Con la temporada ya declarada y el fin de semana extra largo que regala diciembre, Mar del Plata enfrenta una prueba de fuego para saber si puede convivir con grandes cantidades de turistas bajo las nuevas reglas que impone el coronavirus. El intendente Guillermo Montenegro tiene en claro que la postal del desborde es la peor promoción para la ciudad y por eso diagramó un "operativo integral" en la costa para evitar uno de los principales enemigos en la pandemia: las aglomeraciones.

Desde la primera hora del sábado y hasta el martes, rigen cortes de tránsito de 0 a 18 en el tradicional Paseo Galíndez, en el ingreso a Playa Grande, en el Puente de Las Américas hasta Plaza España y en el llamado "Corredor Saludable", que se va desde Independencia y la costa hasta Constitución y la costa. También hay controles de documentación y permisos en los accesos de la autovía 2 y las rutas 11, 88 y 226.

Otro foco de control está puesto sobre los corredores gastronómicos, que también hacen su debut y son una propuesta novedosa con respecto a los últimos veranos. La peatonalización de calles --tal como ocurre hace años en el paseo comercial de Güeme-- para permitir la instalación de mesas y sillas sobre decks contó con la adhesión de más de medio centenar de locales y se replica en la Diagonal Pueyrredon, Rivadavia, Belgrano, Olavarría, Alem y en el Puerto.

En algunas zonas, conviven estas estructuras con el tránsito vehicular, en otras solo está autorizada la peatonalización (como en parte de la Diagonal Pueyrredon) y hay sectores donde se aplica una modalidad mixta, como sucede en la calle Belgrano --desde Santiago del Estero hasta Buenos Aires--, que desde las 19 es exclusivamente peatonal y mantiene la circulación de autos en el resto de la jornada.

Cada medida apunta a contener el turismo que se espera con ansiedad, aunque en el municipio reconocen que la masa de visitantes no tendrá comparación con el año pasado: para esta fecha, y sin ser fin de semana largo, La Feliz había recibido 320 mil personas. “Se va a sentir la llegada de gente, pero la cantidad va a ser moderada”, remarca Federico Scremin, presidente del Ente Municipal de Turismo (EMTuR).

Hasta este viernes, la gestión de Montenegro constató 35.422 solicitudes en la app CuidAR --el único certificado obligatorio que se exige en el ingreso--, que permiten proyectar el desembarco de 66.391 turistas, ya que en muchos casos la requisitoria del permiso abarca al grupo familiar. La cifra coincide con el termómetro de los hoteles: en cuatro y cinco estrellas, las reservas llegaron al 60% mientras que en los establecimientos de categorías inferiores solamente fueron del 40%.

En la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica se respira preocupación porque para enero las reservas apenas superan el 10% y para febrero todavía hay esperanzas de algún repunte por la prórroga del incentivo de Previaje, aunque son conscientes de que la tendencia a la baja es irreversible. Después de sobrevivir nueve meses sin ningún ingreso, la situación es tan delicada que muchos hoteles, principalmente en categorías de una o dos estrellas, deciden seguir cerrados en diciembre con la intención de poder abrir a principios del 2021.

En las operaciones de alquileres también se acusa una caída del 40%, pero hay más optimismo para el último tramo del verano. “Hay que tener en cuenta que hace pocos días hay certidumbre sobre cada protocolo. Y mientras podamos mostrar que las playas son seguras, que hay buen comportamiento, que no hay desmadres en la calle, la gente nos va a elegir porque estamos cerca”, razona Rodrigo Sanz, del Colegio de Martilleros.

En el sector reconocen un crecimiento de consultas con vistas a febrero y marzo y lo atribuyen, en parte, a la repercusión positiva que tendría la campaña de vacunación anticipada contra la covid-19. La tendencia que se observa es que muchos adultos mayores apuestan por postergar sus vacaciones a la espera de los avances que surjan con el despliegue logístico y la mejora del presente epidemiológico.

Lo cierto es que Mar del Plata ofrece una foto casi ideal en términos sanitarios: a pesar de los miles de propietarios no residentes que ingresaron en noviembre, la baja de infectados que comenzó en el cierre de octubre se consolidó y descomprimió la asfixia que acusaban hospitales públicos y privados. Los reportes oficiales de esta última semana arrojan un promedio de 100 casos diarios de Covid-19. El distrito hoy tiene a 1786 enfermos bajo tratamiento y acumula más de 1000 muertes desde el 12 de marzo, la fecha en la que se oficializó el primer contagio.

Interrogantes

Los micros y aviones son una preocupación para el municipio, que todavía aguarda por “más certezas” sobre el avance de su reactivación con el correr del verano. “Todavía no están llegando unidades en cantidad y nos interesan mucho los vuelos que pueden llegar desde Tucumán, Córdoba, Mendoza o Rosario. Sabemos que el avión es la mejor opción para los que están a más kilómetros de nosotros”, explica el presidente del Ente de Turismo.

La playa pública también asoma como un interrogante. Montenegro, tal como planteó la provincia, garantizó un control en los ingresos para hacer cumplir el distanciamiento y evitar excesos de ocupación. “Si vemos que la cantidad de gente ya colma una playa, le vamos a recomendar a la gente que pueda elegir otras playas”, asegura Federico Scremin, quien aclara: “Nosotros vamos a estar ahí pero también depende mucho de la responsabilidad de cada uno. No podemos estar detrás de cada turista. La gente tiene que ayudar”.

Pero a algunos sectores no los conforman estos anuncios: de hecho, la ONG En Defensa de las Playas Públicas se moviliza este domingo a las 15.30 en Beruti y la Costa, el mismo lugar donde hace menos de un mes hubo una primera protesta para cuestionar el avance de los privados sobre los espacios de la costa y que terminó con importantes destrozos en el balneario Perla Norte, donde algunos manifestantes arrancaron carpas y cercos perimetrales.

“Nadie se comunicó después de las movilizaciones ni tampoco hay alguna convocatoria para promover un debate sano. Ese silencio muestra que el municipio prioriza los intereses de los empresarios por sobre la salud de los marplatenses. Es lamentable que en esta temporada y con la pandemia no se pueda garantizar el distanciamiento social por la privatización”, apunta Mariano Gemin, referente de la asamblea de vecinos.

La nocturnidad sigue a la espera de la definición de un protocolo, pero en la ciudad apuestan por propuestas al aire libre en formato de “burbujas”, es decir, con grupos de personas en mesas y sin posibilidad de baile. Inclusive, ya se elevó una autorización al Concejo Deliberante para que los bares de Playa Grande trabajen sobre la playa. De aprobarse, el permiso solo estará vigente hasta el 4 de abril --la fecha de finalización de la temporada-- y sujeto a condiciones.

Entre otras cuestiones, el Ejecutivo les exige a los concesionarios que garanticen los servicios de guardavidas y seguridad en el horario nocturno y que realicen tareas de "limpieza y orden" en el espacio público a partir de las 6 de cada día. También las autoridades acordaron con los empresarios que, antes de cerrar, prendan la luz y apaguen la música para garantizar una salida “ordenada” de los jóvenes. “Trabajamos en estas alternativas para evitar las fiestas clandestinas”, sostiene el responsable del EMTuR.