“El silencio de los representantes de la institución eclesiástica es la prueba más contundente de encubrimiento, es un sistema calcado”, explicó Alejandra Carrizo, madre de la adolescente que, en octubre de 2015, denunció por abuso sexual con acceso carnal al sacerdote catamarqueño Juan de Dios Gutiérrez. A cinco años de aquel suceso, que cambió su vida y la de su hija, aún pide justicia. Su historia, es el calco de lo que sucedió también con las acusaciones por violación contra los curas Renato Rasgido y Moisés Pachado. El primero lleva 8 años dilatando la causa y Pachado, el último prelado denunciado, se encamina desde diciembre de 2018 por la misma vía de sus pares.

Bajo la consigna “El dolor no prescribe”, el lunes en el departamento Belén, donde se cometieron dos de los hechos denunciados y, ayer, en la capital provincial, las víctimas de abusos eclesiásticos y miembros de la Asamblea Ni Una Menos Catamarca, marcharon en pedido de justicia. La convocatoria surgió frente a la inminente resolución de la Cámara de Apelaciones en lo Penal y Exhortos de Catamarca ante el segundo pedido de prescripción de la causa contra Pachado. El grito fue por todas.

El sacerdote fue denunciado públicamente durante el denominado Me Too de diciembre de 2018, tras la revelación de la actriz Thelma Fardin contra Juan Darthés. Pachado fue imputado formalmente por los delitos de abuso sexual simple y abuso sexual con acceso carnal agravado por ser ministro de culto, por hechos que habrían sucedido a finales de 1990, cuando la víctima tenía 9 años. Tras la acusación, el abogado defensor, Roberto Mazzuco, solicitó que la prescripción de la causa por el tiempo transcurrido.

Luego del rechazo del fiscal instructor a aquel pedido, el letrado reclamó la resolución y la Cámara de Apelaciones debería haber dado a conocer su decisión ayer, pero pospuso la fecha sin dar razones, hasta el 9 de noviembre.

“Es duro sobrellevar esto contra el poder de la Iglesia, que ante este tipo de hechos siempre dilatan. Interpusieron la primera excusa apenas realizada la denuncia sin haber hecho investigación como corresponde. Se rechazó por eso pero apenas fue imputado volvieron a pedir la prescripción. Estamos hablando de hechos muy graves. Hay pericias psicológicas y psiquiátricas que dan cuenta de su perfil abusador”, contó la denunciante, Ingrid Figueroa.

Según relató, en febrero de 2019 el obispo Urbanc, junto a todos los curas de la diócesis, ofició una misa en Belén. “Ahí estaba Pachado y eso fue una clara muestra de apoyo de la Iglesia hacia él”, dijo.

Es por esto, que uno de sus pedidos es que “Urbanc les suelte la mano a los tres. Porque más allá de la fe son abusadores de niños. Son delincuentes. No pasa por los pecados, es delito lo que hicieron. Y tiene que juzgar la justicia y el Estado, no Dios”.

Cinco años

El sacerdote Gutiérrez fue denunciado y también imputado por el delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por ser ministro de culto. Los hechos sucedieron en Belén, mientras él estaba a cargo de una agrupación parroquial de adolecentes a la que concurría la víctima.

“Hace unos días se cumplieron 5 años desde que realicé la denuncia en el juzgado de Belén. Es increíble poder mirar atrás y recorrer en la memoria tanta lucha por la búsqueda de justicia. En un principio nos encontrábamos solas, contábamos con el apoyo de mi familia y algunos conocidos. En esa época la sociedad de Belén era muy conservadora y predominaba el fanatismo religioso, nos dieron la espalda y nos señalaron por haber denunciado al curita del pueblo. Pero siempre estuve segura de mis convicciones y seguí adelante con la denuncia. Sentí siempre que era mi obligación como madre hacer justicia y como mujer para que no sigan sucediendo estos aberrantes abusos que tienen el amparo del poder eclesiástico”, dijo Carrizo.

“El silencio de los representantes de la institución eclesiástica es la prueba más contundente de encubrimiento, es un sistema calcado, eso me di cuenta al poder conocer otros casos que están en la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina de la cual formo parte. Por eso es tan difícil el avance de este tipo de causas donde los curas reciben protección. Hacer la denuncia no significa que todo se resuelve, por el contrario, significa iniciar una doble lucha marcada por la desigualdad”, manifestó.

La causa de Gutiérrez es la que está más cercana al debate oral. Desde el año pasado permanece en la Cámara en lo Criminal de Tercera Nominación, a la espera de una fecha. Sin embargo, la demora continúa por los recursos y dilaciones presentadas por el abogado defensor Gustavo Martínez Azar, quien tras presentar un planteo con 17 nulidades, a las que ni la Cámara Penal y luego la Corte de Justicia local no le hicieron lugar, presentó un recurso extraordinario federal. Éste recurso, también fue denegado, pero aún le queda un instrumento más de dilación, que sería una queja por recursos federal extraordinario denegado. La querella, representada por Silvia Barrientos, espera que esto no suceda y que al fin pueda hacerse justicia.

Ocho años

En tanto, la causa que más tiempo lleva posponiéndose, es que mantiene a Renato Rasgido acusado de “abuso sexual con acceso carnal vía anal agravado en concurso ideal con corrupción de menores en grado de autor”, hechos probablemente cometidos entre mayo y noviembre de 2012 en el departamento Andalgalá.

El lunes fue una sorpresa para los denunciantes saber que había sido finalmente enviada a juicio. Las dilaciones en el marco de la investigación penal preparatoria de esta causa, fueron muchas. Silvia Barrientos, quien también representa en esta causa, dijo que se espera que el abogado defensor, Luciano Rojas, siga presentando objeciones con el único objetivo de proteger a la Iglesia local.

Rasgido no estuvo nunca arrestado pese a la grave imputación en su contra y los reiterados pedidos de la querella. Los hechos se conocieron luego de que la madre del adolescente, quien entonces tenía 13 años, intentara suicidarse amedrentado por las supuestas amenazas del cura, quien lo habría manipulado aprovechándose de la condición humilde de su familia.