Consigue un permiso falso, no fue tan difícil. Aprovecha que las condiciones se han aflojado. Intuye que, por la cantidad de contagios, pronto se van a poner rígidas de nuevo.

El campo no queda tan lejos de la casa de la playa donde está toda la familia pasando la cuarentena. Ya no aguanta más. No soporta el grito de los chicos, el sonambulismo de su mujer, los noticieros de la TV repitiendo sin parar lo que sí y lo que no debe hacerse para… Para qué…Ya no sabe si prefiere contagiarse de una vez y que pase lo que tenga que pasar. Es como tirar una moneda, 50 y 50, fifty fitfy, como en la timba. Arriesgarse y ganar. Pero no --con la timba no hay fifty fifty, si te toca perder siempre aparecen recursos para darla vuelta-- ahora está en juego otra cosa. Cara o ceca, pero una de las caras puede ser morir. Eso lo pone nervioso.

Sabe que en el campo va a poder calmarse. La idea de agarrar la escopeta y salir a caminar kilómetros buscando algo para cazar, funciona como un bálsamo. Incluso antes de llegar, después de sortear algunos controles no demasiado exigentes, se va imaginando la situación y eso lo tranquiliza.

Siente una rabia loca. Desde que empezó todo, una ira incontenible lo ha ido dominando día a día y a veces hasta tiene miedo de sus propias reacciones. Ya ha tenido varias de esas con su mujer.

Para en la última estación de servicio de la ruta, y con el sándwich y el café que le pasan desde atrás de una cadena, sabe que puede tirar hasta la noche. La idea es llegar al mediodía y salir enseguida a caminar el campo.

La casa esta fría, pero es lo de menos. Se calza las botas, agarra la escopeta, y empieza a caminar. No le interesa cuánto, no le preocupa la distancia, lo único que quiere es cazar. Matar el primer bicho que aparezca. Es buena época para las perdices, y con un poco de suerte tal vez una liebre. Pero sabe que se conformará con cualquier cosa. Solo quiere sentir el golpe en el hombro al apretar el gatillo, escuchar el cartucho explotando, acertarle al animal y verlo caer. No importa qué animal. Solo importa que hasta ese momento esté vivo.

Camina mucho y pierde la noción del tiempo. Baja el sol pero no le preocupa. La decisión está tomada, no volverá hasta que pueda cazar algo.

Ve a lo lejos moverse el pasto. Intuye un animal y se prepara. Hace tiempo que no caza al vuelo y no está seguro de poder darle a un blanco en movimiento. Necesita práctica, y ahora, además, su ansiedad no le permite mantener el pulso con facilidad. Siente su corazón acelerado y la sangre bombeando en la cabeza. Se siente al acecho, y eso lo pone de buen humor.

Se acerca despacio y ve por entre el pasto una perdiz echada, pero atenta. Es muy chiquita, en otro momento la hubiera dejado escapar pero esta vez no está para dejar escapar nada. Da un paso y el bicho sale volando confundido, pero justo para el lado contrario del que él espera. Se afirma, igual tira, sabiendo de antemano el resultado, pero no le importa. Grita un insulto como una descarga. Puede bañar con su odio a la perdiz que escapó, y eso lo tranquiliza. Piensa que le sirve de ayuda para no fallar la próxima vez. Sabe que esos bichos andan casi siempre de a dos y que no tendrá que esperar mucho para encontrar al segundo. Y así es.

 

Apenas ve el plumaje jaspeado distinguiéndose del pasto, se para en seco, se afirma, apunta y respira profundo para poder calmarse. En el preciso momento en que el animal sale volando contiene el aire y dispara. Esta vez acierta, ve caer el cuerpo. Vuelve a insultar, un poco por el triunfo pero otro poco porque sabe que con un solo cuerpo no va a alcanzarle. Camina unos metros hasta encontrar la presa. Una perdiz aún palpitante. La mira con asco y le pisa las patas con toda la fuerza de su bota. Pero no es suficiente. Se agacha, mira el cuerpo agonizante, lo agarra con una mano y con la otra empieza a arrancarle las plumas, y en un momento sus dientes están apretando un cuerpo tibio. Mientras en su cabeza escucha un susurro, una voz que lo llena de odio, que no sabe de dónde viene pero que le resulta conocida: "es tu propiedad, te pertenece". 

[email protected]