Cuando llegó la orden de cortar la fila de personas que querían llegar hasta la Casa Rosada, José estaba justo en el epicentro del desbande y posterior represión que se produjo en Avenida de Mayo y 9 de Julio. Quienes lo conocen dicen que es un hombre de origen humilde y de carácter muy tranquilo. Sin embargo, en ese momento se indignó porque los policías de la Ciudad habían reprimido a familias con chicos que se reparaban del intenso calor en las plazoletas de esa esquina, por eso comenzó a increpar a los uniformados hasta que le tiró una patadita a uno de los motorizados. De inmediato aparecieron policías de civil para detenerlo, tal como se puede apreciar en las imágenes televisivas. El policía no llegó a caer al suelo, y no resultó lastimado ni averiado el vehículo, de modo que no hubo acusaciones por daño ni lesiones. Según el procedimiento en CABA, no se denomina "imputado", pero la causa sigue abierta y el obrero está acusado de atentado y resistencia a la autoridad. Si en los próximos tres meses no hay novedades, el expediente se archiva hasta su prescripción.

"Desde los organismos de Derechos Humanos siempre hemos visto con alarma los comandos unificados entre distintas fuerzas represivas, como el que actuó el pasado jueves en la enorme manifestación popular que lloraba a Diego Maradona, porque son operativos donde todos participan, reprimen, y las responsabilidades nunca quedan claras; es lo que venimos denunciando en provincia de Buenos Aires desde que comenzó la cuarentena, donde coordinan la bonaerense y fuerzas federales, y los casos de gatillo fácil fueron muchísimos, y en el pasado la represión conjunta en el Parque Indoamericano de la Federal y la Metropolitana", dijo a Página12 el abogado Matías Aufieri, del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos, representante de José.

"Esta concentración masiva tenía otro carácter, pero es innegable que cada movilización masiva en la Ciudad, en el centro político del país, sufre la represión de la Policía de la Ciudad. Marchas en el día de la Mujer, cuando se cumplía un mes de la desaparición de Santiago Maldonado, contra el presupuesto, contra la reforma jubilatoria, cuando se reunió en Buenos Aires el G 20, o la OMC, y en esta ocasión, a las miles de familias que sólo querían despedirse de su gran ídolo", apuntó Aufieri. 

El letrado recordó que "era un velorio masivo, donde además de gasear y balear al público, llenaron de policías de civil la zona". A su criterio, "la policía de la Ciudad es de manual: a los dos detenidos en 9 de julio y Avenida de Mayo los rodearon y detuvieron a golpes entre numerosos policías encubiertos, igual que en esas otras movilizaciones que señalamos; tienen los brazos llenos de golpes y heridas, sólo por increpar a la policía que reprimía y gaseaba a la multitud contra las vallas". Y concluyó: "Lo que pasó el 26 de noviembre en el velorio de Diego no se va a olvidar en mucho tiempo".

Esa tarde, los rezagados de la larguísima cola vieron frustradas sus expectativas de poder despedirse del ídolo mundial, y el remedio del Gobierno de la Ciudad fueron las balas de goma, incapaz de otro tipo de contención. 

Cuando lo esposaron, José llevaba puesta una vieja camiseta de Boca, que finalmente le regaló a otro hombre con quien fue detenido y compartió una celda, antes de ser liberado. No se conocían pero trabaron amistad por el hecho que les tocó vivir. Obrero de Astilleros Río Santiago, el hombre cuya imagen fue parte de las postales de ese día por patear a un policía motorizado pidió que no sea difundido su apellido. De donde viene, no es gratis tener "problemas con la cana". 

"La represión conjunta de la Policía de la Ciudad y la Gendarmería Nacional en la despedida de Diego Armando Maradona es un hecho muy grave, pero no es un hecho aislado y responde a un patrón, por eso desde la Comisión de Violencia Institucional que preside Myriam Bregman venimos señalando que las movilizaciones masivas de sectores que no son afines al partido de gobierno terminan, casi invariablemente, siendo reprimidas", dijo a Página12 Carlos Platkovski, director de Violencia Institucional de la comisión. 

"Lo vimos sistemáticamente en las marchas por Santiago Maldonado, y lo mismo ocurrió este año con la represión a las y los trabajadores de la salud. Recuerdo que con legisladoras como Alejandrina Barry tuvimos que interceder para que dejen de pegarle a las enfermeras. Y como parte de ese misma política se reprimió a las miles de familias que despedían a su máximo ídolo. Tiraron gases y balas de goma en una despedida donde había muchísimos niñas y niños. Lo que ocurrió fue gravísimo", agregó el abogado.