Casi 200 nuevas copias de la primera edición de los Principia de Isaac Newton fueron descubiertos tras un censo que establece que hay 386 copias de la publicación original de 1687. El censo anterior, de 1953, había detallado que las copias eran 187. El desfase entre los censos expone que hubo hasta 200 copias adicionales que estaban indocumentadas en colecciones públicas y privadas.

La investigación ha corrido a cargo de un profesor y un alumno del Instituto de Tecnológía de California (Caltech), que se dedicaron a un trabajo detectivesco en busca de ejemplares perdidos y robados en todos los continentes, de la primera edición de los Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, tal el título completo de los Principia, uno de los libros más decisivos en la historia de la ciencia, en el que Newton introdujo las leyes del movimiento y la gravitación universal.

"Nos sentimos como Sherlock Holmes", aseguró en un comunicado Mordechai Feingold, profesor de Historia de la Ciencia y las Humanidades en Caltech, quien explica que él y su antiguo alumno, Andrej Svorencík, de la Universidad de Mannheim en Alemania, estuvieron más de diez años rastreando copias del libro en todo el mundo. Feingold y Svorencík escribieron un artículo sobre su investigación en la revista Annals of Science.

Los dos investigadores encontraron evidencia de que los Principia, que alguna vez se pensó que estaban reservados solo para un grupo selecto de matemáticos expertos, eran más leídos y comprendidos de lo que se pensaba. A esa conclusión llegaron al analizar las marcas de propiedad y las notas garabateadas en los márgenes de algunos de los libros, además de las cartas y otros documentos relacionados, 

"Una de las conclusiones que hemos tenido", manifestó Feingold, "es que la transmisión del libro y sus ideas fue mucho más rápida y abierta de lo que asumimos, y esto tendrá implicaciones en el trabajo futuro que nosotros y otros estamos haciendo sobre este tema".

Feingold remarcó que "en el siglo XVIII, las ideas newtonianas trascendieron la ciencia misma" y que "la gente de otros campos esperaba encontrar una única ley similar para unificar sus propios campos respectivos". En tal sentido, el físico que vivió en 1642 y 1727  "ejerció una influencia considerable en muchos otros aspectos de la vida, y eso es lo que hizo él una figura tan canónica durante el siglo XVIII y más allá".

Svorencík dice que el proyecto nació de un artículo que escribió para un curso de historia de la ciencia impartido por Feingold. "Me interesaba saber si había copias del libro que pudieran rastrearse hasta mi región de origen", afirmó. El investigador recordó que el censo de 1953 no incluyó copias en los países de Europa del Este, lo cual era comprensible por la Cortina de Hierro.

Las 199 copias detectadas por Feingold y Svorencík corresponden a 27 países y 35 de ellas son de Europa del Este. El trabajo detectivesco dio con ejemplares perdidos o robados. Por caso, un ejemplar encontrado con un librero en Italia había sido robado de una biblioteca en Alemania hace medio siglo. "Contactamos con la biblioteca alemana para informarles, pero fueron demasiado lentos para tomar la decisión de recomprar la copia o aprehenderla de alguna manera, por lo que terminó de nuevo en el mercado", dijo Feingold.

Según los historiadores, las copias de la primera edición de los Principia se venden hoy por entre 300 mil y 3 millones de dólares a través de casas de subastas como Christie's y Sotheby's, así como en el mercado negro. Calculan que en 1687 se imprimieron unas 600 y 750 copias del libro en su primera edición

El responsable de su publicación fue Edmond Halley, un científico inglés que hizo varios descubrimientos sobre nuestro sistema solar, incluida la periodicidad de lo que más tarde se conocería como el cometa Halley. Feingold explica que, antes de que se escribieran los Principia, Halley le había pedido a Newton algunos cálculos sobre las órbitas elípticas de los cuerpos de nuestro sistema solar. Cuando Halley vio los cálculos, "se emocionó tanto que se apresuró a regresar a Cambridge y básicamente obligó a Newton a escribir los Principia". Fue Halley quien financió la publicación de la primera edición.

Poco después de su publicación, el libro fue reconocido como una obra genial. "Debido a que Halley ya había preparado al público para lo que estaba por venir, hubo un reconocimiento generalizado de que los Principia eran una obra maestra", aseguró Feingold.  El libro convirtió a Newton en una celebridad al poco tiempo, aunque costó que se impusiera en el mercado. Feingold recordó que un estudiante que caminaba por las calles de Cambridge y vio a Newton, dijo: "'Ahí va un hombre que escribió un libro que ni él ni nadie más entiende'.