siguieron con las actividades. "Participamos de la maratón de lectura de la Fundación Leer y esta vez nos metimos con muchos chicos, fueron más de 29 de los chiques que habitualmente vienen a la biblioteca los que se inscribieron, hubo más de 300 libros que sacaron virtualmente para leer y para producir cosas", cuenta Núñez, y también alentaron a pibes y pibas a mandar mensajes sobre cuál es la biblioteca que imaginan pos-pandemia. 

Para celebrar el cumpleaños de la Biblioteca, un video de 18 músiques populares celebra "18 melodías - 18 de la Pocho". En su historia, la Biblioteca contó con Rubén Naranjo como Director Pedagógico e integrante de su primera Comisión Directiva, siempre en el camino de la educación popular y prácticas comunitarias. 

Está claro que los servicios de préstamo de libros y utilización de su sala de lecturas son sólo una parte de la "Biblio". También hay talleres para niños y jóvenes, apoyo escolar, guitarra, ajedrez, arte, circo y cuentos. También, gracias a diversos convenios, se aprovecha el espacio como ámbito de capacitación en oficios, como Centro de Día y sumado al circuito del Programa actualmente denominado Santa Fe Más (ex Nueva Oportunidad).

Como cierre de los festejos, la Biblioteca anunciará esta semana la Convocatoria a un Concurso de Narrativa denominado “A 20 años, los valores de Pocho viven”, en conjunto con la Universidad Nacional de Rosario. "Invitamos a escribir ya sea en forma de cuento o narración breve, historias que pasen en cualquier ámbito. Los materiales se van a recibir hasta abril de 2021, se va a hacer la selección de 10 trabajos y la idea es editarlo el año que viene a través de la editorial de la UNR". El nombre del Concurso es Cosas Chiquitas, a partir de la cita de Eduardo Galeano: "Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción ni de cambio, tampoco expropian las cuevas de Alí Babá... Pero quizá desencadenen la alegría del hacer… y la traduzcan en actos. Al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable...”