7 - FIREBALL: VISITORS FROM DARKER WORLDS
(Estados Unidos/2020)
Dirección: Werner Herzog y Clive Oppenheimer
Guion: Werner Herzog
Duración: 97 minutos
Estreno en Apple TV

A no dejarse engañar: los “visitantes de mundos oscuros” que promete el subtítulo de Fireball no son extraterrestres con ambiciones de dominación galáctica ni tampoco personajes salidos de la imaginación de George Lucas, Steven Spielberg o James Cameron. Mucho menos, los nuevos villanos de Marvel. Incluso ni siquiera son criaturas con vida, más allá de que en su interior puedan descubrirse restos orgánicos que fungen como huellas de un pasado ocurrido hace millones de años y, por qué no, en una galaxia muy pero muy lejana: esos visitantes, las “bolas de fuego” del título, son las rocas espaciales –llamadas asteroides, cometas, meteoros, meteoroides o meteoritos según su tamaño, origen, composición, órbita, ángulo de ingreso a la atmósfera y supervivencia o no luego del descenso– que desde tiempos inmemoriales caen sobre la Tierra, despertando a su alrededor desde leyendas que cruzan fantasía con misticismo hasta nuevas disciplinas científicas dedicadas exclusivamente a estudiar estos restos muchas veces minúsculos. De esas aristas del fenómeno y todo lo que hay en el medio, de la convivencia no siempre armónica entre razón y fe, se ocupa el alemán Werner Herzog en su nueva excursión a los lugares más recónditos del planeta.

La entonación engolada y el acento teutón sacado de una de James Bond son dos rasgos inconfundibles de la voz de Herzog, así como también un humor filoso y cáustico que, sin embargo, no obtura la posibilidad de tomarse en serio el tema ni tampoco la capacidad de sorpresa ante lo desconocido o lo magnánimo, como demuestran esos planos aéreos con drones y música epopéyica que, aunque obvios, resaltan la imponencia geográfica de esos cráteres cargados de historia. Realizada a cuatro manos con el vulcanólogo de la Universidad de Cambridge Clive Oppenheimer, en lo que es su tercera colaboración con Herzog luego de Encounters at the End of the World e Into the Inferno, Fireball es una película de estructura convencional pero de naturaleza trashumante, movida por la inquietud, que recorre cinco continentes siguiendo las huellas de esas rocas y especialmente de quienes tienen interés por ellas.
Tanto científicos como representantes de comunidades indígenas que han cimentado una cosmogonía alrededor de las bolas de fuego dialogan con Oppenheimer y van delineando un crisol de opiniones y miradas, de interpretaciones posibles –algunas más descabelladas que otras- para un fenómeno sin el cual nada de lo que hay hoy existiría. No importa si es la Antártida o México, donde cayó el meteorito que hace 50 millones de años extinguió a los dinosaurios, si se trata de un australiano o un francés, quienes hablan rebosan un entusiasmo del que los directores parecen retroalimentarse, pues a todos los mueve la curiosidad por saber qué hay por fuera de los límites de lo observable y el placer del descubrimiento constante. La búsqueda depara historias curiosas y personajes increíbles.
Como por ejemplo la de Jon Larsen, que además de ser uno de los jazzistas más reputados de Noruega es un nerd de la astronomía y la geología, un fanático que pasa su tiempo libre en el techo de un estadio cubierto recolectando unas pequeñas partículas invisibles producidas por la desintegración de los bólidos en la atmósfera, el llamado “polvo cósmico”. Junto a él trabaja un científico texano con pinta de narco de Breaking Bad con quien creó un particular dispositivo para fotografiar el material. “Desarrolló toda una rama de la ciencia solo”, dice sobre Jansen, en lo que es también una declaración de principios sobre una película que pone la inteligencia al servicio de la pasión.