Frente al Congreso, un grupo de mujeres se turnan para sostener una bandera. Cada tanto les piden a las personas que quieren avanzar que se bajen de la bicicleta y atraviesen la cuadra caminando. La simbólica bandera verde de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, cruza la avenida Rivadavia. “Estamos muy contentas de volver estar en este lugar”, señaló a Página/12 Yamila Picasso, activista de la Campaña, y advirtió: “Esperemos que este 2020 termine con la aprobación de la ley”. Dentro del recinto, las comisiones a cargo comenzaban a debatir el proyecto de Ley para el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo (IVE).

Sobre Rivadavia, cortada al tránsito entre Callao y Riobamba, otra bandera verde, desplegada sobre el asfalto, señalaba: “Es urgente”. La tela era tan grande que ocupaba todo el ancho de la avenida, y en las letras blancas el sol rebotaba y encandilaba al mirar. Alrededor, algunas feriantes llevaban anteojos de sol, y otras se tapaban el reflejo con la mano. Mirna González estaba apoyada en un poste de luz, bajo la sombra de una de las carpas de las organizaciones sociales. “Yo tuve una amiga que se murió por hacerse un aborto clandestino. Si ella se hubiese atendido en un hospital, con los profesionales que corresponden, no le hubiera pasado eso, pero le pasó”, relató González, que tiene 34 años y vive con sus dos hijas adolescentes en el Barrio Mugica -ex villa 31.

“Si se aprueba la ley se van a evitar muchas muertes. Yo antes no pensaba así, pero después de lo que le pasó a mi amiga, cambié de opinión”, señala la mujer y cuenta que, cuando estaba embarazada de su segunda hija, el padre la quería obligar a abortar: “Yo sufrí mucha violencia, me tuve que escapar de esa casa para poder tener a mi hija. Y me di cuenta de lo importante que es luchar por los derechos de las mujeres”. Ahora, que esa hija tiene ya 13 años, Mirna sostiene que su reclamo por una ley que garantice la interrupción voluntaria del embarazo lo hace pensando en sus hijas y “en todas las chicas que como yo tuvieron hijos muy jóvenes y no pudieron estudiar, ni terminar el secundario”.

En otra de las carpas, Mercedes conversaba con una amiga. Las dos tenían pañuelos verdes amarrados en sus muñecas. “La legalización del aborto es una deuda pendiente del Estado, que representa algo más grande, que es la voluntad de cambiar cómo funcionan las cosas que hasta ahora son injustas”, opinó Mercedes, que tiene 20 años y es estudiante de la carrera de Filosofía, y agregó que “este año fue muy duro por no poder encontrarnos y movilizarnos”. En 2018 también se acercó al Congreso, durante los debates sobre la Ley IVE, y de ese año recuerda, en especial, “la emoción de sentir que es algo que nos atraviesa muchísimo a todas, una reivindicación muy importante”.

A un lado y otro de la avenida Rivadavia, con lonas o mesitas, había puestos de pulseras, pañuelos, pins y remeras. Cada tanto, se escucha algún canto: “Ya se acerca Navidad, para toda la Argentina, que el aborto sea legal”. De pronto, desde la avenida Callao, un hombre subió a la vereda con su bicicleta y no frentó cuando una activista de la Campaña le pidió que se bajara, por lo que chocó contra uno de los puestos. “¿Por qué me tengo que bajar? ¿Por qué tengo que hacer lo que ella dice? Dejame hacer lo que quiera”, respondió mientras retrocedía. La mujer del puesto, asustada, tuvo que echarse hacia atrás, y el hombre finalmente avanzó por la vereda con su bicicleta. “Espero que estas situaciones no se den durante los próximos días”, señaló Ornella, que llegó a la marcha junto con su amiga, y admitió que “en la virtualidad se perdía un poco la emoción”. Según su sensación, “en 2018 veníamos a pelear por lo imposible”, y se unió al deseo generalizado: “Espero que este año salga la ley”.

Del otro lado de la plaza, cinco manifestantes se ubicaron sobre uno de los carriles de Callao. “Si hay aborto hay guerra”, gritó uno de ellos, vestido con un traje de militar. Detrás, una bandera celeste los presentaba: “Guardianes de la vida”. Cristina Vega, que se definió como la referente de la organización, se quitó el barbijo para hablar: “El aborto es un negocio y un control poblacional”, aseguró. Tras ajustar uno de los vértices de la bandera a la reja del recinto, la mujer señaló que “adentro se debate sobre la muerte mientras que acá defendemos millones de vidas”.

Mientras adentro del Congreso avanzaba la primera jornada de debate del proyecto de Ley IVE, la avenida Rivadavia se pobló un poco más, con charlas y cantos tras los barbijos. “Va a ser un año diferente pero vamos a disponer de la calle como sabemos hacerlo, con los cuidados necesarios, pero también con la necesidad de encontrarnos”, afirmó Picasso y remarcó que “aunque la pandemia puso más obstáculos al acceso a la interrupción del embarazo, las mujeres seguimos abortando y la deuda de la ley es urgente”.

Informe: Lorena Bermejo