A 75 años del origen oficial del peronismo, sus cimientos se remontan a la llegada de Perón a la secretaría de Trabajo y Previsión. Las inéditas medidas en favor de los trabajadores se replicaron en Salta, otorgándole a ese nuevo movimiento un carácter disruptivo al modelo conservador vigente, condición que solamente repetiría en la provincia en la década del 70 con la figura de Miguel Ragone.

El golpe del 4 de junio de 1943, conocido como “Revolución del 43”, conmovió particularmente a la clase dominante de Salta, narran las historiadoras Raquel Adet y Miriam Corbacho en su obra La historia contada por sus protagonistas

Es que se preparaba el fraude electoral que iba a encumbrar en la máxima magistratura al por entonces ya exitoso dirigente conservador Robustiano Patrón Costas, uno de los dueños del Ingenio y Refinería San Martín del Tabacal. La movida se frustró por el golpe de los generales Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell, miembros del Grupo de Oficiales Unidos (GOU).

Por haber cerrado la Década Infame, esta dictadura tuvo características distintas a las demás, quizás la más destacable es que no se alió a los grandes terratenientes y empresarios. Otra característica es que se gestó una alianza entre los sindicatos socialistas y revolucionarios con un sector de oficiales jóvenes liderado por Juan Domingo Perón, surgió así una corriente laborista-nacionalista que luego pasaría a llamarse peronismo.

En opinión de los historiadores Darío Macor y César Tcach Abad, los efectos del golpe del 4 de junio del 43 se iban a sentir en la provincia recién con la presencia de Arturo Fassio, responsable local de la Secretaría de Trabajo y Previsión y, como tal, delegado de Perón en Salta: “A tono con el secretario de Trabajo y Previsión de la Nación, Fassio se abocó a que se cumplieran las leyes y reglamentaciones de trabajo. Hablaba de justicia social, recuperación social, reconocimiento del trabajo honesto, bienestar del pueblo”, reseñan los historiadores. Esta acción provocó preocupación en el conservadurismo dominante en la provincia.

En agosto de 1944, Fassio fue nombrado interventor provincial. En su discurso de asunción asoman las ideas que iban a impulsar otros hombres y mujeres, luego víctimas del terrorismo de Estado: la Revolución del 43 había nacido, dijo, “para defender los derechos y patrimonios del pueblo, conculcados desde largo tiempo y administrados por un pequeño grupo oligarca, audaz e indiferente a las necesidades de los gobernados”. Es imposible no encontrar paralelismos con las ideas que expresaba Miguel Ragone, el dirigente político y ex gobernador de Salta desaparecido el 11 de marzo de 1976, cuando ya se aplicaba el plan sistemático de eliminación de personas que llevó adelante la última dictadura cívico militar.

Hay más paralelismos entre el gobierno de Fassio en 1944 y el que encabezó Ragone en 1973, con la primavera camporista: la destrucción pública de picanas eléctricas encontradas en manos de la Policía. Aunque se ha señalado que lo de Fassio fue solo un gesto simbólico, teniendo presente lo que vino después, la propia historia de Ragone, el ataque sistemático a su gobierno, su secuestro y desaparición, y los asesinatos, secuestros y desapariciones de tantos militantes cercanos a su línea, queda claro que en la provincia la sola destrucción de elementos de tortura constituía un gesto político mayúsculo que los represores no podían pasar por alto.

Fassio también impulsó la formación de organizaciones que lucharan por los derechos de los trabajadores. Igual que el naciente movimiento en el resto del país, chocó con la Iglesia Católica, que hasta entonces detentaba la escasa organización obrera. Fassio fue el mentor de la Confederación Gremial Salteña, con la que disputó afiliados a las dos organizaciones gremiales vinculadas al catolicismo: la Confederación de Trabajadores Cristianos y la Asociación Católica de Empleadas. Luego la Confederación Gremial iba a servir de base para la creación del Partido Laborista, que en Salta quedó formalmente constituido el 23 de noviembre de 1945.

Fassio era interventor cuando se dio en el país la discusión por la sanción del Estatuto del Peón Rural, impulsado por la Secretaría de Trabajo y Previsión, que encabezaba Perón, más de 120 años después de aquel pronunciamiento de Martín Miguel de Güemes en defensa de los gauchos que trabajaban en las fincas del norte, y que tanto lo malquistara con los sectores dominantes. Las reacciones que despertó este Estatuto exhiben, una vez más, los hilos conductores del pensamiento autoritario argentino y explican también por qué en la década del 70 los militantes sociales y sindicales que trabajaron en el sector rural se encontraron con un panorama que no distaba de la época del pronunciamiento del caudillo salteño. Entre otras consideraciones, la Sociedad Rural argumentó que el Estatuto del Peón no tenía en cuenta las “tan limitadas” necesidades materiales de los peones rurales, que los buenos salarios estaban propiciando que solo trabajaran unos días “holgando los demás”. 

Esta y otras medidas que tomó la Secretaría a cargo de Perón provocaron la reacción de sectores que defendían sus privilegios. Surgió así el antiperonismo. Los sucesos de aquel momento también muestran paralelismos con otros momentos históricos, y con el presente. Con apoyo del embajador de Estados Unidos, Spruille Braden, llegado al país en mayo de 1945, partidos políticos opositores y empresarios comenzaron una guerra de solicitadas y pronunciamientos públicos en rechazo a la política social y laboral. Entre otras acciones, la entonces Unión Democrática convocó a la “Marcha de la Constitución y de la Libertad”, el 19 de septiembre de 1945.

El dirigente montonero Gerardo Bavio, que fue intendente de la ciudad de Salta durante el gobierno de Ragone, recordó que esa marcha fue encabezada por el propio Braden, dirigentes de la UCR, socialistas y conservadores, entre ellos Patrón Costas. “Parecía que había surgido el fenómeno antiperonista antes de que exista el peronismo como tal”, reflexionó Bavio en su obra autobiográfica Huellas de la memoria.

Por entonces, en la incipiente organización gremial de la región, descollaba la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA), que el 15 de octubre de 1945 estuvo entre los primeros gremios que lanzaron una huelga general en reclamo de la libertad de Perón, preso en la isla Martín García. La FOTIA fue luego atacada por la dictadura de Onganía en la década del 50, e iba a tener activa participación en los sucesos de la década del 70.

Cuando llegó el 17 de octubre del 45 los discursos de Perón, difundidos profusamente por la radio, a lo que en Salta se sumaba la tarea de Fassio, ya habían llegado al corazón de los sectores populares del amplio territorio provincial, como lo muestran Adet y Corbacho en su investigación histórica: “El peronismo comenzó como un gran movimiento de masas que caló profundamente en el sector popular de nuestra provincia. Dejó un innegable legado social tolerado a regañadientes tanto por la extrema derecha como por los partidos de corte socialista”.

Sobre la penetración de las ideas de Perón en los sectores populares es muy gráfico el testimonio de Seferina del Carmen Rodríguez de Copa (también tomado por Adet y Corbacho), que por entonces vivía en Tolar Grande, escuchaba a Perón en su radio y se convirtió en activa militante del partido naciente: “No me perdía discurso de Perón y lloraba porque parecía que Perón sabía lo que yo había pasado, lo que había sufrido en la vida. Yo lloraba porque, ¡imagínese! Que haya un hombre que hable de la miseria que pasábamos los pobres.” Nacida en Santa María, Catamarca, Seferina llegó a Campo Quijano a los siete años de edad, obligada por el trabajo de su padre, en la construcción del Ramal C14 del Ferrocarril Transandino. De adulta se convirtió en una destacada dirigente del peronismo. En 1952 fue electa primera legisladora nacional por Salta. Tras el golpe del 55 fue encarcelada y perseguida, a pesar de lo cual participó en la resistencia peronista e integró el Consejo Coordinador y Supervisor del Peronismo en 1958, a través del cual participó también en la campaña por el retorno de Perón. Seferina era hermana de Hortensia Rodríguez de Porcel, persistente militante del peronismo salteño que, junto a su familia, será protagonista activa de los 70.